932 - Amor condicional.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 31, 2015 |
Cuando el hijo mayor del mercader llegó al palacio para casarse con la princesa, según el acuerdo al que habían llegado sus padres. Su futura esposa lo estaba esperando en el gran hall, lista para mostrarle a su prometido su nuevo hogar.

Después de darle un pequeño beso de bienvenida, la princesa tomó la mano del joven y le dijo:

- Déjame mostrarte el castillo -mientras lo guiaba por una pequeña puerta lateral que estaba escondida detrás de una gran cortina del hall.

Tras bajar decenas de escaleras y pasar por varios pasillos y callejones ocultos, la princesa, finalmente, se detuvo.

- Aquí empieza nuestro recorrido -dijo sonriendo-. Estas son las mazmorras del castillo, horrible lugar, ¿no?

-Si -respondió el joven tímidamente-. ¿Por qué muestras esto de primero?

-  Porque quiero que veas el lugar donde vivirás si algún día me eres infiel o intentas dejarme.

Fin.

931 - La banda de tiburones malos.

Sir Helder Amos | martes, diciembre 29, 2015 |
Había una vez, en el fondo del gran océano pacifico, un delfín que, a pesar de su naturaleza tierna y adorable, siempre sintió que era malo y malévolo, razón por la cual se la mantenía jugando bromas pesadas a sus compañeros delfines y admirando a lo lejos, la banda de tiburones malos a la que todos en el océano temían.

Un día, a pesar de todas las advertencias que le hicieron, el delfín se acercó a la banda de tiburones malos para preguntarles si podía unirse a ellos; sin embargo, para su sorpresa y decepción, cuando les habló, los tiburones lo recibieron con una calurosa bienvenida y grandes (aterradoras) sonrisas (debido a la gran cantidad de dientes que tenían).

A medida que los fue conociendo, el delfín descubrió que los tiburones eran muy amigables y cordiales entre ellos y que todo el mundo los juzgaba mal porque eran maquinas asesinas, sin pensar que ellos solo mataban para poder subsistir.  

Pronto, para probar el nivel de maldad de sus nuevos amigos, el delfín les jugó una broma pesada, y los tiburones se sintieron tan indignados por la falta de respeto y de cordialidad del delfín que le demostraron toda su maldad matándolo y devorándoselo en un par de segundos.

Fin.

930 - El regalo de navidad. (Navidad)

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 25, 2015 |
La mañana de navidad, se despertó por culpa de un pestilente hedor proveniente de la sala de estar, y cuando salió de su habitación, para ver qué lo causaba, se encontró que debajo de su árbol de navidad había un gran paquete envuelto en papel de regalo con decenas de moscas volando a su alrededor.

Asqueada y aterrada, se acercó al paquete, rompió el papel y se encontró, horrorizada, el cadáver del hombre más bello que hubiera visto en su vida.

Soltando un grito y llevándose las manos a la boca, se alejó del paquete y, tras pasar un par de minutos en shock, se percató de la carta que estaba encima del cadáver. 

Tomándola con manos temblorosas, rasgó el sobre y leyó espantada:

Querida Claudia,
Cómo este año te portaste muy bien y nunca dejaste de creer en mí, a pesar de que eres adulta, te traje el novio "bello"que tanto me pediste.
Abrazos.
Santa Claus.

PD: Disculpa si está un poco frío, pero lo compré en la rebaja de corazones rotos del 15 de febrero y lo guarde en el Polo Norte desde entonces.

Fin.

929 - El mochilero.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 24, 2015 |
"Todo es tan diferente" pensó cuando regresó de su viaje, a pesar de que nada hubiera cambiado durante el año y medio que estuvo recorriendo el mundo.

Fin.  

928 - El bosque de navidad.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 23, 2015 |
Un par de semanas antes de que llegara la navidad, un leñador y su hijo fueron a un bosquecillo de pinos a escoger uno para convertirlo en su árbol de navidad; pero, luego de encontrar el más bonito, justo antes de que el leñador diera el primer hachazo para cortarlo:

 - ¡No, papá! ¡Detente! -gritó el niño, pensando que si cortaban el árbol, para colocarlo y adornarlo en su casa, en un par de meses pasaría a ser el pino más bonito del bosque a ser el más feo, porque se marchitaría y perdería su bello color y tan delicioso olor.

En cambio, al niño se le ocurrió una grandiosa idea: adornar el pino justo donde estaba, para que todos los años pudiera disfrutar de su belleza. De tal manera, en vez de cortarlo, el leñador recogió las ramitas de otros árboles que habían en el suelo, construyó una pequeña cerca a su alrededor y le puso un aviso para que los demás leñadores no cortaran ese pino.

Ese mismo día, el leñador y su hijo volvieron rápidamente a casa, recogieron todos los adornos de navidad y regresaron al bosque a adornar el pino.

A partir de ese día, el niño pasaba todos los días por el bosquecillo y fue descubriendo, muy emocionado, como, poco a poco, las otras familias dejaron de talar los pinos y, en cambio, empezaron a adornarlos al igual que lo habían hecho él y su papá, hasta que todos los pinos estuvieron adornados y el bosquecillo se convirtió en un bello bosque de navidad donde todos los niños se reunían para apreciar la belleza de los árboles adornados y jugar a las escondidas entre ellos.

 Fin.

927 - El amanecer.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 20, 2015 |
- Y... ¿Lo viste?
- No. 
- ¿Por qué? Yo pensé que...
- Me quedé dormido, mañana lo veré. 

El día siguiente también se quedó dormido, y el siguiente, y el siguiente, hasta que el sol, misteriosamente, se apagó y dejó a la galaxia en una oscuridad eterna.

Fin.

926 - La viuda rencorosa.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 18, 2015 |
Todos en la iglesía se quedaron boquiabiertos, cuando la viuda del difunto que velaban se levantó repentinamente e interrumpió las preciosas palabras que el cura estaba dedicándole al muerto para gritar enojada: 

- ¡NO, PADRE! ¡NO! OJALÁ QUÉ MI DIFUNTO ESPOSO SE QUEME EN EL INFIERNO Y PAGUE POR TODOS LOS PECADOS QUE COMETIÓ, TODO EL MALTRATO, TODAS LAS HUMILLACIONES, TODAS LAS INFIDELIDADES Y TODO LO QUE ME HIZO SUFRIR EL DESGRACIADO ESE, ¡QUÉ SE QUEME EN EL INFIERNO! ¡QUÉ SE QUEME! 

Luego, al darse cuenta de toda la atención que había llamado con la explosión que había tenido, la viuda se arreglo su velo negro con manos temblorosas, se disculpó y salió caminando muy rápidamente por el pasillo central de la iglesia. 

Fin. 

925 - La ex asesina.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 16, 2015 |
- ¿Qué son todos esos jarrones que tienes encima de la chimenea? -le preguntó una amiga a la otra mientras tomaban el té-. No sabía que te gustaba coleccionarlos.

- Esos no son jarrones -le explicó, mientras tomaba un sorbo de té-. Son urnas. Las urnas de mis ex novios. 

- ¡¿Todos han muerto?!

- Figurativamente. Siguen vivos, sin embargo, están muertos para mí. Después de terminar una relación, tengo la costumbre de quemar todos los regalos y cosas que me recuerden a mis ex novios y guardar sus cenizas en esas urnas.

- Interesante -dijo la amiga, llevándose la taza de té caliente a la boca, y deteniéndose a tan solo unos centímetros de sus labios para preguntarle: - Pero... ¿cómo haces cuando te los encuentras en persona?

- Me asusto -respondió sinceramente-, grito como si hubiera visto a un fantasma y salgo corriendo del lugar.

Fin.

924 - El príncipe de la vida real.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 11, 2015 |
Después de que le lanzó la puerta en la cara a la andrajosa y pobre viejecita, quien solamente había tocado para pedir un pedacito de pan y un poco de agua. El príncipe se quedó recostado sobre la puerta y se miró las manos, sonriendo y pensando: "Menos mal que la magia y los cuentos de hadas no son reales."

Fin.

923 - El invierno eterno.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 10, 2015 |
Justo cuando empezó a pensar que el invierno nunca acabaría, se percató de que, entre la gruesa capa de nieve que cubría su jardín de rosas, un pequeñísimo pimpollo comenzaba a abrirse camino.

Fin.

922 - Rey por un mínuto.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 06, 2015 |
Mientras limpiaba la sala real, el mayordomo, al ver que estaba solo, se sentó en el trono y se puso la corona para ver que sentía ser rey.

Al principio, sintió que la corona se veía bien sobre su cabeza y que el trono era muy confortable y cómodo; sin embargo, unos segundos más tardes, al recordar todas las responsabilidades y deberes que sobrecaían sobre los hombros del rey, empezó a sentir cómo el asiento del trono se endurecía, tornándose muy incómodo, y que la corona pesaba tanto que le estaba provocando dolor de cuello.

Un minuto más tarde, el mayordomo se paró, rápidamente, del trono, se quitó la corona, la puso en su lugar y siguió limpiando la sala real, dejándola más reluciente que nunca.

Fin.

921 - Nunca es muy tarde.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 03, 2015 |
En la última reunión familiar, todos nos quedamos sorprendidos cuando, inesperadamente, mi papá se levantó de la mesa y anunció:

- Voy a empezar a fumar.
- ¡¿Qué?! -gritó mi hermana menor-. ¡¿Estás loco, papá?!
- ¡Papá, déjate de tonterías, tú tienes 71 años! -dijo mi hermana mayor, no tan alterada-. ¿No te parece que estás muy viejo para la gracia?
- Por eso, -le respondió mi papá, colorándose-. ¡He pasado 71 años siendo un buen ejemplo, actuando al margen a la ley, comiendo sanamente y haciendo ejercicio todos los días, y ya me cansé de todo eso! ¡Voy a empezar a fumar!
- ¡No te quedes callado! -me dijo mi hermana menor.
- ¡Dile algo! -me dijo la mayor.
- Este... -titubeé por un segundo pero, después de ver la expresión de represión y frustración que tenía mi viejo en su rostro, me di cuenta que mi padre tenía razón y que yo no era nadie para impedirle nada- ¡Toma! -le dije a mi padre, sacándome una cajetilla de cigarros del pantalón y lanzándosela al otro extremo de la mesa.
- ¡¿Lo vas a apoyar?! -gritaron mis hermanas al unísono.
- Si. No soy nadie para impedírselo, si quiere fumar, que fume. Hay que entenderlo, ya está en la recta final y quiere vivir todo lo que se ha perdido en esos 71 años de vida correcta.
- Muchas gracias por entenderme, hijo -dijo mi papá, lanzándome de vuelta la cajetilla de cigarrillos-. Pero no me refería a cigarrillos.
-¿Ah? -preguntamos los tres hijos confundidos.
- Cuando dije que voy a empezar a fumar, me refería a marihuana, 420, cómo le dicen los jóvenes.
- ¿En serio? -preguntamos los tres de nuevo.
- Sí. Quiero sentir nuevas experiencias, ver todo desde otro punto de vista, saber lo que se siente.
- Bueno. ¡Toma! -le dije a mi padre, lanzándole de nuevo la cajetilla de cigarros-. Allí dentro hay dos joints que tenía preparado para más tarde.

Al escuchar y ver esto, mis hermanas me miraron boquiabiertas y, después de lanzarme una mirada asesina, sin decir nada más, se pararon, ofendidas, de la mesa, dejándonos a mi papá y a mi solos, lo que aprovechamos para fumar un rato y tener el mejor momento padre-hijo que he tenido en la vida.

Fin.

920 - Tamaño King.

Sir Helder Amos | lunes, noviembre 30, 2015 |
Cuando terminó de armar su nueva cama, se lanzó sobre ella y, mirando al techo con una gran sonrisa de satisfacción y ojos llorosos, por primera vez, después de llevar toda una vida de plebeyo, se sintió como un Rey.

Fin.

919 - Terapia ocupacional.

