Fin.
835 - Campanadas.
Sir Helder Amos | domingo, abril 26, 2015 |
Cuando atrapó, emocionada, el bouquet, en su cabeza empezaron a sonar campanas de boda; mientras que en la cabeza de su novio, al ver que ella había sido quien había atrapado el bouquet, empezarón a sonar campanas de alerta; ya era hora de terminar esa relación.
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834 - La Princesa con neumonía.
Sir Helder Amos | miércoles, abril 22, 2015 |
Mientras que el doctor auscultaba a la Princesa con su estetoscopio, le preguntó:
- Y digame, su majestad, ¿de qué color es la flema?
- Eh... éste... - titubieó la Princesa por un momento mientras examinaba, rápidamente, con la mirada, toda la habitación en busca de ayuda - Esmeralda.
- ¿Cómo? - indago el doctor, confundido.
- Verde esmeralda - respondió la Princesa ruborizándose un poco y bajando la mirada al suelo.
Y al escuchar la respuesta, la reina, que estaba al otro lado de la habitación, sonrió levemente y se sintió muy orgullosa de su hija.
Fin.
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833 - El profesor de meditación asalariado.
Sir Helder Amos | sábado, abril 18, 2015 |
Después de la clase de meditación, el profesor se encontró a sus dos mejores alumnos en la cafetería de la escuela, y al escuchar que estaban hablando sobre la meditación, se acercó a ellos y les preguntó:
- ¿Qué piensan ustedes cuándo meditan?
- Yo me imagino que estoy bajo una cascada de agua cristalina, y allí me reúno con mi yo interior y hablamos de nuestra vida - dijo el primero.
- Yo, en cambio, me imagino que estoy en el claro de un bosque, rodeado de árboles y animales, y allí me cuestiono mi existencia - dijo el segundo.
- ¡Wow! - exclamó el profesor.
- ¿Y usted profesor? - preguntó el segundo - ¿Qué se imagina cuando medita?
- La verdad, no quieren saberlo - les dijo el profesor todo enrollado.
- ¡Vamos, diganos! - lo presionó el primero - nosotros le dijimos lo que pensabamos.
- Bueno, está bien, yo, cuando medito, imagino que tengo mucho, mucho dinero y que estoy en un gran centro comercial comprándome toda la ropa, zapatos y accesorios de las mejores marcas y diseñadores.
- ¿En serio, profe? - preguntaron los dos alumnos al unisono.
- Si - respondió el profesor, apenado.
Después de un silencio incomodo, los dos alumnos se levantaron, se excusaron y se despidieron del profesor alegando que tenían que irse a hacer otra cosa; y desde ese día el profesor más nunca vio a sus dos mejores alumnos en sus clases.
Fin.
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832 - El inolvidable.
Sir Helder Amos | jueves, abril 16, 2015 |
- ¿Por qué no te olvidas de él y ya?
- ¡Porque no puedo!
- ¿Cómo qué no puedes? ¡Si puedes! ¡Si ni siquiera lo conoces!
- No, no puedo, ya lo he intentado y no puedo, por ejemplo: hoy; hoy desperté decidido a olvidarlo.
- Aja, ¿Y qué pasó?
- Pues, se cortó el cabello, ¡¡¡Y se ve tan bello!!!
Fin.
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831 - Asesinato en la 5ta avenida.
Sir Helder Amos | miércoles, abril 15, 2015 |
Cuando iba caminando por la desolada 5ta avenida, a altas horas de la noche, y vio que dos hombres de mal aspecto venían en dirección a él, se llevó automaticamente las manos al pecho, como solía hacerlo cada vez que estaba en una situación peligrosa, para sentir, entre sus dedos, el crucifijo que siempre llevaba como un amuleto de protección; pero esa noche, descubrió, horrorizado, que lo había perdido.
Fin.
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830 - La pesadilla del proletariado.
Sir Helder Amos | domingo, abril 12, 2015 |
Cansado y acalorado, se sentó en una silla extensible en frente la piscina, cerró los ojos por un momento y se quedó dormido.
