719 - El mejor regalo de Santa.

Sir Helder Amos | martes, diciembre 31, 2013 |
A pesar de que la navidad había pasado, el niño travieso seguía recibiendo carbones todos los días por parte de Santa por lo mal que se había portado ese año; pero el niño, en vez de entristecerse por no recibir juguetes, se alegró mucho por los carbones, porque lo mantuvieron caliente durante el frio invierno.

Fin.

718 - El gatillo.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 27, 2013 |
*Click*

Escuché el sonido del gatillo y cerré los ojos fuertemente esperando a que detonara el arma y me volara los cesos; pero no pasó, mi asaltante había olvidado de cargar debidamente su arma, y aprovechando la oportunidad, me zafé de sus brazos con una voltereta y le quité el arma de sus manos, los papeles se habían invertido, ahora era yo quien tenía el arma y le apuntaba a la cabeza, cargué debidamente el arma, puse mi dedo sobre el gatillo y lo miré a los ojos pregúntandome a mi mismo, si yo, un hombre de bien, era capaz de presionar el gatillo y volarle los cesos justo como él hubiera volado los mios si su arma hubiera estado debidamente cargada hace un par de segundos atrás.

Fin

717 - La gran cena navideña de una familia con problemas.

Sir Helder Amos | sábado, diciembre 21, 2013 |
*Clink, clink, clink, clink* Era el sonido que hacían los tenedores de plata al chocar contra la vajilla de porcelana, y lo único que se escucho durante toda la gran cena navideña.

Fin.

716 - La lección de la Princesa.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 15, 2013 |
Un día, cansada de que en el castillo todos les dijeran qué hacer, cómo actuar, qué comer y cómo vestirse, la Princesa, decidió escaparse y vivir una vida normal como pueblerina; pero luego de pasar un par de días fuera del castillo y tener que trabajar duro para apenas tener para comer, la Princesa, regresó al castillo y vivió feliz para siempre.

Fin.

715 - Los caramelos de colores de Luciano.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 05, 2013 |
Luciano tenía una bolsa de papel llena de caramelos de colores, pero estos caramelos eran mágicos, y cada color de los caramelos producía un efecto diferente a las personas que se los comía; era por eso que Luciano siempre le daba caramelos rojos a las niñas que le gustaban porque estos hacían que ellas le gustaran de vuelta, a sus amigos le daba caramelos azules que hacía que ellos confiaran en él, a sus papás le daba caramelos violeta que los calmaba cuando Luciano hacía travesuras, y a sus enemigos, Luciano, les daba aquellos caramelos negros que se encontraban en el fondo de la bolsa.

Fin.