Sir Helder Amos | viernes, noviembre 27, 2015 |
Cuando regresó a la oficina, después de pasar tres meses de permiso por una crisis depresiva, la directora de la empresa fue caminando, con sus altos tacones de suela roja, hasta su cubículo y le lanzó un bulto de hojas encima del escritorio.

- ¿Qué es esto? -preguntó, confundido.
- Considéralo... terapia ocupacional -respondió la mujer sonriendo, malévolamente, con sus carnosos labios rojos.

Desde entonces, la directora ha hecho lo mismo todos los días, obligándolo a trabajar horas extras para que no tuviera mucho tiempo libre para pensar, sentir y recaer en la crisis.

Fin.

918 - La muerte de Satanás.

Sir Helder Amos | jueves, noviembre 26, 2015 |
Esta es una historia real, no le pasó a ningún amigo, me pasó a mi hace un par de semanas y todavía me tiene muy asustado.

En frente de mi departamento viven tres gatos, a los cuales llamé Satanás, Lucifer y Mefistófeles tras agarrarles cariño después de tanto alimentarlos y lidiar con ellos cada vez que salía del departamento.

Un día, hace un par de semanas, cuando salí, me encontré, horrorizado, a Satanás envenenado justo en la entrada del departamento. El pobre gato estaba estirado, tieso y, todavía, tenía rastros de una espuma blancuzca en su boca.

Asqueado y dolido por la muerte del animal, lo tomé, tieso como estaba, en mis manos, lo metí en una caja y lo enterré en el parque que está en frente del edificio.

Los dos días siguientes a la muerte de Satanás fueron muy tristes, era la primera vez que se me moría una mascota. y hasta los otros dos gatitos, Lucifer y Mefistófeles, lucían afectados por la perdida de su amigo, porque no querían comer, jugar y casi ni maullaban cuando me veían.

Sin embargo, al tercer día después de la muerte de Satanás pasó algo mágico o tenebroso, depende de desde el punto de vista con el que se vea, porque cuando salí, me encontré, sorprendido, a Satanás maullando junto a Lucifer y Mefistófeles en la entrada del departamento.

Sin poder creer lo que veía, lo llamé "¡Satanás!" y, al escucharme, el gato voltio, me miró a los ojos y maulló como solía hacerlo antes de su muerte; al ver esto, incrédulo, lo llamé dos, tres y hasta cuatro veces más para ver si realmente era él y, cada vez que lo llamaba, el gato volteaba y me maullaba con su manera muy peculiar.

Desde entonces, Satanás sigue viviendo, cómo si nada hubiera pasado, junto a los otros dos mininos en frente de mi departamento. Y yo, a pesar de que cada vez que cuento la historia me dicen que lo desentierre para ver si el cuerpo sigue allí, prefiero aplicar la de Schrödinger y dejar al gato en su caja.

Fin.

917 - El cristiano políglota.

Sir Helder Amos | martes, noviembre 24, 2015 |
Cansado de que el Señor nunca escuchara sus plegarias en su lengua natal, estudió los distintos idiomas del mundo para hacer sus oraciones en español, francés, ingles, japones e italiano para ver si, así, el Señor lo escuchaba.

Fin.

916 - Endorfinas.

Sir Helder Amos | domingo, noviembre 22, 2015 |
Es curioso de ver como, cuando viene a buscarme para ir al gimnasio, siempre llega escuchando, en su carro,  los jazz y blues más tristes y melancólicos que han existido y, cuando regresamos a casa, después de entrenar, lo hacemos al son de las canciones pop más alegres y movidas del momento.

Fin.

915 - Bloqueo del escritor.

Sir Helder Amos | miércoles, noviembre 18, 2015 |
A la misma hora de siempre, cuando el escritor abrió su laptop para escribir, su mente se quedó en blanco. Y tras pasar  horas y horas sentado frente  a su ordenador, acariciando el teclado sin obtener algún resultado, se dio por vencido y se dijo para sí mismo: "Nop, nada."

Al día siguiente le sucedió lo mismo, y al siguiente, y al siguiente.

Preocupado, al siguiente día, el escritor decidió salir para despejar su mente, fue al teatro y caminó por el parque; pero, a pesar de que vio muchas cosas que podrían inspirarlo, cuando  regresó a casa y se sentó a escribir. "Nop, nada."

Al día siguiente, el escritor pasó todo el día pensando en algo sobre lo que escribir hasta que, finalmente, se le ocurrió la grandiosa idea de escribir sobre el bloqueo del escritor, sin embargo, cuando se sentó de nuevo frente a la computadora: "Nop, nada."

Fin.

914 - El divorcio de Figaro.

Sir Helder Amos | domingo, noviembre 15, 2015 |
Cuando el juez, Curzio, escuchó que Figaro iba a divorciarse, corrió y  le colocó un letrero de cerrado a la notaría porque, después de todos los acontecimientos previos al casamiento, ni loco querría involucrarse en el divorcio. 

Fin. 

913 - El falso profeta.

Sir Helder Amos | jueves, noviembre 12, 2015 |
Todos los días, el falso profeta salía a la calle para alarmar a la gente de las catástrofes o castigos divinos que se inventaba con la esperanza de que, algún día, la casualidad lo favoreciera y lo convirtiera en un verdadero profeta. 

Fin.

912 - El profeta.

Sir Helder Amos | miércoles, noviembre 11, 2015 |
La mañana del 19 de noviembre, cuando encendió el televisor para ver la noticias, palideció y se quedó petrificado al escuchar que un gran tsunami se acercaba a la ciudad. 

- No puede ser -se dijo a si mismo, viendo con nauseas el plato de cereal que tenía en frente de él- ¿Ese hombre? ¿Ese loco? ¿Un profeta? -se preguntó, recordando al indigente sucio y desmarañado qué había querido llamar la atención en el bus la semana pasada al decir que un castigo divino inundaría la ciudad la tarde del 19 de noviembre para castigar a todos los pecadores.

Fin.

911 - La granja del frente.

Sir Helder Amos | lunes, noviembre 09, 2015 |
Desde el amarillo porche de madera de su granja, padre e hijo pasaban la tarde tranquilamente cuando:

- Mira, ahí van llegando los nuevos vecinos -dijo el hombre, señalando con su dedo la gran camioneta último modelo que llegaba a la granja del frente.

- Vamos a ver cuanto tiempo duran -añadió el niño, mientras jugaba con su perro sin ni siquiera levantar la mirada.

Fin.

910 - XIII DEATH.

Sir Helder Amos | viernes, noviembre 06, 2015 |
Esa mañana, como de costumbre, sacó una carta del tarot antes de salir de su casa; pero cuando vio, asustado, que había sacado la carta XIII DEATH, la metió, rápidamente, de regreso en el mazo y salió corriendo, porque no tenía tiempo para asustarse ni pensar en su significado debido a todas las cosas que tenía que hacer.

Ese día pasó toda la mañana ajetreado, la tarde haciendo diligencias y la noche complicado. Hasta que finalmente pudo regresar a casa y, sin perder un segundo, se lanzó directamente a la cama, MUERTO de sueño y cansancio. Sin embargo, segundos antes de quedarse dormido, recordó la carta que había sacado en la mañana y sonrió levemente.

Fin.

909 - Los giros de la vida.

Sir Helder Amos | martes, noviembre 03, 2015 |
En uno de nuestros momentos de silencio sentados en la playa, noté que mi novio estaba más pensativo que de costumbre.

- ¿En qué piensas?
- En la vida - me respondió, soltando un suspiro y sonriendo llevemente.
- ¿Deprimido otra vez? - le pregunté, consternado, al ver que sonreía.
- No, no, todo lo contrario, es solo que... Me preguntaba quien seré o donde estaré en cinco o diez años.
- ¿Cómo así? Seguiras siendo tú, ¿no?
- Quizás si o quizás no - me respondió tranquilamente-.  Estaba pensando que hace cinco años cuando me gradué de la universidad como ingeniero, pensé que esa sería mi vida: la de un ingeniero trabajador y amante de la tecnología. Y mirame ahora, cinco años después soy un escritor o, mejor dicho, un intento de escritor que prefiere un libro a un e-book.
- Sigue, creo que te entiendo.
- Entonces, me estaba preguntando: ¿Quien seré o donde estaré? ¿Seguiré siendo escritor? ¿Seguiré viviendo en este país? ¿Me convertiré en pintor? ¿Artista? ¿Cantante? ¿Volveré a retomar la ingeniería?...  Y miles de preguntas más que revoloteaban por mi cabeza.
- Ya veo porque estabas tan callado; pero ¿sabes una cosa?
- ¿Qué?
- No importa lo que seas o donde estes, ojalá sigamos estando juntos - le dije, dándole un beso en la mejilla.

Fin.

908 - Belcebú.

Sir Helder Amos | domingo, noviembre 01, 2015 |
Ese día de verano, mientras intentaba tomar su almuerzo en su casa de campo, las decenas de moscas, que habían en el aire, revoloteaban a su alrededor e intentaban posarse sobre su comida sin dejarlo almorzar en paz.

- ¡Belcebú! - gritó el joven, obstinado, mientras espantaba las moscas con una mano-. ¡Controla a tus súbditos y ordénales que me dejen comer en paz!

Al instante, todas las moscas desaparecieron y el joven, sorprendido, terminó de comer tranquilamente; pero esa tarde, mientras tomaba la siesta bajo un gran árbol,  el joven tuvo un sueño muy extraño en el que millones de moscas lo atacaban y se lo llevaban volando a una oscura caverna, donde una grotesca mosca gigantesca lo estaba esperando para comérselo.

Al despertar, sudoroso y aterrado, el joven corrió a su vehículo, se montó y pasó toda la noche manejando de regreso a la ciudad, haciendo pequeñas paradas en todas las iglesias que encontraba en el camino para rezar un poco y jurar que más nunca volvería a jugar con demonios.

Fin.

907 - La torre de babel.

Sir Helder Amos | sábado, octubre 31, 2015 |
Cuando leyó el obituario, corrió del estudio a la cocina y le dijo a su esposa:

- Amor, ¿te acuerdas de Jeremy?
- ¿Jeremy?
- Sí, mi mejor alumno de la clase de literatura del 2006.
- ¿El qué quería ser escritor?
- ¡Sí!
- ¿Qué pasó con él? ¿Logró publicar su obra?
- No, se murió, lo encontraron muerto en su apartamento.
- ¡Qué lastima! ¿Y su obra? ¿Cómo era que se llamaba? De la que él siempre hablaba.
- La torre de babel.
- Sí, esa, ¿logró publicarla?
- No.
- ¡Qué lastima! ¿Logró siquiera comenzarla? - preguntó la mujer -. Recuerdo que él siempre hablaba de su obra y lo grandiosa que sería cuando estuviera lista; pero que no había podido comenzar a escribirla porque todavía la estaba preparando y planificando en su mente.
- No, creo que no, bueno, nunca me envió nada.
- ¡Qué lastima! Porque por lo que decía de ella sonaba interesante.
- Sí; pero bueno... ¿Qué estás preparando para la cena?
...

Fin.

906 - El sacrificio impuro.

Sir Helder Amos | miércoles, octubre 28, 2015 |
Cuando todos en la isla señalaron a la jovencita más bella para que fuera el sacrificio, esta opuso resistencia y, desesperada, le gritó al cura y gobernador de la isla: 

- ¡Yo no puedo ser el sacrificio! ¡Dígales! ¡Detenga todo esto! ¡Vamos! ¡¿Qué espera?!

El hombre, al escuchar estas palabras, frunció el ceño y entrecerró los ojos mirando amenazadoramente a la bella jovencita. 

- ¡Vamos! ¡Digales! ¡Usted sabe muy bien que yo no puedo ser el sacrificio! - continuó gritando la joven, instando al hombre, quien levantó una mano para que todo el mundo guardara silencio y se levantó de su trono.

- No sé de que hablas, no veo por qué no puedas ser el sacrificio - dijo el hombre, determinando el destino de la joven y de toda la isla. 

Fin.


905 - Vulcanus, el exigente.

