1355 - Los Colmillos del Tiburón.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 25, 2019 |
Un día, en la selva tropical de América Latina, los animales decidieron hacer un gran torneo para ver quien era el más fuerte de todos, y un representante de cada animal fue a participar en el torneo.

Días antes de que comenzara el torneo, un tiburón que nadaba por la costa, escuchó a una gaviota hablar sobre el tema. Y al sentirse el más fuerte de todos los animales, el tiburón decidió participar en el torneo.

Cuando el resto de los animales se enteraron de la participación del tiburón, se burlaron de él, porque  pensaron que no tendría oportunides de ganar, al asumir que solo podría derrotar a sus oponentes en el agua.

Pero cuando el torneo comenzó y el tiburón demostró su gran fortaleza, saltando desde el mar y atacando a sus oponentes en la tierra. El resto de los animales sintieron miedo y se aliaron para intentar sacar al tiburón.

Con cada oportunidad que se presentaba, el resto de los animales atacaban al tiburón, y este perdía un colmillo. Pero, a pesar de debilitarlo, el tiburón no se rendía y seguía creyendo en sí mismo y dando lo mejor de sí. Así que sin perder su fe, el tiburón recibió ataque, tras ataque y fue perdiendo sus colmillos uno a uno.

Sin embargo, la perseverancia del tiburón dio frutos porque, a pesar de todos los ataques que recibía, logró mantenerse en el juego y llegar a la final, en el que se enfrentaría contra el temible jaguar, que era el único otro animal que había logrado mantenerse en el torneo, gracias a su agilidad y cabeza fría.

Para entonces, al tiburón no le quedaba ningún colmillo en su boca por todos los ataques que había recibido, mientras que el jaguar estaba en su mejor condición para ganar, porque estaba confiado que al ser un felino, ganarle al tiburón sin dientes sería como cazar a un pez dorado en una pecera.

De tal forma, cuando la última batalla comenzó, el jaguar usó sus garras y velocidad para atacar al tiburón y sacarle la delantera, pero a pesar de todo, y de que el jaguar le estaba dando una paliza, el tiburón no se rindió y siguió luchando sin perder su fe.

De pronto, cuando el jaguar se preparaba para dar el golpe final, todos los colmillos del tiburón crecieron de nuevo en su boca, más filosos y cortantes que nunca, y de un mordisco el tiburón, que nunca se había rendido y siempre creyó en sí mismo, terminó la batalla. Convirtiéndose en el ganador y en el animal más fuerte de toda la selva trópical de America Latina.

Fin.

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1354 - El Ladrón Sonámbulo.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 23, 2019 |
- ¡Oh! No recordaba haber dejado este dinero ahí -se decía, contando los billetes y monedas que se encontraba casi todas las mañanas en el bolsillo de su pantalón.

Fin.

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1353 - La Mejor Cita.

Sir Helder Amos | viernes, septiembre 20, 2019 |
Pasaron la fría noche sentados en el techo de la casa, viendo las estrellas, estudiando las constelaciones y hablando de sus vidas: su pasado, presente y lo que esperaban que sería el futuro. Hasta que el sol comenzó a salir, y el cielo se empezó a teñir de rojo y naranja con el amanecer.

- Discúlpame, sé que no es la mejor cita, pero...
- Shhh, no digas más, es la primera vez que veo el amanecer y lo siento tan cálido.

Fin.

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1352 - Recuerdos del Viernes 13.

Sir Helder Amos | viernes, septiembre 13, 2019 |
Sentado junto a su ventana, miró al cielo y se percató de la brillante luna llena, luego miró el calendario y, al ver que era viernes 13, sonrió con nostalgia.

Si mal no recordaba, habían pasado 13 años desde la ultima vez que había visto una luna llena en un viernes 13.

Recordó como la mañana de ese viernes su mamá le había sugerido que usara un amuleto de la buena suerte antes de salir de casa, pero él le había rechazado la lagartija disecada que ella le quería meter en el bolsillo de su camisa, porque en aquel entonces no creía en nada de eso.

También recordó, como todos sus amigos rechazaron su invitación para salir a cenar esa noche, porque todos preferían querdarse en casa ese viernes 13 de luna llena.

Sonrió, al recordar lo testarudo y escéptico que era hace 13 años, porque solía pensar que todos los creyentes eran tontos. Pero ese mismo viernes 13, todo cambio para él.

Haciendo caso omiso de todas las advertencias que le dijeron sobre ese día, él decidió dar un paseo nocturno por el parque y de pronto, cuando se detuvo sobre el puentecito del lago a contemplar la luna llena brillar en su punto más alto, sintió un fuerte dolor en su pierna, como si se la desgarraran.