Cuando despertó, encontró a una hermosa chica en bikini a su lado, con una piña colada para él en su mano.
Sin poder creer lo que pasaba, se pellizcó fuertemente el brazo; al sentir el dolor y ver que todo era real, que su sueño se había vuelto realidad, tomó la piña colada, le dio un sorbo y se quitó la camisa para broncearse; pero antes de que hubiera podido ponerse cómodo, de los altavoces de la piscina resonó la carcajada de su horrible jefe, quien no pudo aguantarse más la risa, y le anunció, que estaba despedido por quedarse dormido mientras debía de estar limpiando la piscina.
Fin.
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829 - El regalo del hada madrina.
Sir Helder Amos | lunes, abril 06, 2015 |
Había una vez un hada madrina que le encataba hacer regalos a las princesas, para que fueran más lindas y felices.
Un día, los rumores de que en un reino lejano vivía una princesa tan fea qué nadie, ni el más pobre de sus plebeyos, quería casarse con ella, llegaron a los oídos del hada madrina, y ésta, preocupada por el destino de la pobre princesa, emprendió su viaje para darle el regalo de la belleza.
Cuando el hada madrina llegó al castillo y entró volando por la ventana en la habitación de la princesa, ahogó un grito de terror y se llevó las manos a la boca al ver que la princesa era realmente fea; pero después de un par de minutos, el hada madrina recordó su misión y despertó a la princesa.
- Querida hija, despierta, toma - le dijo, dándole un pequeño espejo de plata que había llevado consigo.
La princesa, soñolienta, se alegró mucho al ver al hada madrina, y agarró el espejo con manos temblorosas sin atreverse a mirarse en él.
- Mirate en el espejo, hija mía - empezó a decir el hada.
- No quiero, yo soy muy fea.
- Mirate en el espejo, hija mía - repitió - para que pueda darte el regalo de la belleza.
La princesa levantó lentamente el espejo y vio su horrible reflejo en él.
- Espejo mágico que ve más que el exterior, refleja el interior, y haz que el rostro de esta desgraciada princesa refleje la belleza de su alma - dijo el hada madrina haciendo garabatos en el aire con su varita y tocando la cabeza de la princesa al terminar.
Pero, tan pronto terminó de decir el hechizo, el rostro de la princesa se empezó a deformar aún más de lo deforme que ya era, y le empezaron a salir pustulas llenas de pus y verrugas peludas por todo su rostro, porque la princesa, a pesar de ser fea, era muy pretenciosa, odiosa, déspota y malvada.
La princesa, al ver su rostro deformarse frente al espejo, pegó un grito, horrorizada, que despertó a todos en el castillo, haciendo que los guardias, que siempre cuidaban sus aposentos, entraran rapidamente en su habitación y capturaran al hada madrina sin dejarla decir ni una sola palabra.
Al día siguiente, cuando la princesa le contó a su padre, el Rey, la maldición que le había echado el hada madrina, éste ordenó que le cortaran las alas, qué rompieran su varita y que la encarcelaran en una de sus mazmorras por toda la eternidad.
Fin
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828 - La trágica muerte de la bailarina solitaria.
Sir Helder Amos | jueves, abril 02, 2015 |
Había una vez una bailarina de ballet que desde pequeña había soñado con bailar un pas de deux junto al gran amor de su vida; pero a medida que pasaron los años, y su amor no aparecía, ella comenzó a practicar y a bailar el pas de deux sola, para estar preparada cuando su amor llegara.
El tiempo pasó y la bailarina se hizo mucho daño practicando el pas de deux, porque no tenía quien la recibiera en sus brazos cada vez que daba un salto, ni quien la ayudara a mantener el equilibro al girar sobre la punta de sus dedos; pero a pesar de todo, ella siguió practicando y haciendo lo imposible, logró bailar un pas de deux ella sola.
Finalmente, cuando el amor de su vida llegó, la bailarina, quien se había acostumbrado a bailar sola, no supo como bailar el pas de deux con alguien a su lado.
Fin.
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