Sir Helder Amos | martes, octubre 27, 2015 |
Tan pronto los pies de la bella jovencita, que habían lanzado como sacrificio, tocaron la lava; el volcán, enojado porque esta no era virgen, hizo una gran explosión y erupcionó quemando toda la isla.

Fin. 

904 - El pacto de amor.

Sir Helder Amos | viernes, octubre 23, 2015 |
Cuando descubrieron que iban a ser padres, la pareja de recien casados, quienes estaban muy enamorados, decidieron llamar al pequeño con un nombre muy especial, que ellos mismos habían inventado, como representación del pacto de amor que se habian jurado desde el primer día que se conocieron.

Ocho meses después del nacimiento del pequeño, por los diferentes giros que da la vida, el hombre llamó a su mujer a la cocina del pequeño apartamento que habían comprado y le dijo, muy tristemente, que el amor se había acabado, que ya no la amaba, que quería divorciarse.

La mujer palideció al escuchar estas palabras y, rompiendo en llanto, salió corriendo de la cocina, subió las escaleras y entró a la habitación del bebé cerrando la puerta tras de si.

El hombre la siguió y al no poder entrar a la habitación, empezó a golpear la puerta y a  arremeter contra ella para tumbarla. Dentro, la mujer se acercó a la cuna y agarrando, entre sus manos, una pequeñita almohada celeste, la  presionó fuertemente contra la cara del bebé.

Cuando el hombre, finalmente, pudo entrar en la habitación, le pegó un empujón  tan fuerte a su esposa que la tiró al suelo y le gritó:

- ¿QUÉ ESTAS HACIENDO? - mientras tomaba al bebé entre sus brazos, pero ya era demasiado tarde -. ¡MIRA LO QUE HICISTE! ¡MATASTE A NUESTRO PEQUEÑO! - le gritó el hombre, rojo de ira, mientras agitaba el cuerpo sin vida del bebé en el aire, frente a la cara de su mujer.
 
- El pacto está roto - dijo la mujer muy lenta y friamente  desde el piso -. Tú lo rompiste. No merecia vivir - y levantándose muy agilmente, salió corriendo de la habitación y más nunca fue vista por nadie.

Fin.

903 - El transplante.

Sir Helder Amos | lunes, octubre 19, 2015 |
Cuando salió del quirófano, descubrió, horrorizado, que ya no amaba a su esposa y, que en cambio, estaba terriblemente enamorado de la viuda del donante. 

Fin.

161 Años de Wilde: Máxima expresión. (Microcuento ganador del concurso)

Sir Helder Amos | viernes, octubre 16, 2015 |
Fue siempre su gran belleza, motivo de las pláticas de los pobladores de San Remingio: La blancura de su ojo con catarata, la negrura de sus tres dientes frontales cariados, la textura de la cicatriz que cruza toda su mejilla derecha, la pequeñez de su miembro disfuncional, el brillo de las monedas de oro que guarda en su alcoba, el grosor de los fajos impresos (de euros) en su caja fuerte, la amarillez de sus 25 títulos de propiedad, la palidez de su rostro que nunca sonríe.

¡Belleza en su máxima expresión!

Fin.
Escrito por: Nadiel Hernandez

902 - Para mañana.

Sir Helder Amos | viernes, octubre 16, 2015 |
Para cuando encontraron su cuerpo, el suculento pastel de chocolate que había guardado, especialmente, para comerselo al día siguiente, ya se había descompuesto y llenado de gusanos.

Fin.

901 - El gran escape.

Sir Helder Amos | miércoles, octubre 14, 2015 |
Cuando el joven se sentó en el borde del muelle para apreciar lo que parecia el infinito mar que se perdía en el horizonte, un pescador que pasaba por allí, se le acercó en su pequeño bote.

- ¿Tú tambien? - le preguntó el pescador.
- ¿Disculpe? - se excusó el joven sin saber si era con él.
- ¿Tú tambien quieres escapar? - repitió el pescador, empezando a buscar algo entre una pila de objetos que tenía en el bote.
- ¿Por qué lo pregunta?
- Porque todos los días conozco uno o dos jóvenes como tú, que vienen a este muelle a apreciar el mar con ganas de escapar - explicó, agarrando un chalecho salvavidas extra entre sus manos. 
- Ah - dijo el joven - no, yo solo quiero nadar, pero pareciera que el agua está muy fría.
- ¡Solo salta y ya! - gruñó el pescador, tirando el chalecho de nuevo en la pila de objetos y empezando a alejarse en su bote.
- ¿Se va?
- Si, si no quieres escapar, entonces no te puedo ayudar.

El joven vio alejarse al pescador y luego de un gran rato, se puso de pie, soltó un gran suspiro y se alejó reprochándose a si mismo: "¡Demonios! Debí haberme traído el traje de baño."

Fin.

900 - La fiesta sorpresa de Halloween.

Sir Helder Amos | domingo, octubre 11, 2015 |
El veinte de octubre, después de que el Superhéroe salvó rapidamente al mundo, regresó literalmente volando a la casa de mejor amigo para la fiesta sorpresa que le habían preparado; pero, en su apuro, olvidó cambiarse su traje y ponerse ropa normal, así que cuando entró a la fiesta, todo el mundo se quedó en silencio y lo miró fijamente al verlo en su disfraz y por haber llegado tarde.

- ¿Qué? - balbuceó el Superhéroe mirando a todo el mundo y mordiendose el labio inferior - ¿Esta no era una fiesta de disfraces? ¿Halloween? ¿Hello?

- ¡Wow! - dijo el cumpleañero con la boca abierta - ¡Esto si que es una sorpresa!

Fin.

899 - El sol muriente.

Sir Helder Amos | jueves, octubre 08, 2015 |
En el momento que se casaron. él le prometió amarla y estar junto a ella por siempre, cómo brillaba el sol naciente; así que cuando leyó el reporte de la NASA de que el sol había comenzado a apagarse, salió corriendo de la oficina a su casa, y cuando llegó, se encontró. horrorizada, a su esposo con otra mujer en la cama.

Fin.

898 - El pastor alemán.

Sir Helder Amos | domingo, octubre 04, 2015 |
Cuando escuchó la rejilla del jardín abrirse, la mujer salió rápidamente de la casa para ver quien era.

- ¿Amor? ¿Qué haces tan temprano de vuelta? - preguntó al ver a su esposo.
- Me despidieron.
- ¡¿Otra vez?! ¿Qué pasó esta vez?
- Lo mismo de siempre, mi vida, me quedé dormido en el trabajo.
- ¡¿De nuevo?!
- Si.
- ¿Y todo el café que te tomaste antes de ir a trabajar? ¿No funcionó?
- No.
- ¿Y no hablaste con el dueño del rebaño? ¿no intentaste explicarles?
- Si, mi vida, yo les expliqué que es común que los pastores nos quedemos dormidos en nuestro tabajo, porque contar ovejas da sueño y no podemos evitar quedarnos dormidos al hacerlo: pero ellos no entienden, pareciera que nunca hubieran tenido problemas de insomnio.
- Ay que mal, amor, ahora te tocará buscar otro trabajo.
- Si ¡Qué ironía! ¿No? Porque ahora voy a pasar largas noches sin poder dormir por la ansiedad de estar desempleado otra vez, cuando quedarme dormido en el trabajo siempre ha sido la causa de mi despido.

Fin.

897 - El nuevo ateo.

Sir Helder Amos | sábado, octubre 03, 2015 |
>> Jesús, tenemos que hablar, yo sé que llevamos toda la vida juntos, pero no puedo más, siento que esta relación es unilateral, yo doy, doy, doy y no recibo nada a cambio, a pesar de que dicen que debo ser paciente y que tú siempre estás a mi lado, siento que tú nunca lo estás y ya me cansé de esperar a que te fijes en mi y me des no solo lo que necesito sino lo que quiero, si es que algún día pensabas hacerlo, es por eso que he decidido no molestarte mas, terminar contigo y ser libre, libre y responsable de crear mi propia vida y destino,

Fin.

896 - La mamacita.

Sir Helder Amos | viernes, octubre 02, 2015 |
Cuado se desató la tormenta, en vez de preocuparse porque sus hijos estaban solos en casa, o porque no había cerrado las ventanas, la mamacita se llevó las manos a la cabeza y gritó horrorizada: ¡Ay, mi pelo!

Fin.

895 - La medalla de oro.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 30, 2015 |
Cuando entraron al estudio del abuelo para recoger sus cosas, el niño le preguntó a su madre:

- ¿Y todas esas medallas, mamá?
- Esas eran las medallas de tu abuelo. 

El niño se acercó a la pared donde habían colgadas no menos de treinta medallas; pero percatándose de que todas eran medallas de segundo lugar o de participación, el niño volvió a preguntar.

- ¿Y el abuelo nunca ganó nada, mamá?
- Si, hace años ganó el primer lugar, una hermosa medalla de oro.
- ¿Y donde está? - inquirió el niño - No la veo guindada por ninguna parte.
- Esa está enterrada junto con tu abuelo. 
- ¿Por qué?
- Porque desde que la ganó, tu abuelo nunca se la quito de su pecho, y a pesar de que decía que esa medalla había sido su perdición, porque al ganarla había perdido sus ganas de vivir, siempre la llevaba guindada en su cuello y por eso tu tía y yo decidimos enterrararla con él.
- ¿Cómo así que al ganarla perdió, mamá? No entiendo. 
- Verás, tu abuelo vivió toda su vida tratando de ganar esa medalla; todos los años participaba y todos los años perdía, pero en vez de perder la esperanza, cada año el intentaba más fuerte y se sentía más motivado para ganarla, hasta que finalmente la obtuvo, y después se perdió, ya no tuvo nada que lo motivara a seguir.
- ¡Pero sí ganó! - dijo el niño llevando las manos al aire - El abuelo estaba loco, ¿no es cierto, mamá? 
- Si, un poco; pero no del todo, todavía estas muy pequeño, cuando seas grande entenderás un poco mejor su locura. 

Fin.

894 - La luz de mi vida.

Sir Helder Amos | domingo, septiembre 27, 2015 |
Cuando la vi entrar, mi corazón se detuvo, y puedo jurar que escuché al Gran Señor decir desde los cielos: "Hágase la luz."

Fin.

893 - El detector de tesoros.

Sir Helder Amos | sábado, septiembre 26, 2015 |
>> Ocurrió aquí, en la playa, cuando era joven, ese día estaba estrenando mi nuevo detector de tesoros, estaba cansado, había pasado toda la mañana caminando, escaneando toda la arena con mi detector sin conseguir ningún resultado; pero cuando estaba a punto de darme por vencido y regresar a casa, para seguir intentándolo otro día, el continuo beep que hacía mi detector se intensificó y se aceleró.

>> Empecé a seguir el rastro del tesoro utilizando mi preciado detector, y cuando llegue a donde ella estaba tomando el sol, los beep se hicieron tan rápidos y fuertes que hacían la maquina vibrar en mi brazo.

- Disculpe, señorita, me da un permiso, creo que he encontrado un tesoro justo donde usted está.

>>Sonriendo y sonrojándose un poco, la bella joven movió su toalla y se apartó del lugar sin reprocharme mi intromisión en su baño de sol, diciendo: "Pero si encuentras algo me das la mitad ¡Eh!"

>>Pero, para mi sorpresa, cuando la hermosa joven se movió y escaneé el lugar donde ella estaba, mi detector no respondió, frunciendo el cejo, lo apagué, lo encendí de nuevo y lo volví a intentar, pero nada; luego, al ver a la bella joven sonriendo picaramente por la pena que mi detector me había hecho pasar, una idea se me vino a la cabeza y apunté mi maquina hacía ella, al hacerlo, el aparato empezó a vibrar y a sonar de nuevo.

- Disculpe, señorita; pero ¿Que va a hacer esta tarde? - le pregunté.

>> Y así fue como encontré al gran tesoro que fue tú madre - le dijo el hombre a su hijo, mientras posaba una delicada rosa roja sobre la tumba de su mujer en la playa - en este mismo lugar, con ese detector que tengo guindado en la sala de la casa, y aunque ella decía que el detector solo reaccionaba por los aretes de oro que llevaba puesto ese día, yo estoy seguro que no fue solo por eso.

