1286 - La Sirena de Cabello Negro.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 28, 2018 |
”¿Por qué yo?” se preguntó la única sirena de cabello negro, mientras se peinaba su larga, abundante y hermosa cabellera negra frente al espejo y, a pesar de que estaba cansada de escuchar a las otras sirenas de coloridos cabellos alagar su negra melena, no paraba de repetirse la misma pregunta: “¿por qué yo?” cada vez que se peinaba su larga, abundante y hermosa cabellera negra.

Fin.

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1285 - El Santa Moderno.

Sir Helder Amos | lunes, diciembre 24, 2018 |
Cuando consultó los estados de cuenta de su tarjeta, se sorprendió al ver que alguien había pagado todos los regalos que había comprado para navidad.

Fin.

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1284 - Las Cartas Para Santa.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 21, 2018 |
Hace mucho, mucho tiempo, para tratar de ayudar a su amado con todo el trabajo que tenía en los días más ocupados del año, la Sra. Claus se coló en el estudio de su esposo mientras él se bañaba, pero las cartas que encontró en el saco que había sobre el escritorio la escandalizaron.

- ¡¿Querida, qué haces aquí?! -le preguntó Santa Claus al regresar a su estudio y encontrar a su esposa  esperándolo, parada sobre el escritorio con los brazos cruzados y todo el maquillaje corrido por las lágrimas que corrían por su mejilla.
- ¿Me puedes explicar esto? -vociferó la Sra. Claus, mostrándole las cartas que tenía en la mano.
- ¿Esas cartas? Pues...  -balbuceó Santa-. Pues esas cartas... esas son las cartas que me enviaron los niños con lo que les gustaría que les regale en navidad.
- ¿Ah, sí? -inquirió la mujer, bufando.
- Pues, sí, querida, verás... -respondió Santa, intentando apaciguarla.
- Entonces me quieres decir que... -gritó la Sra. Claus, desdoblando una de las cartas-, Melany, te escribió: “Querido Santa, Espero que lo que hicimos anoche no me ponga en la lista de chicas malas, porque a pesar de que en verdad fue algo muy, muy malo, yo lo disfruté mucho,y estoy segura que tú también, así que no puede ser tan malo si ambos lo disfrutamos”, ¿solo para pedirte un nuevo juguete?
- Querida, no es lo que piensas...
- O no, mira lo que Érica -continúo la furiosa Sra. Claus, sin dejar hablar a su marido-, te escribió: “Querido Santa, este año he sido una chica muy, muy mala, pero tú ya sabes esto porque ambos hemos sido malos juntos, así que no te voy a pedir nada, porque con tenerte a tí me basta”, para recordarte que no tenías que llevarle ningún regalo...

Pero antes de que la Sra. Claus pudiera continuar leyendo las otras cartas que le habían escrito a su marido, Santa salió corriendo de su estudio y, sin ni siquiera recoger sus cosas, abandonó su taller y el polo norte para siempre, y es por eso que, desde entonces, le toca a los padres comprar los regalos de navidad a su hijos.

Fin.

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1283 - Las Cartas Para Satán.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 19, 2018 |
Al ver que ya faltaban pocos días para la llegada de la navidad, el cartero sorteó a vuelo de pájaro todas las cartas que los niños le habían escrito a Santa y, metiéndolas en un gran saco, partió al polo norte para entregarlas personalmente.

El cartero recorrió miles de kilómetros cargando el pesado sacó en su espalda, y tuvo que enfrentarse a toda clase de problemas: tuvo que cruzar lagos congelados, tuvo que luchar contra osos polares y hasta tuvo que pasar varias noches a la intemperie del frío polo norte para poder entregar sus cartas.

Sin embargo, cuando el pobre y cansado cartero llegó al pequeño buzón que había a unos cuantos metros del taller de Santa y empezó a sacar las cartas del saco para dejarlas en su destino, notó horrorizado que había cometido un gran error, porque todas las cartas que traía consigo estaban dirigidas a otra persona.

- ¡¿Qué diablos?! -se quejó el cartero, titiritando de frío-. ¿Qué demonios le pasa a los niños de ahora?

En eso, una cálida brisa acarició el congelado rostro del cartero.

- Creo que tienes algo para mí... -dijo una voz grave y fría a las espaldas del cartero.

De pronto, el cartero empezó a sentir mucho miedo y, al mismo tiempo, comenzó a hacer un intenso calor que empezada a derretir la nieve a su alrededor.

- Sí-sí-sí... -titubeó el cartero, sin atreverse a voltear para comprobar que la persona que le hablaba era el destinatario de las cartas-. To-todas esas -indicó, señalando el saco.

- Muchas gracias -dijo la voz. Luego, se escuchó un chasquido de dedos y todas las cartas se prendieron fuego y, en un par de segundos, ardieron hasta que no quedaron más que sus cenizas-. Por cierto, para responder a tu pregunta, -añadió la voz-, los niños de ahora prefieren no ser juzgados ni arriesgarse a recibir un pedazo de carbón.

Fin.

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1282 - La Paz Mundial.

Sir Helder Amos | lunes, diciembre 17, 2018 |
Mientras veía el concurso de belleza con mi madre, después de la sección de preguntas donde todas las candidatas dijeron que lo que más deseaban era la paz mundial, ella remarcó:

- ¡Estas niñas si son estúpidas! -mientras metía la mano en el tazón de palomitas de maíz-. Esto es lo que tienen en la cabeza –añadió, sosteniendo una palomita frente a mis ojos-. Todas son iguales de tontas y plásticas, bah, pidiendo paz mundial como si fuera algo tan fácil de lograr.

