1400 - La Vacuna Mortal.

Sir Helder Amos | martes, julio 27, 2021 |
Por un lado tenía a la mitad de mis amigos diciéndome: “Si no te pones la vacuna, ¡te mueres!”

Por el otro tenía a la otra mitad de mis amigos diciéndome: “Si te pones la vacuna, ¡te mueres!”

Así qué, confundido, porque ambas opciones conducían a mi muerte, tomé una moneda y la arrojé al aire para que el destino decidiera como me mataría la vacuna, y mientras la veía girar entendí que la decisión más inteligente era que, a pesar del resultado, dependiendo de con cuál mitad de mis amigos me encontrará, tenía que seguirles la corriente sobre su opinión de la vacuna mortal si quería mantenerlos.

Fin.

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1399 - El Juego Justo.

Sir Helder Amos | sábado, julio 24, 2021 |
Cuando el juego terminó el marcador mostraba 10-1 y entre quejidos y gimoteos el perdedor exclamó: 

- ¡No es justo, tú tienes más práctica y experiencia, era obvio que me ibas a ganar! 
- A mi me parece bien justo -le dijo el ganador con una sonrisa-, ¿o te parecería más justo que hubieras ganado tú? Cuando nunca habías jugado ni practicado antes.
- Ehh… -balbuceó el perdedor, reconsiderando la situación.
- No, no lo sería -dijo el ganador-, pero ¿qué te parece si jugamos una y otra y otra vez hasta que mejores y me ganes justamente? 
- ¡Trato hecho! Pero ahora empiezo yo… 

Fin.

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1398 - Agua, Vinagre y Vodka.

Sir Helder Amos | jueves, febrero 25, 2021 |
Cuando el pequeño terminó la secundaria y pasó a la preparatoria, su padre decidió que era el momento de enseñarle una una gran lección de vida, así que tomó tres vasos iguales y los llenó uno agua, otro con vinagre y el tercero con vodka. Y luego llamó su hijo al estudio. 

- ¿Qué pasa papá? 
- ¿Ves estos vasos que están sobre el escritorio, que puedes notar? 
- Pues... nada -respondió el jovencito, tras un momento de observar los vasos intensamente. 
- ¿Estás seguro? ¿No notas alguna diferencia?
- Sí, estoy seguro, papá, los tres vasos son iguales. 
- Toma uno y bebe un poco.
- ¡¡¡Puaj!!! ¡¿Papá, qué es esto?! -gritó el muchacho, arqueando y tapándose la boca.
- Vinagre -respondió seriamente el padre, sin reírse por lo sucedido-, ahora toma otro vaso distinto y bebe un poco. 
- ¡No quiero!
- Vamos, -lo animó el padre, dándole una palmada en el hombro-, ya pasaste lo peor. 
- Está bien... -balbuceó el jovencito, tomando del segundo vaso-. ¡Esto es agua! 
- Sí, agua, ahora toma del tercero. 
- ¡¡¡Ayayay!!! ¡¿Qué es esto, papá? -preguntó el joven, dando brinquitos, mientras toda su piel se erizaba y se sonrosaba.
- Vodka. 
- ¿Y para qué me estás haciendo probar todo esto? -preguntó el jovencito confundido, mientras olía el vaso que todavía tenía en la mano. 
- ¿Acaso no entiendes la lección? 
- Nope. 
- Ay, hijo, lo que te quiero enseñar con esto es que ahora que vas a entrar a la preparatoria, tienes que saber que allí vas a conocer a todo tipo de gente y que toda esa gente va a ser como estos tres vasos.
- ¿Cómo así? -inquirió el muchacho, dándole un sorbo al vaso. 
- Pues, al igual que estos tres vasos, tú no podrás distinguir o diferenciar a las personas por su apariencia o por cómo se ven, ¿recuerdas que al principio pensabas que todos los vasos eran iguales? Bueno, así pasa con la gente, hijo, por fuera o por nuestra apariencia todos somos iguales, pero por dentro nuestro contenido puede variar. 
- Ahh, ya entiendo -asintió, el joven, dando otro sorbo a su bebida. 
- En este sentido, hijo, -continuó el padre, para asegurarse de que el mensaje quedará claro-, vas a conocer gente que parece buena pero que no lo son, como el vinagre; como también podrás conocer gente que parece buena, divertida y alocada pero que al final de cuentas no te lleva a nada, como el vodka que embriaga; y así mismo conocerás gente buena, de buenos valores y modales que te harán bien y te ayudarán a mejorar, así como el agua, que nos mantiene sanos. 
- Sí, sí, -siguió asintiendo el jovencito.
- Pero la lección no se acaba ahí, hijo, porque lo que te quiero enseñar hoy, es que al final de cuentas tú siempre vas a poder probar y luego decidir de que vaso tomar o con que tipo de gente te vas a relacionar, así que tienes que pensar muy bien todo ya que la decisión siempre será tuya y el entorno del que te rodees será tu responsabilidad. 
- ¡Vaya, gracias papá! Muy sabias palabras, creo que ya decidí de cual vaso tomar.
- De nada hijo,  -dijo el papá, dándole otra palmadita en el hombro-, confió en que cuando llegue el momento tomarás la decisión correcta, ya puedes volver a lo que estabas haciendo.
- Vale, papá, -dijo el jovencito, dándole el último trago a su bebida y poniendo el vaso vacío sobre el escritorio-, hasta más tarde. 