Fin.

892 - El día después.

Sir Helder Amos | jueves, septiembre 24, 2015 |
Cuando despertó, descubrió, horrorizado, que mientras dormía la humanidad se había extinguido y que él era el único ser humano que quedaba sobre el planeta, sin embargo, entre su creciente desesperación, sonrió al escuchar y ver que los ruiseñores todavía cantaban y que el sol seguía brillando, como si nada hubiera pasado. 

Fin.  

891 - El hada macabra.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 21, 2015 |

Después de que su padre, el Rey, le prohibiera ir a visitar a su amiga plebeya en el pueblo, la Princesa regreso a su habitación llorando desconsoladamente y justo en ese momento, fue visitada por un hada madrina que le dijo tiernamente:

- No llores, querida, dime lo que tu corazón desea para hacerlo realidad y transformar esas lágrimas de tristeza en lágrimas de felicidad.

- Quiero... Quiero... - dijo la Princesa entre sollozos - Quiero ser la reina de este pueblo ya, para que nadie pueda prohibirme nada, ni siquiera mi padre, y así ser libre de hacer lo que quiera, cuando quiera.

- Esta bien querida, cumpliré tu deseo, - le dijo el hada, dándole un beso en la frente a la Princesa y recostándola sobre su cama - ahora duerme, y mañana cuando despiertes serás la nueva reina de este pueblo.

Esa noche, mientras la Princesa dormía, el hada madrina guardo su varita mágica y sacó su látigo, pinzas, tijeras y pistolas para pasar la noche haciéndoles pagar a los reyes, con sus vidas, por todas las lágrimas de tristeza que le habían hecho derramar a la pobre Princesa.

Fin.

890 - El salero de arsénico.

Sir Helder Amos | sábado, septiembre 19, 2015 |
Cuando terminó de preparar la cena, muy consciente de lo que le había dicho el cardiólogo, después de diagnosticar a su marido con hipertensión, la mujer agarro el salero y rocío la comida de su esposo con su contenido. 

Fin.

889 - El toro daltónico.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 16, 2015 |
Cuando el torero entró a la plaza con una gran ovación, agitó fuertemente su capote para llamar la atención del toro que bufaba desde el centro de la arena; pero para sorpresa de todos, por más que el torero tentara al animal con su bello capote rojo escarlata, éste permanecia muy quieto, bufando desde el lugar donde estaba, sin moverse ni un centímetro.

Después de varios minutos, el torero, quien había rodeado varias veces al animal, tratando de llamar su atención con su capote, e incluso con su pañuelo, no logró hacer que el toro se moviera ni un centímetro, y, a pesar de que estaba consternado por la situación, le clavó una banderilla en el lomo del animal para ver si éste reaccionaba. 

El toro profirió un largo y estruendoso bufido de dolor, pero siguió inmóvil en su lugar. 

Mientras esto pasaba, el público hizo un silencio sepulcral, y el torero, presionado por lo extraño y aburrido que se había convertido el acto, clavo una segunda y tercera banderilla sobre el lomo del toro, sin obtener mas resultados, que los mismos bufidos de dolor del animal.

Asi, decidido a acabarlo todo lo más rapido posible, el torero le dio la estocada final al animal, que murió muy confundido al ver que la sangre que salia de sus heridas era de un color verde esmeralda. 

Fin. 

888 - Temporada de gallinas.

Sir Helder Amos | martes, septiembre 15, 2015 |
Cuando empezó la temporada de caza y llegó el tiempo de migración, el lider de los patos se consternó mucho, al no ver a ninguno de los otros patos al momento de emprender su viaje hacía el sur.

Después de buscarlos cómo loco, encontró a todos los patos escondidos en una pequeña cueva de una zona de reserva. 

-¿Qué hacen aquí escondidos? - les preguntó el pato lider - Es hora de migrar, vamos, todos a formarnos en ve y a volar al sur.
 
- Estamos escondidos, no podemos migrar este año porque ya empezó la temporada de caza - respondieron algunos patos - si salimos volando de la reserva, los humanos nos matarán a tiros con sus horribles escopetas.

- ¿Y le temen a unos humanos con escopetas? - les reprochó el lider - ¿Ustedes son patos o gallinas?

Después de un largo momento de silencio, los patos aceptaron migrar guiados por su lider, pero tan pronto se formaron y emprendieron el vuelo, un tiro le partió la cabeza al lider, salpicando a los demás patos de sangre, quienes,  asustados, regresaron a la zona de reserva, donde, desde entonces, en vez de cuaquear, no hacen mas que cacarear y picotear la tierra como los animales que realmente son. 

Fin.

887 - El diluvio.

Sir Helder Amos | domingo, septiembre 13, 2015 |
Por temor a mojarse, esperó toda su vida, sentado junto a la ventana, a que terminara de llover para salir de su casa en busca de sus sueños.

Fin.

886 - La tarjeta negra.

Sir Helder Amos | martes, septiembre 08, 2015 |
Desde la terraza de la casa con vista a la piscina dos amigas tomaban el té.

- ¿Por qué no vamos a tomar el té en otro lado? - dijo la invitada.
- Porque no tengo dinero - dijo la dueña de la casa.
-¿Estás bromeando?
- Para nada amiga.
- ¿Cómo no vas a tener dinero con esta gran casa, ese carro último modelo que tienes parqueado en tu garage y todas tus tarjetas negras?
- Ay amiga, si supieras, esta gran casa está hipotecada, mi carro, todavía lo estoy pagando, y mi tarjeta negra, ¿crees que es negra porque tengo mucho dinero? No, es negra porque, al contrario, tengo muchas deudas.
- Oh, disculpa amiga, nunca pensé...
- Tranquila, ¿quieres leche en tu té?
- Si, por favor, y dos cubos de azucar.

Fin.

885 - La gran depresión económica.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 07, 2015 |
Cuando vio que su mejor amiga la estaba llamando, respiró profundo y se preparó para la tomenta:

- Alo.
- Hola, ¿Cómo estás? - le dijo su amiga, preocupada.
- Eh, bien - respondió dubitativamente - ¿y tú?
- No me engañes, no estás bien, tengo días que no te veo, tienes días sin salir de la casa ¿no es cierto?
- Eh, sí, pero no es por lo que crees que es...
- ¡Estás deprimida otra vez! ¡Lo sabía! ¿Por qué no me habías llamado para hablar al respecto?
- No es eso...
- ¡Vamos, vistete vamos a salir!
- No puedo...
- ¡Nada de eso! Ya voy por ti, no voy a dejar que te hundas de nuevo es ese pozo de oscuridad ¡Vistete!
- Espera, escuchame, en verdad no puedo salir, y no es porque este deprimida, o bueno, quizás si lo estoy, un poco, pero no por lo que crees, no tengo dinero, es por eso que llevo días sin dejar mi apartamento, no tengo dinero ni para comprarme un agua, así que mejor me en casa.
- ¿Segura que es solo por eso?
- Si, segura, es una depresión estrictamente económica.
- Bueno, vistete de todas maneras, yo te invito, no vemos en 20 ¡Bye!

Y colgó el teléfono, sonriendo, porque todo había salido mejor de lo que se esperaba.

Fin.

884 - La gran pirámide.

Sir Helder Amos | domingo, septiembre 06, 2015 |
En mi viaje de autodescubrimiento, cuando llegue a Egipto, los habitantes de una pequeña locación, me dijeron que aquello que buscaba se encontraba en la gran pirámide que estaba en el medio del desierto, "¿Aquella?" les pregunté, señalando la triangular estructura que se veía a lo lejos, y tras obtener una respuesta afirmativa, preparé todo para emprender mi viaje hacía ella.

Al amanecer, me monté en un camello y me adentré en el desierto, usando la gran pirámide que se levantaba a mi horizonte cómo guía, al principio, a medida que marchaba hacía ella, sentí que me acercaba a mi destino con cada paso que daba mi animal, pero luego, sin importar cuantas horas marchara, la gran pirámide se veía más lejos que nunca.

Después de varias semanas de viaje, mi camello se murió deshidratado, y yo tuve que seguir mi viaje solo, más lento, porque ahora en vez de avanzar sobre cuatro patas, marchaba sobre mis dos pies; aunque habían dias en los que no me detenía, podía caminar todo el día sin sentir sed, ni hambre; pero a veces el sol y el calor me jugaban bromas pesadas, porque me hacían alucinar y ver, como en la gran pirámide que se levantaba a mi horizante, se abria un gran ojo para verme y mantenerme vigilado todo el tiempo.

Ahora que han pasado años desde que me perdí en el desierto, sigo marchando hacía la gran pirámide que todavía se ve a lo lejos; pero cada día con más ansias de llegar a ella, porque ahora, entre tantas aluciones, quiero comprobar yo mismo, si ese gran ojo que, a veces, veo, está, o no, fijado en las rocas amarillas de esa gran estructura que guia mis pasos.

Fin.

883 - El gran cazador.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 02, 2015 |
Cuando vio, a lo lejos, al oso que sería se presa, cargó su arma  y se fue acercando muy sigilosa y silenciosamente hacía él, sin que el animal se diera cuenta de su presencia. Al llegar cerca del animal, colocó su dedo sobre el gatillo, cerró un ojo para apuntar mejor, y aguantó la respiración; pero un segundo antes de que puediera disparar su arma, un rugido procedente de su espalda lo sorprendió, otro gran oso se alzaba sobre él y dándole una gran zarpada en el pecho lo mató. 

El oso, muy contento, regresó a su cueva arrastrando su premio, y después de una larga noche, pudo exhibir en su pared, la cabeza disecada del amateur cazador cazado. 

Fin. 

882 - El jardinero del cementerio.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 31, 2015 |
Cuando el nuevo jardinero comenzó a trabajar en el cementerio, se fijo, a los pocos dias, en una señora qué visitaba todos los días el lugar para llevarle un pequeño bouquet de camelias rojas a los difuntos que allí reposaban, pero lo curioso de esta señora, es que nunca visitaba dos veces la misma tumba, si no, que cada día visitaba una diferente. 

Un día, mientras podaba la verde y brillante grama del cementerio, la señora llegó con sus camelias y se sentó en la tumba que estaba justo al lado de él y aprovechando la situación, le preguntó: 

- Ha perdido muchos familiares y personas queridas, ¿no es cierto?.
- No - respondió secamente la mujer.
- ¿Entonces por qué viene al cementerio a visitar y a traerle camelias a una tumba diferente cada día? - preguntó el jardinero, sin poder contener su curiosidad.
- Porque me gusta escuchar sus historias - dijo la mujer - soy medium - añadió, al ver la cara de perplejidad que había puesto el hombre al oír su respuesta- puedo hablar con los que se encuentran en el más allá, es por eso que todos los días visito una tumba diferente, para escuchar las historias que todos estos muertos tienen para contar: quienes fueron, cómo murieron. Todos tienen una historia diferente e interesante, nunca he escuchado dos historias iguales.
- Ah, bueno - dijo el jardinero nerviosamente- disculpe entonces, no la molesto más, siga escuchando sus historias, hasta luego.

Minutos después, el jardinero renunció a su trabajo y se juró no trabajar más nunca en un cementerio. 

Fin.

881 - Las mejores vacaciones.

Sir Helder Amos | sábado, agosto 29, 2015 |
Cuando se percató que sólo faltaban un par de días para que llegara septiembre, dejó todo lo que estaba haciendo en la computadora y, girando su silla, le dijo a su amigo:

- Éstas han sido las peores vacaciones de mi vida.

- ¡Bah! Todos los años dices lo mismo - le dijo su amigo, quien se encontraba acostado en la cama, lanzando una pelota de goma al aire. 

- Es que todos los años se superan, y son más aburridas que las del año anterior. 

- ¿Y has hecho algo para intentar que eso cambie? - le preguntó su amigo, continuando con su juego de pelota, sin prestarle mucha atención.

