827 - El espejo mágico.

Sir Helder Amos | lunes, marzo 30, 2015 |
Cuando se quedó solo en el baño del gimnasio, se paró semidesnudo frente al espejo y le preguntó:

- Espejito, espejito, ¿quien es el más musculoso y bonito?

Y un segundo más tarde, el espejo le dió su respuesta, cuando la puerta del baño se abrió y le mostró el reflejo del entrenador, quien venía entrando al baño, apurado. 

Fin. 

826 - La cadena alimenticia.

Sir Helder Amos | martes, marzo 24, 2015 |
Un día, mientras envenenaba una manzana, la bruja del bosque recibió una visita inesperada; un conejo, un ciervo y un jabalí, tocaron a su puerta, los tres animales estaban furiosos y dolidos, porque esa mañana, todos, habían perdido un familiar cercano en manos de los cazadores. 

La bruja trató de explicarles que la caza era normal y que era usada por los humanos para poder subsistir; pero los animales al no entender el ciclo de la vida, le pidieron a la bruja que le diera conciencia a los cazadores, para que no mataran más animales del bosque.

La bruja, al no poder cambiar las leyes de la naturaleza, se le ocurrió una idea mejor, y  hechizó el bosque para que la próxima vez que unos cazadores entraran en él, los animales cambiaran de cuerpo con ellos para que así pudieran dar ejemplo a los otros humanos de que cazar animales es malo.

Los animales, después de agradecer a la bruja, se marcharon impacientes a esperar a que llegaran cazadores al bosque para poder empezar a predicar que cazar animales es malo y cambiar, poco a poco el mundo.

El día siguiente, cuando tres cazadores de una aldea cercana se metieron a cazar en el bosque, el hechizo de la bruja surtió efecto y el alma de los cazadores cambió de cuerpo con el de los animales y viceversa.

Las primeras horas del día, el ciervo, el conejo y el jabalí, jugaron y corrieron por el bosque en su forma de humanos, e incluso, se acercaban y alimentaban a los otros animales que se encontraban por su camino; pero a medida que se acercaba el mediodía, empezaron a sentir hambre, y trás descubrir de muy mala manera que los humanos no comen pasto, empezaron a discutir entre ellos, porque el jabalí, olvidándose de su proposito y dejándose llevar por el hambre que sentía, quería cazar un animal para comerselo y sacear su apetito; el ciervo, quería regresar a la casa de la bruja para que quitara el hechizo; y el conejo, quería buscar otra manera saludable de saciar su hambre; pero tras discutir por horas, los tres animales terminaron separandose y tomando cada uno un camino distinto.

El jabalí, hambriento y enfurecido, sacó su rifle y se cazó al primer animal que se le cruzó por el frente, que no fue más que su propio cuerpo de jabalí, y que al morir, liberó el alma del humano que volvió a su cuerpo, y expulsó el alma del animal al más allá.

El conejo, buscó y buscó insatisfactoriamente por el bosque, probando todas las hojas de los árboles y frutas que saciaran su hambre y lo alimentaran sanamente, pero después de varios días murió de inanición; pero éste al morir dejó encerrada el alma del humano en su cuerpo de conejo.

Y finalmente, el ciervo, que regresó a la casa de la bruja, logró volver a la normalidad, y ahora anda por el bosque, explicándole a los animales, que los humanos no son malos, y que éstos cazan solo para poder comer y mantenerse con vida.

Fin.

825 - El audaz lobo y el Sr. Conejo.

Sir Helder Amos | viernes, marzo 20, 2015 |
Había una vez un lobo muy audaz que, para comerse al Sr. Conejo, le tendió una trampa de zanahorias para hacerlo salir de su madriguera y poder cazarlo; pero el Sr. Conejo, al darse cuenta que todo era una trampa del audaz lobo, huyó lo más rápido que pudo. 

El audaz lobo persiguió al Sr. Conejo por el gran campo, pero no fue lo suficientemente rápido para alcanzarlo, porque en la huída, el Sr. Conejo llegó a un campamento donde estaba un mago, y se escondió de su cazador metiéndose en el sombrero del mago y desapareciendo de este mundo, asi que, cuando el audaz lobo lo alcanzó, solo se encontró con el sombrero vacío. 

Pero el audaz lobo, que era muy determinado y caprichoso con su comida, no sé rindió al perder al Sr. Conejo, si no que se quedó cerca del campamento del mago para ver si algún día el animal salía del sombrero; mientras vigilaba, el audaz lobo vio que el mago, depués de su acto de desaparición, sacaba y metia al Sr. Conejo dentro de su sombrero, quien se burlaba de él al verlo vigilando en el público, porque sabía que dentro del sombrero, el audaz lobo, nunca podría cazarlo. 

Varios día, el audaz lobo intentó saltarle encima al mago cuando sacaba al Sr. Conejo del sombrero, pero nunca era lo suficientemente rápido, porque el mago metía de nuevo al Sr. Conejo en el sombrero casi inmediatamente.  

Sin rendirse, y tras ver el show de magia del mago varias veces más, al audaz lobo maquinó un plan macabro para poder comerse al Sr. Conejo; así, un día, el audaz lobo llegó al show de magia del mago disfrazado de una dulce niña, quien se ofreció como voluntaria cuando el mago preguntó quien quería ayudarlo con su próximo acto de desaparición. 