El padre lo vio salir del estudio sintiéndose muy orgulloso de su pequeño hombrecito, hasta que minutos más tarde se escandalizó al descubrir que el vaso vacío que yacía sobre su escritorio era el último que su hijo había probado. 

Fin.

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1397 - La Piedra Filosofal.

Sir Helder Amos | domingo, enero 10, 2021 |
Cuando el humo se disipó, el alquimista asomó la cabeza lentamente por el borde del caldero y ¡Alás! No podía creerlo. 

Allí, en el centro del caldero vacío, reposaba una pequeña piedra cristalizada de color escarlata que brillaba a pesar de la oscuridad del laboratorio. 

- ¡Al fin! -se regocijó el Alquimista, agarrando la piedra y sintiéndose revitalizado, al apretarla fuertemente en su mano-. ¡Es mía! -gritó, y el júbilo e incredulidad de que el experimento había funcionado se notaban en sus ojos brillantes. 

Sin embargo, después de unos minutos de vítores, se dejó caer al suelo conmocionado. 

- ¿Y ahora qué? - se preguntó, sosteniendo la brillante piedra frente a sus ojos-. ¡Nunca pensé que el experimento funcionaría! ¡De todos los grandes alquimistas que han intentado y fallado encontrarte, no puedo creer que yo lo haya hecho! Ahora... ¿qué voy a hacer contigo?

Ciertamente, el alquimista nunca había pensado en eso, su búsqueda por la piedra filosofal era algo más de genuina curiosidad que del poder y beneficios que la piedra le podría traer a su vida. Pero ahora que la tenía en sus manos, frente a sus ojos, sus intenciones habían empezado a cambiar. 

- ¡Ya lo sé! Convertiré todos mis metales en oro, ¡Seré rico! Incluso más que mis más ricos amigos -gritó el alquimista-. También, como tendré vida y salud eterna, no tengo que preocuparme por dietas ni esforzarme mucho por nada, la piedra me mantendrá joven y fuerte -añadió-, ¡Y hasta podría convertirme en presidente o regente del mundo! Así podría vengarme de todas las personas que me han subestimado y tendré a cientos de mujeres a mis pies -continuó el alquimista-. ¡Oh! Y también podría...

Pero antes de que el alquimista pudiera pronunciar otra palabra, la piedra se esfumó de sus manos frente a sus ojos. 

Fin.

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