Decidido, se levantó súbitamente de la silla de la computadora, y atrapó la pelota de su amigo en el aire.

- ¡Ey! ¿Qué haces? ¡Estaba a punto de romper mi propio record! - se quejó su amigo.

- Vístete, vamos a salir.

Fin.

880 - A las 04:00 pm.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 26, 2015 |
Poco a poco, a medida que los años pasaban, fue cambiando su hora del té, en la que solía sentarse a pensar y reflexionar, por una Happy Hour, para beber y olvidar.

Fin.

879 - El que calla no otorga, angustia.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 23, 2015 |
>> ¡No sé! ¡No sé! En verdad no sé, no sé si me quiere o si me odia, no sé nada, ya no sé que pensar, no sé que decir, no sé cómo interpretar su silencio ¡Me estoy volviendo loco!

>> ¡Di algo!

>> ¡Habla!

>> ¡Ahora!

Fin.

878 - Amor mortal.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 19, 2015 |
Cuando regresó del velorio de su abuelo, el chico que le gustaba (quien nunca le hablaba) la abrazó fuertemente y le susurró al oído: "Mi sentido pésame."

Sin embargo, a parte de ese momento especial, todo continuó con regularidad y no volvieron a cruzar palabras, cómo era habitual; pero ella, quien se había sentido realmente viva durante el pequeño momento que duró el abrazo, empezó a delirar por volver a sentir los brazos de su amado alrededor de su cuerpo, y en un haz de locura, empezó a matar, mensualmente, a todos y cada uno de los miembros de su familia, para que su chico la abrazara fuertemente y le susurrara esas tristes palabras que para ella valían más que la vida misma.

Desde entonces, delirando por sentir nuevamente los brazos de su amado alrededor de su frágil cuerpo; empezó a matar, mensualmente, a todos y cada uno de los miembros de su familia para que se repitiera, una y otra vez, ese triste momento de condolencia que para ella valía más que la vida misma.



Fin. 

877 - ¿Hedonismo o heroismo?

Sir Helder Amos | domingo, agosto 16, 2015 |
...
- ¡¿En serio hiciste eso?!
- Seh.
- ¡Wow! Tú eres lo máximo, me gustaría ser cómo tú.
- ¿Cómo? ¿Un hedonista de mierda que hace lo que quiere, cuando quiere?
- No, valiente; yo nunca podría hacer algo parecido, me da miedo, pena, ¿qué pensaría la gente? Pero, en cambio, a ti eso no parece importarte ni detenerte.
- ¡Quien te escuchara, diría que soy un heroe!
- Pues, para mi lo eres.
- Pfff.

Fin.

876 - El mar.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 13, 2015 |
- ¡Ey! ¿Qué te parece si vamos a la playa? A ver si el mar te ayuda a despejar la mente y a salir del estado en el que estás.

-¿Estás loco? ¡¿La playa?! Si aquí, en la ciudad, rodeado de edificios y vehículos, siento que me ahogo, no me quiero ni imaginar, lo que sentiré estando cerca del mar.

Fin.

874 - La historia de la bruja más mala.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 09, 2015 |
Nadie cree que detrás de la bruja más mala del bosque, se encuentra escondida un hada madrina, pero no un hada madrina cualquiera, no, si no, la hada madrina más buena que ha existido en el mundo fantástico; pero que, con el tiempo toda su luz y bondad se fue convirtiendo en maldad y oscuridad.

Su historia es la siguiente: hace mucho, mucho, tiempo, el hada madrina más buena, decidió construir un castillo en un bosque encantado, para que todas las personas, animales o seres mitológicos pudieran acudir a ella cuando necesitaran ayuda.

De tal manera, mostrando su bondad, el hada madrina, empezó a ayudar y a conceder los más profundos deseos de todos aquellos que la visitaban en su castillo; al principio, esto alegró mucho al hada, porque todas aquellas personas, animales y seres que ella ayudaba, le agradecían mucho y la vanagloriaban.

Pero con el tiempo, los rumores del hada madrina que cumplía deseos, se corrió por todo el mundo, y todas las personas, animales y seres mitológicos se presentaron en el castillo, para aprovecharse de la bondad del hada madrina.

De esa forma, una larga fila interminable se formó en las afueras del castillo, y el hada madrina pasaba todo el día cumpliendo deseos: humano, tras humano, tras caballo, tras elfo, tras dragón, tras gato, tras ganso, tras humano, tras fauno...

Pronto, todo el mundo empezó a creer que tenían derechos sobre el hada madrina, y que ésta estaba obligada a cumplir sus deseos, y empezaron a maltratar a la humilde hada madrina, sin ni siquiera agradecerle por los deseos que ésta les cumplía.

Así, poco a poco, el bondadoso corazón del hada madrina se fue marchitando; y a pesar de que por mucho tiempo, ella trató de mantener la esperanza, porque, realmente, ella cumplía los deseos de los demás como un acto de nobleza, sin esperar nada a cambio, el continuo maltrato y desagradecimiento de todos aquellos a quienes bendecía, hicieron que, tal como la rosa que nunca se riega, el corazón del hada madrina se marchitara y se convirtiera en una pasa arrugada y sin vida.

Al ver, cómo, poco a poco, toda su esperanza se convertía en desesperación,  y al sentirse usada y abusada por aquellos a los que quería ayudar, el hada madrina se convirtió en una terrible bruja, y, en cambio, empezó a maldecir a todos aquellos que osasen visitarla en su castillo.


Fin.

873 - La oscuridad.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 06, 2015 |
Un día, cuando desperté, me dí cuenta que había caído en la oscuridad. Aterrado, empecé a gritar y a correr por todos lados, hasta que vi, a lo lejos un pequeñísimo haz de luz, hacía el cual me dirigí sin dudarlo ni un segundo; unos días corría, otros solo caminaba, pero nunca dejé de marchar hacía aquel pequeño haz de esperanza que tenía de salir de la oscuridad.

La mayor parte de mi trayecto, la pasé llorando, me sentía sólo, aterrado, hasta que un día, me encontré a un niño jugando en la oscuridad, y preocupado por él, lo invité a que se uniera conmigo y caminaramos juntos hacía la luz; pero entre sus risas el pequeño me dijo:

- No gracias, me estoy divirtiendo mucho acá, tengo que disfrutar la oscuridad mientras dure.

Sorprendido por las palabras del pequeño, no insití más y seguí caminando; más tarde, me encontré con un anciano sentado muy calmadamente sobre una roca, y al igual que cómo hice con el pequeño, me acerqué a él y lo invité a que se uniera conmigo y caminaramos juntos hacía la luz; pero entre un suspiro y una sonrisa serena, el anciano me dijo:

- No gracias, ya estoy cansado de marchar y buscar la luz, así que en cambio, espero aquí sentado a que ella me encuentre a mi. 

Sorprendido por las palabras del anciano, seguí caminando y caminando hacía el pequeñísimo haz de luz, el cual, sin importar cuanto caminara, nunca se acercaba; pero a medida que marchaba y recordaba las palabras las palabras del pequeño y del anciano, mi miedo a la oscuridad fue desapareciendo poco a poco, y ahora, mientras me dirijo hacía aquel pequeño e inalcanzable haz de esperanza, disfruto de la caminata.

Fin.

872 - El dormilón.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 03, 2015 |
- ¡Vamos despierta! ¡Levántate de esa cama! - le dijo su mamá, haciendo mucho ruido y abriéndole las cortinas de su habitación.
- ¡Vete, mamá dejame dormir! - le dijo con un gruñido, tapándose la cara con la amohada.
- ¡Vamos despierta! ¿No sabes que la vida es eso que pasa mientras tu duermes?
- Si, lo sé - dijo, bostezando y acomodándose mejor en su cama; pero antes de quedarse dormido de nuevo, añadió- y es exactamente por eso que me gusta dormir tanto.

Fin.

871 - El vestido de bodas.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 02, 2015 |
Tan pronto entró por las puertas de la iglesia y empezó a marchar por el pasillo central, su blanco y puro vestido de novia, que, según su novio, representaba su alma, empezó a teñirse de negro, poco a poco, paso a paso, revelando su oscuro y promiscuo pasado.

Fin.

870 - El ayudante del diablo.

Sir Helder Amos | martes, julio 28, 2015 |
- ¡¿Por qué está nevando en el infierno?! - gritó el Diablo, enfurecido.
- Lo siento señor, me equivoqué al graduar la temperatura - murmuró su asistente por lo bajo.
- ¡Eres un inútil! - le gritó el Diablo, botando fuego por la boca - primero, le das un día libre a los torturadores, luego, arruinas los instrumentos de torturas, ¡¿Y ahora esto?¡
- Lo si-siento, señor-ñor - titubeó su asistente.

El diablo no le dijo nada más y se lo quedó mirando muy fijamente, sospechando, si éste nuevo asistente no habría sido enviado por su gran y único enemigo para arruinar las cosas allá abajo; pero después de un largo rato, y de asegurarse a sí mismo, que Dios sería incapaz de hacer semejante cosa, soltó un bufido y le ordenó a su asistente a que fuera a ponerle clavos a la escalera del infierno para que los pecadores se puyaran los pies al bajar.

Mientras tanto, en el cielo, Dios se reía a carcajadas de lo que pasaba en el infierno, y le dijo a San Pedro:

- ¿Estás viendo Pedro? Jajaja ¡Te dije que nunca se iba a dar cuenta!
- Pero eso va en contra de sus valores, Señor - dijo Pedro, frunciendo el entrecejo.
- ¡Ay Pedro, Pedro, en el amor y en la guerra no hay valores, allí todo se vale! - dijo Dios, ordenándole, telequinéticamente, a su espía, que clavara completamente los clavos en la escalera del infierno, para que ningún pecador resultara herido al bajarla.

Fin.

869 - El secreto del mago.

Sir Helder Amos | lunes, julio 27, 2015 |
Después del show de magia, un niño muy astuto y perpicaz, logró colarse al camerino del mago, y tomándolo por sorpresa le preguntó:

- ¿Cuál es tu secreto? ¡Dime! ¿Cuál es tu secreto?
- ¿Mi secreto?
- ¡Si! ¡Tu secreto! ¿Es tu varita? - siguió preguntando el niño, muy hiperactivamente - ¿Tu sombrero? ¿Tu capa? ¿Cual es tu secreto? ¿Cómo haces para hacer magia?
- Querido niño - empezó a decir el mago - mi secreto no reside ni en mi varita - dijo dándole la varita al pequeño - ni en mi sombrero - continuó , quitándose su sombrero y poniéndoselo sobre la cabeza al niño - ni mucho menos en mi capa - siguió diciendo, mientras le ponía su capa sobre los hombros al pequeño - el secreto de la magia es creer.
- ¿Creer? - inquirió el niño, arrugando la nariz.
- Si, mientras creas en la magía, ésta se hace realidad ¡Mira!

Haciendo un ademán con sus manos, el mago hizo aparecer, de la nada, una roja y brillante manzana.

- Toma, te la regalo.
- Gracias - dijo el niño, tomando la manzana entre sus manos con los ojos muy abiertos - ¿Es de verdad?
- Si, muérdela, y cuando la pruebes te darás cuenta que es la manzana más dulce y deliciosa que hayas probado en tu vida, porque es una manzana mágica.
- ¡Mmmnnn! ¡Está deliciosa! ¡Gracias señor mago!
- De nada, pequeño, ahora devuelveme mi varita, mi sombrero, mi capa y regresa con tus padres, que deben de estar preocupados.
- Si, señor, mago, y no se preocupe, su secreto está a salvo conmigo, ¡No se lo diré a nadie! - dijo el niño, antes de salir corriendo del camerino del mago.

Un par de minutos más tarde, del sombrero del mago salió un conejo gris, que, sosteníendo entre sus patas una zanahoría, se quedó mirando muy fijamente al mago, juzgandolo.