Al bajar la ojos, pegó un grito de horror, un lobo se había acercado sigilosamente a donde él estaba y le tenia los colmillos clavados en la pierna. Tras darle un patada con él otro pie, el lobo se alejó aullando  y él cayó semi desmayado al puente, porque el dolor de la pierna ahora se extendía por todo su cuerpo.

Luego, recordó lo dolorosa que había sido su primera transformación y lo brutal que había sido esa noche, su primera noche como hombre lobo.

Por muchos años recordó esta serie de eventos que sucedieron en aquel viernes 13 con amargura, pero ahora, no puede evitar pensar que ese viernes 13 fue el mejor día de su vida.

Fin.

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1351 - El Error Médico

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 11, 2019 |
Me acerqué al ataúd de mi mejor amigo y las lágrimas empezaron a caer por mis mejilla.

- Era tan joven -dijo, entre suspiros, su hermana.
- Sí, no lo puedo creer -respondí, sonándome la nariz.
- ¡Y todo por un error médico! -se quejó la hermana.
- ¿Qué? -le pregunté, confundido-. Yo pensaba que su novia lo...
- No, fue por culpa del médico -me interrumpió, amargamente-. ¿Sabias que se estaba quedando calvo?
- Sí, lo sabía, él estaba muy preocupado por eso, -le respondí-, pero ¿qué tiene que ver con su muerte?
- Todo, por culpa del médico fue que murió -me aseguró.
- No entiendo, si en las noticias salió que su novia...
- Hace dos semanas empezó el tratamiento contra la alopecia -continuó, sin prestarme mucha atención-. Y como tenía miedo de ir solo y su novia no podía acompañarlo, se llevó a Claudia,  la otra, a consulta.
- Sí, él me dijo que lo acompañara, pero ese día yo no podía.
- Entonces tú eres tan culpable como el médico -me acusó.
- ¿Qué tiene que ver el médico con todo eso? -le pregunté, porque no entendía su acusación.
- Todo, mi hermano murió por su culpa -insistió ella.

Esta vez me quedé callado, y esperé a que continuara:

- Hace dos días volvió a la clínica para la segunda fase de su tratamiento, pero esta vez Cristina, su novia, insistió en acompañarlo, y fueron juntos, pero el estupido del médico cometió el error de no diferenciarlas y llamó Claudia a Cristina y le dijo que le alegraba verla de nuevo en la segunda fase del tratamiento porque el apoyo de las parejas ayudaba mucho. Así que Cristina descubrió todo y cuando regresaron a caso, en un haz de pasión mató a mi pobre hermano ¡y todo por culpa de ese médico! -gritó, dándole un un puñetazo al ataúd-.  ¡Un maldito error médico!

Fin.

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1350 - Las Pecas Vs. las Estrellas.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 09, 2019 |
Le gustaba comparar sus pecas con las estrellas y repetir, con su dedo o con su boca, las constelaciones en su piel como si fuera el cielo nocturno. Y a pesar de que las estrellas brillan y son infinitas, prefería sus pecas porque, a diferencia de las estrellas, las tenía cerca.

Fin.

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1349 - Las Lagartijas.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 04, 2019 |
- ¡100 lagartijas! -le ordenó el Teniente.
- ¿Qué es eso? -preguntó el cadete, confundido.
- ¡Flexiones de pecho, cadete! ¡Hágame 100 flexiones de pecho!
- 98, 99 y... 100 -gritó un rato después, terminando de contarlas y, exhausto, con los brazos ardiendo, se dejó caer sobre su pecho, con los brazos estirados y la lengua afuera por el cansancio.
- ¡Cadete! -lo regañó el Teniente al verlo-. ¿Qué hace tirado como una lagartija en el suelo?

Y en ese momento comprendió porqué le decían así a las flexiones de pecho.

Fin.

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1348 - La Carne del Rey

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 02, 2019 |
Cuando los buitres que vivían en los árboles cerca del palacio vieron cómo la población enfurecida lanzaban al Rey por la ventana de la Torre más alta, sonrieron de felicidad y desplegaron sus alas.

Mientras se acercaban volando, en círculos, al cadaver del Rey, sus picos se les hacían agua, porque por años y años habían visto como los demás humanos servían y trataban al Rey con delicadeza y devoción, así que pensaron que su carne debía ser especial: más sabrosa y jugosa que la de los demás.

Sin embargo, cuando finalmente aterrizaron, y empezaron a picotear el cuerpo del Rey, los buitres empezaron a quejarse entre ellos:

- ¡Meh! Esta carne sabe igual que la de los esclavos que matan en la mazmorras -dijeron,  decepcionados.

Fin.

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