La dulce niña subió al escenario del mago, se metió en la caja negra que éste le indicó y desapareció un segundo después de que el mago hubiera pronunciado las palabras mágicas. 

Pero, lamentablemente para el mago, lo que comenzó como un aplauso de admiración al haber hecho desaparecer a la dulce niña, se convirtió en gritos y abucheos, al hacerla aparecer de nuevo, porque cuando la dulce niña reapareció, lo hizo toda despeinada, con unos grandes ojos, unas grandes orejas, una grande boca llena de afilados colmillos y unas manchas de sangre sobre su delicado vestidito. 

Fin. 

824 - La mentira de la Princesa Rosa.

Sir Helder Amos | sábado, marzo 14, 2015 |
- ¡La vida es bella! - le dijo la Princesa Rosa a su Príncipe Azul Obscuro para tratar de aclarar su tonalidad, a pesar de que debajo de su color Rosa brillante, se escondía una tonalidad más pálida y obscura.

Fin.

823 - El misterioso caso de la muerte de los Anderson.

Sir Helder Amos | jueves, marzo 12, 2015 |
El caso de la muerte de los Anderson, es un caso muy misterioso, porque el único sobreviente, el más joven de los Anderson, quien, al despertarse, en un frio día de febrero, encontró a sus padres, a su hermana y a su hermano mayor, muertos, cada uno, en su cama; y que asegura haberse salvado porque esa noche durmió con la puerta de su habitación cerrada.

Los informes del forense determinaron que todos habían muerto, apuñalados, mientras dormían; pero lo misterioso del caso, es que ni la policia, ni todos los dectetives que contrató el más joven de los Anderson, pudieron encontrar al culpable, porque en la escena del crimen no había rastros ni huellas del asesino, esa noche la puerta de la casa y todas las ventanas estaban cerradas y no tenían rastros de que hubieran sido forzadas. 

La policia y los dectectives, llegaron a pesar, acertadamente, que el asesino había sido el más joven de los Anderson; pero luego de interrogarlo conectado a un detector de mentiras y de ver el sufrimiento y la sed de venganza del muchacho, descartaban la idea.

Pero lo que ellos, ni el más jovén de los Anderson sabian, era que el muchacho era un sonámbulo y la noche del asesinato, él se había levantado muy silenciosamente de su cama, había abierto la puerta de su habitación, había apuñalado a muerte a toda su familia, y tras haber lavado el cuchillo, se había vuelto a encerrar en su habitación, a seguir durmiendo sin tener conciencia de todo lo que había pasado. 

Fin.

822 - El viaje a Disneyland.

Sir Helder Amos | lunes, marzo 09, 2015 |
Cuando el carro se detuvo en frente del consultorio del doctor, el niño, miró con rabia y decepción a sus padres, quienes lo habían engañado para hacerlo salir de la casa.

Cuarenta años más tarde, el niño, que ahora era todo un hombre, invitó a sus padres, ya ancianos, para Disneylandia; pero cuando éstos vieron que el carro se detuvo en frente de un ancianato, comprendieron, de inmediato, que su hijo se estaba vengando. 

Fin 

821 - El (des)acuerdo.

Sir Helder Amos | jueves, marzo 05, 2015 |
- ¿Aceptas a éste hombre como tu esposo, en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separe?
- Acepto. 
- Y tú, ¿Aceptas a ésta mujer como tu esposa, en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separe? 
- Solo si me firma el acuerdo prenupcial - dijo el novio sacandose un papel muy arrugado del bolsillo de su traje. 
- ¡Está bien, está bien! - dijo la novia, enojada, agarrando el acuerdo y firmándolo, enfurruñada, después de haberse negado a firmarlo miles de veces mientras estaban comprometidos.

La boda continúo con normalidad, luego de esa anormalidad, y, durante la fiesta, todos los invitados, en desacuerdo con lo que había hecho el novio, comentaban la jugarreta sucia que le había jugado a la novia al haberle hecho firmar el acuerdo prenupcial en plena boda.

Dos meses más tarde, cuando los casi recién casados se divorciaron, todos, en acuerdo con lo que había hecho el novio, comentaban lo inteligente que había sido al haberle hecho firmar el acuerdo prenupcial a la novia en plena boda. 

Fin.  

820 - El vacío del otro lado de la cama.

Sir Helder Amos | miércoles, marzo 04, 2015 |
A pesar de que tenía años sientiendo el otro lado de la cama, donde dormía su esposo, vacío; no fue hasta que él murió, que, realmente, sintió el vacío del otro lado de la cama.

Fin. 

819 - El efecto Werther

Sir Helder Amos | domingo, marzo 01, 2015 |
Después que terminó de leer Los Sufrimientos del Joven Werther, cerró el libro y lo colocó muy delicadamente sobre su escritorio con la mirada perdida.

Tras soltar un largo suspiro, se levantó de la silla, rodeó su escritorio y cerró la puerta de su estudio con llave. Luego, regresó a su lugar, abrió la segunda gaveta de su escritorio y sacó un fajo de papeles, una pluma y un potecito de tinta.

Después de que le hubo escrito una carta al hombre que amaba y quien no le correspondia, guardo todo de nuevo en la segunda gaveta, menos la carta, que plazó sobre el libro de Goethe; y sacando una pequeña llavesita de su abrigo, abrió, ésta vez, la primera gaveta de su escritorio, donde guardaba su revolver.

Y de la misma manera que lo hizo el joven Werther, él, también, acabó con su sufrimiento.

Fin.