766 - La maldición/bendición de la bruja mala/buena.

Sir Helder Amos | martes, agosto 26, 2014 |
Mientras todos en el reino pensaban que la bruja había maldito a la Princesa por haberla encerrado en un castillo lejano con un dragón; la bruja, en cambio, pensaba que le estaba haciendo un favor, porque de esa forma se estaba asegurando de que la Princesa solo se casaría con un Príncipe fuerte y valiente que la amara lo suficiente como  para ir a buscarla en un castillo lejano y enfrentarse a un dragón por ella.

Fin.

765 - Ansiedad.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 24, 2014 |
Para él la tormenta siguió, a pesar de que ya había salido el sol y los pájaros volvían a cantar desde las copas de los árboles.

Fin.

764 - El secreto del lobo solitario.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 17, 2014 |
- ¿Por qué tú estas siempre solo?
- Porque yo soy un lobo solitario.
- ¿Y eso no te hace sentir, bueno, solo?
- Sí, me hace sentir solo,  pero es por eso que me convertí en un lobo solitario, porque me cansé de esperar a que alguien llegara a hacerme compañía y decidí salir al mundo a hacer todo lo que me provoque hacer, solo, por mi cuenta; pero todavía con la esperanza de conocer a alguien en el camino.

Fin.

763 - La Princesa exigente.

Sir Helder Amos | domingo, agosto 10, 2014 |
Cuando la Princesa vio por la ventana de su torre que el Príncipe que había llegado a rescatarla era feo, gordito, bajito, y que éste había arrivado en un burro gris en vez de en un corcel blanco, salió corriendo a esconderse y le dijo al dragón que le dijera al Príncipe que ella ya había sido rescatada.

Fin.

762 - El aviso amarillo.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 07, 2014 |
En aquellos días en los que no quería lidiar con nadie y sentía que no podía más con su vida, su trabajo y sus amistades, se guindaba un aviso amarillo de su cuello que decía "Cuidado, emocional" para que todos estuvieran al tanto de su situación y lo trataran con extrema delicadeza.

Fin.

761 - Sin rifle no hay diversión.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 04, 2014 |
Ante el juez llegaron diez cazadores de leones furtivos y cuando éste les preguntó por qué lo hacían ellos respondieron:

"Porque la cacería nos apasiona y es nuestro deporte favorito"

Entonces el juez, al notar la flama de pasión que se encendía en los ojos de los cazadores cuando hablaban de su deporte favorito, los sentenció a cazar un león, pero esta vez bajo las mismas condiciones que el animal: sin armas y desnudos, para que fuera un juego limpio.

Y durante su última caza, ninguno de los diez hombres disfrutó de su deporte favorito, porque en vez de la llama de pasión que se encendía en sus ojos cuando hablaban de la cacería, solamente se notaba el miedo que tenían de estar desnudos y desarmados ante tal temible animal.

Fin.