- ¿Qué? - le preguntó el mago.
- ¿No te da vergüenza? ¿Mentirle a ese pequeño? - le preguntó el conejo muy seriamente.
- No - respondió el mago sonriendo.
- ¿Cómo puedes dormir en las noches?
- Eso si no puedo decirtelo, porque ese es el mejor secreto que guardamos nosotros los magos.

Fin.

868 - El majestuoso traje de la princesa exploradora.

Sir Helder Amos | jueves, julio 23, 2015 |
Todos los exploradores se enfurecieron cuando, a última hora, la Princesa decidió formar parte en la siguiente expedición a uno de los bosques vecinos del reino; porque a pesar de que ya tenían todo listo para partir, la Princesa ordenó posponer la expedición hasta que el sastre y joyero real le hubieran confeccionado un traje con finas telas y lleno de incrustaciones de piedras preciosas, porque el uniforme de exploradora regular no le gustaba. 

Durante la expedición, todos los exploradores murmuraban secretamente entre ellos su descontento con la Princesa y su nuevo traje, porque llamaba mucho la atención, espantaba a los animales salvajes y sobretodo, porque los había hecho esperar tres semanas a que tal majestuoso, pero inutil, traje estuviera listo. 

Después de una semana en el bosque, los exploradores encontraron una tribu de hombres salvajes, quienes los superaban en número, y que en un abrir y cerrar de ojos, los capturaron y encarcelaron a todos menos a la Princesa, quien, al ser vista en tan majestuoso y brillante traje,  fue llevada, en cambio, ante el monarca de la tribu. 

Mientras la Princesa hablaba con el monarca, a todos los exploradores los montaron sobre la rama de un árbol muy peculiar y les ataron sogas a sus cuellos, para ahorcarlos cuando se les diera la orden de hacerlo. 

Después de una angustiosa espera, cuando la Princesa salió de la tienda del monarca de la tribu, dándose las manos y haciéndose reverencias entre ellos, éste dio la orden de que liberaran a sus prisioneros y los dejaran volver a su reino. 

- ¡Muchas gracias por salvarnos su majestad! - le decían los exploradores a la Princesa de regreso a casa. 
- De nada - respondía  ella altivamente - aunque de regreso al reino, deberán agradecer, tambien, al sastre y joyero real, porque de no ser por ellos, yo también estaría guindando de la rama de ese árbol tan peculiar. 

Fin. 

867 - La casa embrujada.

Sir Helder Amos | lunes, julio 20, 2015 |
Al caer la noche, cuando el fantasma del tío Joe se despertó, algo le pareció muy peculiar: el estudio donde dormía estaba completamente vacío.

- ¡Oh, se volvieron a mudar! - dijo el fantasma, luego de recorrer toda la casa y descubrir que todas las habitaciones estaban vacías - ¿Para donde se habrán ido ahora? - se preguntó, saliendo volando de la casa y empezando a buscar la nueva locación de su sobrino favorito.

Mientras tanto,  en una pequeña casa en Massachusetts, el sobrino del fantasma se acostó junto a su mujer y le dijo:

- Esta nueva casa me gusta mucho, ojalá no esté embrujada, ya estoy cansado de mudarme.
- Yo también - dijo su mujer, abrazándolo fuertemente.

Fin.

866 - Mañana será otro día.

Sir Helder Amos | domingo, julio 19, 2015 |
19 de julio: Querido diario, sigo con mi mala racha, hoy tuve un día terrible, nada me salió bien, pero no pierdo las esperanzas, mañana será otro día.

20 de julio: Querido diario, que díficil es no perder las esperanzas, aunque parezca increible, mi día de hoy estuvo peor que el de ayer, pero bueno, mañana será otro día.

21 de julio: Querido diario, ¡¿Cómo pueden pasarle tantas cosas malas a una sola persona?! ¡Y al mismo tiempo!  Por momentos, siento que ya no puedo más; pero en esos momentos respiro profundo,  pienso que mañana será otro día y sigo adelante.

22 de julio: Querido diario, por más que intento, e intento, ya no puedo, no puedo, puras cosas malas siguen pasandome, una tras otra,  y aunque me repita mil veces que mañana será otro día, ya me es dificil de creerlo.

23 de julio: Querido diario, gracias por haberme acompañado en este viaje, y por haber estado siempre conmigo, fuiste mi único y mejor amigo; pero ya he perdido las esperanzas, cada día que pasa es peor que el anterior, y en vez de que las cosas mejoren, empeoran, es por eso que me despido, porque mañana, ya no habrá más mañana.

Fin.

866 - El tatuaje irónico.

Sir Helder Amos | miércoles, julio 15, 2015 |
Esa noche, Billy, el tatuador, estaba aburrido, no había atendido ni a un sólo cliente, y las horas se hacían más y más largas detrás del mostrador, mientras esperaba a que alguien entrara a su tienda. 

Alrededor de las doce de la noche, un joven, que apenas había cumplido la mayoría de edad, entró a la tienda, y le dijo muy entusiasmado:

- Buenas, me gustaría tatuarme la frase, "Nada es para siempre" con letras góticas en el pecho. 
- ¿Seguro? - le preguntó, Billy, soltando un buffido.
- Si, esa frase me encanta, porque es tan real, en la vida nada es para siempre - dijo el joven, entusiasmado.
- ¿Y te la quieres TA-TU-AR en el pecho?
- Si, por favor. 
- ¿No estás ebrio ni drogado? ¿No? - inquirió finalmente Billy, levantándose del mostrador, obstinado, porque de entre todos los tipos de clientes que existen, éste fuera el primero de la noche.
- No, no, para nada, estoy sobrio - le aseguró el joven. 
- Bueno, ven, pasa por acá. 

Fin. 

865 - El regalo mágico de Enmanuel.

Sir Helder Amos | martes, julio 14, 2015 |
Súbitamente, al acercarse el final del año escolar, Enmanuel empezó a bajar su rendimiento en la escuela: no quería estudiar, ni mucho menos levantarse temprano para ir a clases. Al notar esto, su padre, se le acercó una tarde y le preguntó: 

- ¿Por qué tus notas están bajando, hijo? ¿Por qué ya no te gusta ir a la escuela? ¿Te maltratan tus amigos? ¿Tu maestra?
- No, papá, no es por eso.
- Y entonces, ¿Por qué? ¿Puedes explicarme? 
- Porque en la escuela, poco a poco, día a día, he aprendido que la magia no existe y que la realidad aplasta nuestros sueños a medida que crecemos y aprendemos más y más cosas. 

El padre de Enmanuel, atónito, se quedó en silencio por un par de minutos luego de escuchar la respuesta de su hijo; y no fue hasta que se le ocurrió una gran idea que finalmente le dijo.

- ¿Y si yo te digo que la magia si existe y que los sueños si se hacen realidad?
- Tendrías que probarmelo.
- Bueno, ¿Qué te parece si hacemos un trato? - le dijo su padre.
- ¿Cuál? - inquirió Enmanuel perspicazmente. 
- Si mejoras tus notas y vas todos los días a la escuela, yo te doy un regalo mágico. 
- ¿En serio? ¿Me darías un regalo mágico? ¿Mágico de verdad? 
- Si.
- ¡Está bien, trato hecho, papá!

Enmanuel mejoró sus notas y fue el mejor alumno de la clase.

- ¡Muy bien, Enmanuel! - lo felicitó su padre cuando lo fue a recoger el último día de escuela. 
- ¿Y mi regalo, papá? ¿Recuerdas que hicimos un trato?
- ¡¿Como olvidarlo, hijo?!  Tu regalo, espera por tí en la casa.

Cuando llegaron, a casa, Enmanuel encontró una caja de cristal con un camaleón adentro. 

- ¿Éste es mi regalo, papá, una lagartija? - se quejó Enmanuel - ¡Tú dijiste que iba a ser mágico! 
- Pero lo es hijo, esta es una lagartija mágica, mira, mira como cambia de color cuando la movemos a otro entorno diferente.
- ¡Mira papá! ¡Si es cierto! ¡Está cambiando de color! ¡Yo sabía que la magia si existe! ¡Gracias papá! 
- De nada hijo, espero recuerdes esté día por siempre, y nunca olvides las palabras que tú mismo acabas de pronunciar.
- Si, papá, ¡nunca lo olvidaré! - dijo Enmanuel, pegando brinquitos y llevando la lagartija mágica de un lugar a otro para que esta cambiara de color - ¡La magia si existe! ¡La magia si existe! 

Y desde ese día, Enmanuel creyó por siempre en la magia, incluso, después de descubrir, dos meses más tarde, que la lagartija no era más que un camaleón.

Fin.

864 - El hombre sin problemas.

Sir Helder Amos | sábado, julio 11, 2015 |
- Y hoy en nuestros programa, le daremos la bienvenida al hombre sin problemas - dijo el contuctor del programa de televisión matutino - ¡Bienvenido! ¿Cómo estás?
- Muy bien, gracias, ¿Y tú? - dijo el hombe, relajado.
- Bien, bien, gracias, dinos ¿es cierto eso de que eres el hombre sin problemas?
- Si, lo es, yo no tengo ninguno de esos.
- Y cuentanos, ¿Cómo hiciste para no tener problemas?
- Simplemente los saqué de mi vida y deje de tenerlos.
- ¿Así de fácil?
- Así de fácil - afirmó el hombre sin problemas.
- ¿Y cómo haces cuando tienes problemas de dinero y no te alcanza para pagar la renta?
- A eso, yo lo llamo un incoveniente.
- ¿Y cuando conduces y tienes problemas con otro conductor?
- Esos, para mi, son percanses.
- ¿Y cuando tienes problemas con tu pareja?
- Entre mi pareja y yo, solo se presentan situaciones irregulares.
- ¿Y en tu trabajo? ¿Tampoco tienes problemas?
- Quizás, uno que otro, contratiempo, pero nada más.
- ¡Wow! - exclamó el conductor -  Entonces, es cierto,  tu eres el hombre sin problemas.
- Si, lo soy - dijo, sonriendo.

Fin.

863 - La promesa.

Sir Helder Amos | martes, julio 07, 2015 |
Sentado detrás del escritorio de su estudio, miraba con tristeza las fotos de su ex-mujer, había pasado toda la tarde llorando por ella.

*Toc, toc. 

- Adelante - dijo el hombre, con una vos carrasposa y apagada. 

Al estudio entró un hombre alto, fuerte, y muy bien peinado, que llevaba un gran saco, donde tenía guardadas ambas  manos.

- ¡Cuñado! ¿Cómo estas? - le preguntó el hombre, guardando las fotos de su ex-mujer - ¿qué te trae por aquí? 
- Estoy bien, y he venido a cumplir con la promesa que te hice. 
- ¿Promesa? ¿Qué promesa, cuñado?
- La promesa que te hice el día que le propusiste matrimonio a mi hermanita - dijo el cuñado sin inmutarse. 

El hombre se quedó en silencio, tratando de recordar todo lo que había pasado en aquel majestuoso día donde su ex-mujer había aceptado casarse con él.

- ¿Te refieres... a...? - empezó a decir el hombre, incrédulo. 
- Si - dijo el cuñado, sacando sus manos de su saco y sosteniendo un arma que apuntaba al corazón del hombre.
- ¡Esto no puede ser cierto! ¿Éstas bromeando? - titubeó el hombre, alzando y manteniendo las manos al aire.
- No, yo te lo prometí.
- ¡Pero fue tu hermana quien me dejó! ¡Fue tu hermana quien se escapó con el jardinero! - se defendió el hombre - ¡Yo todavía la amo! ¡Y la amaré por siempre! Tal como se lo prometí en mis votos cuando nos casamos.
- Lo sé - dijo el hombre friamente - pero una promesa es una promesa.

Sin decir nada más, el cuñado apretó el gatillo y mató al hombre, perforando su dolido corazón con una bala de acero fria.

Al morir, tal como lo había prometido, el hombre amaría a su ex-mujer por siempre; y así, ambos, tanto el hombre como el cuñado, cumplieron sus promesas. 

Fin.

862 - La cajita (in)feliz.

