En la torre más alta, la princesa vio desde el balcón de su habitación revolotear las dos hermosas palomitas azules que su amado dejaba en libertad cada vez que recibía una de sus cartas, así que fue a prepararse para bajar a la recepción del castillo, a recibir su respuesta, porque usualmente a su amado solo le tomaba un par de horas responder a sus escritos.
Sin embargo, está vez, la princesa espero por horas y horas, pero ninguna carta llegó. Así que, consternada, regresó al balcón de su habitación y, al cerciorarse de que las dos hermosas palomitas azules estaban revoloteando sobre los techos de las casas de su reino, soltó un gran suspiro y muy tristemente se dijo a sí misma:
- Para esto le hubiera escrito por WhatsApp.