Sin decir nada más, mi madre se comió grotescamente la palomita mientras yo me quedé en silencio pensando en sus palabras y, para cuando coronaron a la nueva reina de belleza, concluí que ella estaba equivocada.

- ¿Sabes algo, ma? Esas chicas no son tontas ni estúpidas –le dije, mientras apagaba el televisor-. Tontos y estúpidos son los presidentes del mundo, que lo único que quieren guerra y más poder del que ya tienen para sentirse admirables y respetados.

Fin.

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1281 - El Hogar de la Tortuga.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 13, 2018 |
Cuando el Tío Conejo terminó de construir su madriguera, hizo una gran fiesta e invitó a todos sus amigos para que conocieran su nuevo hogar. Unos meses después, a pocas semanas de que llegara el invierno, Mamá Osa también organizó una gran fiesta cuando encontró la cueva perfecta en la que invernaria ese año, para que todos la conocieran.

La Tortuga que había asistido a ambas fiestas, al ver la felicidad de sus amigos al sentir lo calentita que eran sus nuevos hogares, sintió que a ella también le gustaría tener su propio hogar, así que desde entonces, empezó a buscar por tierra y por mar su casa ideal para hacerla su hogar.

Des esta forma la Tortuga busco por años, cientos de años y pasó toda su vida buscando un lugar al cual podría llamarlo hogar. Hasta que un día, cuando ya estaba cansada y muy anciana para seguir buscando, la Tortuga decidió tomar un descanso y se metió adentro de su caparazón y, al hacerlo, descubrió que su búsqueda había sido en vano.

Fin.

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1280 - El Niño Raro.

Sir Helder Amos | martes, diciembre 11, 2018 |
Cuando el nuevo niño completamente normal ingresó a la escuela para niños raros, todos los demás se burlaron de él por ser raro.

Fin.

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1279 - La Brújula Esdrújula.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 09, 2018 |
La vena de su frente parecía que estaba a punto de explotarle, se había equivocado, trás haber girado a la derecha en la segunda luna de Júpiter, había perdido la dirección.

- ¡Señor! ¡El Galáctico Enmascardo nos está alcanzando! -le gritó su ayudante desde la parte trasera de la nave.
- ¡Lo sé! ¡Lo sé! -vociferó, obstinado, mientras se paraba de un salto del timón de la nave para buscar su brújula y tratar de recuperar la dirección. Pero cuando abrió la gaveta donde usualmente la guardaba, se exasperó al no encontrarla-. ¡Mi brújula! ¡¿Dónde metiste mi brújula?! -regañó a su ayudante, mientras sacaba uno y otro diccionario de la gaveta donde se suponía que estaría.
- ¿Brú-brújula? -balbuceó el ayudante, estirando y acercando uno de sus vicosos ojos sobre los hombros de su jefe para ver mejor el interior de la gaveta.
- ¡Sí! Mi brújula, la que te ordené que guardaras en esta gaveta -gritó el hombre, sacando aún más diccionarios de la gaveta- ¿Dónde está? -le preguntó- además, ¿podrías explicarme que hacen todos estos diccionarios aquí?
- No se enoje, jefe, pero... -empezó a decir el ayudante, retractando su ojo-. Pero pensé que había dicho “esdrújula”.

Y afortunadamente para el tonto ayudante, en ese mismo instante, antes de que toda la ira de su vil jefe cayera sobre el él, el fulgor de la nave del Galáctico Enmascarado los cegó y los paralizó al alcanzarlos.

Fin.

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1278 - Grandes Cambios.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 05, 2018 |
Habían pasado 13 años desde que había dejado su querido hogar, en aquel entonces apenas tenía 18 y se marchó sin darle mucha importancia, pensando solamente en todas las aventuras que viviría y en lo excitante que se convertiría su vida.

Así que mientras regresaba, miró con melancolía a través de la ventanilla del coche y sonrió al ver que todo en su vecindario seguía igual que antes: las calles eran las mismas, las casas eran las mismas, hasta los pequeños grafitis que había hecho con sus amigos en su adolescia seguían allí, nada había cambiado.

Pero cuando se bajó del coche frente a su antigua casa, la realidad lo golpeó, porque pudo ver a la distancia el gran árbol en el que se había convertido el pequeño arbolito que había sembrado en el patio trasero antes de su partida.  Y esto le hizo sentir mucho miedo al escuchar el chirrido de la puerta principal mientras se abría lentamente.

Fin.

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1277 - El Baño Rápido.

Sir Helder Amos | lunes, diciembre 03, 2018 |
Era tarde, así que abrió la llave de la ducha y, creyéndose muy inteligente,  en vez de meterse y bañarse rápidamente, se paró frente al espejo, se mojó un poco los pelos, se los peinó y, sacando una botellita de perfume del estante detrás del espejo, se roció con él todo el cuerpo hasta quedar empapado.

“Estoy listo” pensó, creyendo que nadie se daría cuenta, pero cuando salió del baño, allí estaba, parada como un toro furioso en frente de la puerta, su mamá lo esperaba con una sonrisa macabra en los labios y su cinturón de cuero en las manos.

- O-o-olvidé la toalla -balbuceó el pequeño al verla-. ¿Me la pasas, por favor? Para darme un baño rápido.

Fin.

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