Sir Helder Amos | martes, julio 07, 2015 |
Esa noche, su papá, se había quedado trabajando hasta tarde; cuando finalmente llegó a la casa, lo hizo con comida rápida para disculparse por su retraso. El niño, al principio, emocionado por la comida, le arrancó a su papá de las manos la cajita roja con asas amarillas que este le ofrecia; pero cuando la abrió, su rostro se torno rojo de ira, porque el pequeño juguete que traía la cajita, ya lo tenía, la hamburguesa tenía vegetales, a pesar de que a él no le gustaban, y las papitas fritas estaban frias y aguadas. 

El niño, llorando y reclamando, pelió con sus padres, quienes, regañandolo, lo obligaron a sacarle las detestables verduras a su hamburguesa y a comérsela antes de irse a la cama castigado.

Fin. 

861 - La cajita (in)feliz.

Sir Helder Amos | domingo, julio 05, 2015 |
Cansado y con ampollas en los pies, el niño, hambriento, sucio y despeinado, se acercó al último contenedor de basura que quedaba en la calle; allí empezó a hurgar la basura, con la esperanza de encontrar algo que pudiera comer; pero sin obtener mucho éxito al principio, sin embargo, cuando estaba a punto de darse por rendido, se encontró una cajita roja de asas amarillas, que tenía en su interior: un par de hojas de lechuga,  una rodaja de tomate, una de pepinillos, un pedazo de pan, y varias papas fritas mordisqueadas.

Al ver esto, el rostro del niño se iluminó, y abrazando la cajita fuertemente, para que nadie pudiera quitársela,  regresó corriendo a debajo del puente, del cual vivía, para darse su gran banquete.

Fin.

860 - La sorpresa de compromiso.

Sir Helder Amos | miércoles, julio 01, 2015 |
- Ya, puedes abrir los ojos - dijo el novio plebeyo, colocándose frente de ella y arrodillándose.

Cuando la Princesa abrió los ojos, se quedó congelada con lo que vio: sus padres habían sido brutalmente asesinados y yacian muertos sobre sus tronos,

- Ahora que tus padres no están para oponerse - continuó diciendo el novio plebeyo - ¿Te casarías conmigo? - le preguntó, sacando de su bolsillo un anillo de compromiso sin diamante.

La Princesa, alternando la mirada entre su novio arrodillado frente a ella, y sus padres muertos, no pudo responder la pregunta que éste le  hacía y se desmayó al instante.

Fin.

859 - El último adiós.

Sir Helder Amos | lunes, junio 29, 2015 |
Justo en el momento cuando el cura ordenó a todos los presentes de cerrar los ojos y guardar un minuto de silencio por el pobre difunto; éste, se sento en su ataud y recorrió con la mirada toda la sala para ver quienes estaban presentes, luego, soltando una pequeña lagrima, se despidió con un ligero movimiento de su mano y se volvió a acostar en su ataud, antes de que un pequeño travieso abriera los ojos antes de que se acabara el minuto de silencio.

Fin. 

858 - El último grito de la moda.

Sir Helder Amos | viernes, junio 26, 2015 |
- ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!! - gritó, horrorizada, luego de abrir los ojos lentamente y ver su reflejo en el espejo. 

Fin.

(En ese día tan importante, había contratado a los mejores y más actualizados asesores de moda y estilistas para verse bella, y, confiando plenamente en ellos, había cerrado los ojos mientras la vestían y la peinaban con las mejores prendas y peinados de última moda.) 

857 - Amor sin ¡boom!

Sir Helder Amos | jueves, junio 25, 2015 |
Esa noche, en su tercera cita, cuando el show de fuegos artificiales empezó e iluminó el cielo con sus bellos colores, él, finalmente, se armó de valor y le dio un gran beso.

Ella, habiendo esperado ese momento con ansias, abrió los ojos mientras él la besaba y se decepcionó al no sentir, en ese beso, nada parecido a lo que veía en el cielo, cada vez que un fuego artificial explotaba. 

Fin. 

856 - La serpiente, la manzana y el pecado.

Sir Helder Amos | domingo, junio 21, 2015 |
Mientras el cura de la catedral limpiaba el altar del altísimo, escuchó cómo las puertas de la iglesia se abrieron y cerraron lentamente, para luego darle paso a un taconeo firme que resonó por todo el lugar.

Al darse la vuelta, el cura quedó pasmado al ver a la mujer, alta, elegante, vestida de negro, con un gran sombrero, y un pequeño velo, negro transparente, sobre su rostro que no ocultaba su gran belleza; que caminaba por el pasillo central de la catedral, acercándose a él con paso decidido.

- Padre, me gustaría confesarme - dijo la mujer sin inmutarse, al llegar a donde él estaba.

Sin palabras, el cura, solo se límito a señalar el confesionario con su dedo y a hacerle señas para que la mujer lo siguiera.

Después de varios mínutos, la mujer salió del confesionario y se arrodilló frente a una imagén de la Virgen María para rezar su penitencia; mientras lo hacía, el cura, no le quitó ni un solo segundo la mirada de encima, luchando consigo mismo para no tener pensamientos impuros por los pecados que acaba de escuchar.

Al terminar sus oraciones, la mujer se levantó, y con su respectivo taconeo se dirigió a la puerta de la catedral, por donde había venido; pero a mitad de camino, dio media vuelta y regresó a donde estaba el cura.

- Disculpe Padre, lo olvidaba - dijo la mujer, sacándo de su pequeña bolsa una roja y brillante manzana y una tarjetita de presentación - muchas gracias por todo, tenga una pequeña ofrenda que le he traído, y mi número en caso de que algún día necesite de mis servicios.

- Gr-gracias - titubió el cura, aceptando lo que se le ofrecía.

Sin decir más nada, la mujer hizo una pequeña reverencia con su cabeza, y se marchó.

El cura, atónito por lo acaba de suceder y olvidando el primer capítulo de las sagradas escrituras,  mordió institivamente la manzana y se guardó el número de la bella dama, en el bolsillo secreto de su sotana.

Fin.

855 - La pequeña granja familiar.

Sir Helder Amos | sábado, junio 20, 2015 |
Cuando el padre vio a su hijo sentado sobre el tractor, dibujando una bella mariposa monarca que se había posado sobre el volante, corrió enfurecido hacía donde él estaba y con una fuerte palmada, mató a la mariposa, antes de ordenar al pequeño que fuera a limpiar el establo. 

El niño, entristecido, obedeció, y el padre, preocupado, lo observó muy de cerca. 

Un par de semanas más tarde, cuando el padre vio a su hijo acostado frente a la chimenea, escribiendo un maravilloso cuento fantástico, corrió enfurecido hacía donde él estaba, y arrancándole las hojas, plumas y tinta, las tiró a la chimenea para que ardieran lentamente, antes de ordenar al pequeño que fuera a alimentar a los animales. 

El niño, aún más entristecido, obedeció, y el padre, aún más preocupado, y tal como lo había hecho su padre con él, lo observo muy de cerca, decidido a no dejarlo hacer ninguna otra actividad, que pusiera en riesgo la sucesión del negocio familiar.

Fin. 

854 - La flor.

Sir Helder Amos | miércoles, junio 17, 2015 |
- Si, maldita estupida, no te quiere, no te quiere, y nunca te querrá  - decía la flor mientras se reía malévolamente, cómo su única forma de consolación entre todo su sufrimiento, después de que una joven enamorada la hubiera arrancado de su jardín y hubiera mutilado despiadadamente todos y cada uno de sus pétalos, solo para saber si su nuevo amor la quería o no. 

Fin. 

853 - La piscina del infierno.

Sir Helder Amos | domingo, junio 14, 2015 |
- ¡Mira!  - dijo el joven, furioso, lanzándole el periodico a su mamá que estaba al otro lado de la mesa - Hayaron otro muerto en la piscina, voy a hablar.

- ¿Estás loco?  - le respondió la madre, tranquilamente, sin ni siquiera tomarse la molestia de mirar el periodico - Si hablas, dirán que estás loco y te encerrarán en un manicomio.

- ¡Pero mamá! No puedo quedarme callado más tiempo, tengo que hablar, decirles todo, para que cierren la piscina y no ocurran más accidentes.

- ¿Y crees que te creerían? ¿En verdad crees que te creerían? - dijo la madre, juntando su tostada con mantequilla.

- ¡Mamá! Yo ví, con estos dos ojos, como desde la pequeña grieta que se abrió en el fondo de la piscina, con el último terremoto, salieron decenas de demonios y jalaron hasta el fondo a aquel pobre muchacho, que nadaba tranquilamente, por los pies hasta que se ahogó.

- Y eso es problema tuyo ¿por qué?..

- Mamá, ¿Cómo puedes ser así?

- Soy así, porque la vida me ha enseñado a no meterme en lo que no me incumbe - dijo la madre indiferentemente - y espero que tú, hijo mio, sigas mi consejo y no tengas que aprenderlo por tu propio escarmiento, si hablas, te catalogarán cómo loco, nadie te creerá y, además, te ganarás a decenas de demonios de enemigos, así que, vamos, olvidate de eso, termina tu desayuno y alistate que se está haciendo tarde.

Fin.

852 - Los estudios universitarios del pequeño Al.

Sir Helder Amos | viernes, junio 12, 2015 |
Cuando el pequeño Al, que era el menor de cuatro hermanos de una familia de drogadictos, entró a la universidad, todos en el barrio donde vivía se enorgullecieron de él y lo felicitaban diciéndole: 

- ¡Así se hace, pequeño Al, no sigas el camino de tus hermanos!

- ¡Qué bueno que estés estudiando! ¡Supérate, muchacho, y sal adelante! 

- Yo sabía que tú eras el intelegente de esa familia, Al, ¡no te rindas!

- Gracias - les decía Al, quien recibía todos estos comentarios sonriendo levemente y bajando la cabeza;  pero no por timidez ni humildad, sino por lo que le costaba aguantarse la risa, al escuchar las estupideces que pensaban sus vecinos sobre él, cuando él sólo había comenzado a estudiar en la universidad con el unico proposito de conocer más personas y, así, conseguir más clientes a quien venderles drogas.  

Fin. 

851 - El pozo de los deseos.

Sir Helder Amos | lunes, junio 08, 2015 |
Hace mucho tiempo, en la parte más profunda de un bosque, había un pequeño claro donde estaba un pozo mágico que cumplia tres deseos. 

Un día un joven audaz, educado y bien vestido, que estaba perdido en el bosque, se encontró con el pozo, y cuando se acercó para sacar un poco de agua para beber, se sorprendió al escuchar una voz, que provenía del pozo, decir: 

- Por una moneda te concedo tres deseos. 

El joven, vaciando sus bolsillos, encontró una moneda y sin perder ni un segundo la tiró al pozo. 

- ¿Cuál es tu primer deseo? 

- Inteligencia - dijo el joven - quisiera tener mucha inteligencia y saberlo todo. 

- Concedido, ¿Cuál es tu segundo deseo?

- Tener manos creadoras - deseó el joven - quisiera tener manos capaces de crear cualquier cosa. 

- Concedido, ¿Cuál es tu tercer, y último, deseo?

- Tener el poder de dar vida - pidió el joven - quisiera tener el poder de darle vida a todas mis creaciones. 

- Concedido.

El joven, al tener el don de la inteligencia, encontró el camino de regreso a casa y se fue del bosque. 

Un año más tarde, el  mismo joven, pero pálido, ojeroso y con un aspecto desaliñado, regresó a donde estaba el pozo, llevando una gran caja de cartón de la cual provenía algunos sonidos que parecían llantos, suplicas y quejas. 

Acercándose al pozo, el joven, esperó un poco, en silencio, luego un rato más, y después, perdiendo la paciencia,  lanzó la caja de cartón dentro del pozo; y vaciando sus bolsillos, sacó una pequeña daga, que utilizó, cómo pudo, para cortarse ambas manos, qué luego lanzó, tambien, dentro del pozo, antes de regresar a casa con una sonrisa agridulce en los labios.

Fin.

850 - La mariposa derrocada.

Sir Helder Amos | viernes, junio 05, 2015 |
Después de pasar el día volando por la ciudad, cuando la mariposa monarca regresó al pequeño jardín que comprendía su reinado, se encontró con cientos de polillas que, aprovechando su ausencia, habían invadido su jardín y se habían apoderado de él, dejándola sin nada. 

Fin.

849 - Sueño de una tarde de verano.

Sir Helder Amos | miércoles, junio 03, 2015 |
En una tarde de verano, mientras estaba sentado junto a su ventana, vio pasar a decenas de parejas felices que caminaban por el parque tomados de la mano; hasta que, entre un suspiro y otro, se quedó dormido.

Fin.

848 - La cura de sueño.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 31, 2015 |
Para olvidar todo su dolor,
sufrimiento y desesperación,
se inyectó un sedante,
que lo mandó a dormir al instante.

Fin.

847 - Los adúlteros.

Sir Helder Amos | viernes, mayo 29, 2015 |
- Y dime ¿estás casado? - le preguntó ella coquetamente, a pesar de que se había percatado del anillo de matrimonio que él llevaba en el dedo anular. 

- ¿Casado? ¿Yo? - dijo el hombre, escondiendo sus manos debajo del bar y quitándose el anillo - No, no, no, ni en juego, yo estoy solterito - continuó diciendo mientras alzaba las manos y señalaba su dedo anular para que ella viera que no llevaba ningun anillo.

Y después de un par de minutos de plática caliente, ambos, conscientes de lo que iban a hacer, subieron juntos a la habitación. 

Fin. 

846 - El Anticristo.

Sir Helder Amos | lunes, mayo 25, 2015 |
Cuando el niño llegó de la iglesia, aterrado por las palabras que había dicho el cura sobre el  juicio final y la ira de Dios contra la humanidad pecadora; recogió todas las biblias e imágenes de Jesus y la Virgen que habían en su casa y las empezó a quemar en el jardín.

Su madre, al ver lo que estaba pasando desde la ventana de la cocina, salió corriendo al jardin y le preguntó a su pequeño, sobresaltada:

- ¿QUÉ HACES? ¿ESTÁS LOCO? ¿POR QUÉ ESTAS HACIENDO ESTO?

- Porqué yo no quiero un Dios que me juzgue y me castigue por mis acciones - le respondió el niño, quien había empezado a llorar - ese Dios me da miedo - continuó diciendo mientras señalaba la montañita de imágenes y biblias que ardían lentamente en el fuego. 

La madre, confundida y asustada por las acciones de su pequeño, lo agarró a la fuerza, lo metió en el carro y lo llevó de regreso a la iglesia para que le hicieran un exorcismo. 

Fin. 

845 - Quiromancia.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 24, 2015 |
Cuándo finalmente se decidió a dejar su miedos atrás y a hacerlo, sintió un ardor en sus manos y vio, sorprendido, como las líneas de sus palmas desaparecían y le daban paso a nuevas líneas totalmente diferentes a las que tenía anteriormente. 

Fin.

844 - El vampiro iluminado.

Sir Helder Amos | sábado, mayo 23, 2015 |
Sin darse cuenta de las dos gotas de sangre que corrían por su cuello, cuando regresó de la clase de meditación, se sintió muy orgulloso al pararse frente al espejo y no ver su reflejo, su ego se había esfumado. 

Fin. 

843 - Sir Helder Amos.

Sir Helder Amos | martes, mayo 19, 2015 |
Cuando una de las brujas, de las cuales el micro-escritor había escrito, leyó el microcuento en el que aparecía, se enfureció tanto, al verse descrita como un ser demoníaco, que visitó al micro-escritor, y, mostrándole su verdadera maldad, le maldijo las manos para que le dolieran y sangraran cada vez que escribiera una historia. 

El micro-escritor al no poder resistir el dolor y el sangramiento de sus manos, dejó de escribir por un par de semanas y buscó a la bruja para que le levantara la maldición; pero ésta, enfurecida todavía, le dijo que solo le levantaría la maldición si él editaba su microcuento y la describía como un ser bello y celestial. 

El micro-escritor, ofendido, rechazó la propuesta de la bruja, regresó a su casa, y soportando el dolor y el sangramiento de sus manos, siguió y siguió escribiendo 365 y más microcuentos. 

Fin. 

842 - La Princesita de papá.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 17, 2015 |
Según las leyes de su reino, la Princesa tenía que casarse con el primer Príncipe que llegara declarándole amor verdadero. 

Una mañana, antes de que saliera el sol, la Princesa, a su casi treinta años, vio, desde la ventana de su torre, cómo un Príncipe se acercaba galopando a toda velocidad a su reino, lo que la emocionó mucho, porque su padre, el Rey, nunca despertaba antes del amanecer. 

Pero justo antes de que el Príncipe cruzara las puertas de su reino, la Princesa escuchó, decepcionada, el grito de guerra de su padre, y vio como una bola de fuego salía disparada, desde su castillo, hacía donde estaba el Príncipe, cuya corona salió volando por los aires. 

Esa misma mañana antes del desayuno, el Rey le otorgó, orgulloso,  a su hija la corona del Príncipe como regalo, contándole como esa misma mañana, él la había protegido de otro horrible Principe que venía a declararle su amor. 

La Princesa, tomando tristemente la corona entre sus manos, agradeció a su padre muy cortesmente, y la guardo en el armario donde reposaban decenas de coronas de otros Principes que también habían  intentado esposarla. 

Fin. 

841 - El super-villano II

Sir Helder Amos | miércoles, mayo 13, 2015 |
Después de que destruyó todo el mundo, se paró sobre las escombros, miró a su alrededor y sonrió orgulloso de su trabajo; pero al momento siguiente, al admirar por segunda vez su gran trabajo, entre el silencio y la solitud del nuevo mundo destruído, la sonrisa se borró de su cara. 

Fin. 

840 - El super-villano.

Sir Helder Amos | lunes, mayo 11, 2015 |
Un milisegundo antes de caer de bruses contra el fango, descubrió que podía volar y que tenía superpoderes. Dando una pirueta en el aire, logró colocarse detrás de aquellos que lo estaban molestando, y los calcificó con su mirada laser.

Ahora que era invencible, el mundo entero iba a pagar por aquellos pocos que lo habían molestado y se habían burlado de él.

Fin. 

839 - El aroma de las flores.

Sir Helder Amos | viernes, mayo 08, 2015 |
Cuando el gran amor que sentía por su novio empezó a extinguirse, el dulce y delicioso aroma de las flores, que él regalaba cada vez que la veía, le empezó a oler a muerto y a cementerio.  

Fin. 

838 - Pasta de cocaína.

Sir Helder Amos | jueves, mayo 07, 2015 |
Cuando llegó a su casa y vió a su pequeño durmiendo sobre unas hojas de papel periódico, supo de inmediato que era el momento de arriesgarse, de dejar su moral y valores de un lado, y de hacer la llamada que debío de haber hecho hace mucho tiempo.

- ¿Aló? ¿Paco? Cambie de opinión, si estoy interesado en vender tu mercancia. 

Fin. 

837 - El secreto mejor guardado.

Sir Helder Amos | lunes, mayo 04, 2015 |
- ¿Y ese vestido? ¿Nuevo? 
- Si - respondió ella altivamente. 
- Te viene de maravilla, te ves tan elegante, fina y delicada. 
- Muchas gracias, me halagas - dijo ella con un tono pretencioso y una sonrisita en los labios;  sin ni siquiera inmutarse, un poco, al recordar que para obtener ese vestido, que era el último que quedaba en rebaja, tuvo que jalarse por los pelos y caerse a golpes con otra mujer. 

Fin. 

836 - Los dos Príncipes.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 03, 2015 |
Había una vez un Príncipe, que se llamaba Ru, que, una noche, cuando echó de su recámara privada a un cuervo horrible, éste, que no era más que un malvado hechicero convertido en cuervo, le lanzó una maldición que hacía que el Príncipe Ru se convirtiera en mujer tan pronto se ocultara el sol.

Manteniendo su maldición en secreto, el Príncipe Ru, sólo salía de su recámara de día y regresaba a ella antes de que se ocultara el sol. 

Un día, después de varios años de haber sido maldito, el Príncipe Ru, cansado de pasar todas sus noches encerrado en su recámara, decidió ir, cómo Princesa, al gran baile de cumpleaños del Príncipe del reino vecino. 

El Príncipe del reino vecino, que se llamaba Eric,  se enamoró a primera vista de la Princesa Ru, tan pronto la vio entrar en sala de baile, e ignorando a todas las demás princesas y duquesas que habían asistido a su cumpleaños, el Príncipe Eric bailó todo la noche con la Princesa Ru, y antes de que saliera el sol y ésta se marchara, le regaló una pequeña cadena de oro como símbolo de su amor.

Al amanecer, cuando el Príncipe Ru llegó a su habitación, se lanzó a su cama a llorar, confundido, porqué a pesar de ser hombre, también se había enamorado del Príncipe Eric, y entre sollozos se quedó dormido apretando fuertemente en su mano derecha la cadena que le había regalado.

Un poco después del mediodía, el Príncipe Eric, llegó al castillo del Príncipe Ru preguntando por la Princesa; pero cuando el Rey, padre de Ru, le dijo que él no tenía ninguna hija, y que solo tenía un hijo, el Príncipe Eric se negó a creerle. 

El Rey, para demostrarle al Príncipe Eric que decía la verdad, mandó a llamar a su hijo, quien seguía dormido en su recámara privada. 

Pero cuando el Príncipe Ru se presentó ante ellos, medio dormido; a pesar de lo despeinado y lo hinchado que tenía los ojos de tanto llorar, el Príncipe Eric, que reconoció en él la cadena de oro que guindaba de su cuello y los ojos de la Princesa con la que había bailado la noche anterior, corrió hacía él y le dio un gran abrazo y un tierno beso en los labios. 

El Rey, a ver a su hijo besándose con otro hombre, ordenó, furioso, a los guardias reales, que los separaran, que encarcelaran al Príncipe Eric en las mazmorras de su castillo y que encerraran a su hijo en su recámara privada. 

De regreso en sus aposentos, el Príncipe Ru, se lanzó de nuevo sobre su cama a llorar, aún más confundido que antes, porque aparte de su amor prohibido, también lo confundía la reacción violenta de su padre. 

De pronto, entre sollozos, el Príncipe Ru, escuchó un toqueteó en su ventana, y cuando la abrió para ver qué pasaba, un cuervo horrible entró volando en su habitación, soltó sobre la cama una daga que llevaba en sus patas y salió volando tan rápido cómo había entrado. 

El Príncipe Ru, agradecido con el cuervo, por darle la solución a todo su sufrimiento y confusión, agarró la daga entre sus manos y la clavó sobre su corazón, muriendo instantáneamente. 

Mientras tanto, en las mazmorras del castillo, el Príncipe Eric también lloraba, pero no de confusión, porque a él no le importaba que Ru fuera hombre, si no de rabia y frustración al no poder estar con el amor de su vida porque el Rey no entendía que el amor no tenía límites. 

De pronto, entre los barrotes de la pequeña ventana que había en la mazmorra del Príncipe Eric, se coló en horrible cuervo, qué después de haber visto al Príncipe Ru quitarse la vida, le había sacado la daga de su corazón y llevándola entre sus patas, la dejó caer sobre el regazo del Príncipe Eric. 

El Príncipe Eric, al entender su significado, soltó un gran grito de dolor, y se lanzó al piso abrazando fuertemente la daga, que todavía tenía rastros de sangre de su amado, sobre su pecho.

El cuervo esperó a que el Príncipe Eric, se clavara, también, su daga en el corazón; pero al ver que éste no lo haría, se fue volando, graznando ruidosamente. 

A pesar de que el Príncipe Eric no le entregó su vida al cuervo, no pudo comer ni beber, el pan y agua que le daban en la mazmorra cada mañana, por el dolor y sufrimiento que sentía; y al cabo de una semana, murió con la esperanza de reencontrarse con su amor, el Príncipe Ru, en el más allá y ser felices en la eternidad. 

Fin.