725 - El árbol de la reconciliación.

Sir Helder Amos | viernes, enero 31, 2014 |
Cada vez que peliaban, la pareja que tenía más de veinte años de casados, tomaba una caminata por el parque donde una vez, cuando eran jóvenes, labraron sus iniciales dentro de un corazón en la corteza de un árbol, y al caminar junto al árbol y ver que sus iniciales seguían allí, grabadas en la corteza, recordaban todos los momentos felices que habían vivido juntos y se reconciliaban. 

Fin

724 - Vudú

Sir Helder Amos | martes, enero 21, 2014 |
- ¿Estas segura de que le dolerá? - le preguntó la ex-novia a la bruja.
- Totalmente segura, querida, toma - le respondió ésta,  dándole un puñado de agujas - desahogate y hazlo pagar por lo que te hizo.

Fin.

723 - El necrófilo afortunado.

Sir Helder Amos | miércoles, enero 15, 2014 |
Cuando le contó su más secreto y obscuro fetiche a su prometida, supo que había escogido a la mujer perfecta para casarse, porque ante tal confesión, ella le respondió con una sonrisa en la cara que no le importaba porque ella estaba dispuesta a morir por él, de todas maneras.

Fin.

722 - El llamado del más allá.

Sir Helder Amos | domingo, enero 12, 2014 |
A pesar de que no podía ver nada, escuché una voz llamando mi nombre en la oscuridad, y sin saber de donde provenía, decidí seguirla sin importarme hacía donde me llevaría, porque seguirla era mejor que merodear sin rumbo en la oscuridad.

Fin. 

721 - Parte de crecer.

Sir Helder Amos | jueves, enero 09, 2014 |
- Apagas la luz al salir -  le dijo el niño a su padre.
-¿En serio? ¿Estás seguro?
- Sip - respondió el niño.
- Pero ¿y los monstruos? ¿No vendrán a atacarte si duernes con la luz apagada?
- Nop, ayer descubrí que yo soy más fuertes que ellos.
- ¿Ah sí? ¿Y cómo lo descubriste?
- Ayer entré al armario y le di una paliza al mosntruo que había en encerrado adentro, si pude con él, sé que también puedo con cualquier otro monstruo que venga a atacarme.
- Esta bien, entonces te apago la luz al salir.

Fin.

720 - La fábula del conejo.

Sir Helder Amos | viernes, enero 03, 2014 |
Cuando el conejo y la tortuga regresaban a casa, cansados y hambrientos por la carrera que habían tenido,  vieron a lo lejos una granja que cultivaba frutas y hortalizas.

A lo que pasaron junto a la granja, el Conejo notó que las zanahorias que estaban plantadas en la granja estaban listas para ser comidas y le dijo a la tortuga:

- Oye, toruga, ¿qué dices si nos saltamos la valla de la granja y tomamos un par de esas zanahorias para reponer las fuerzas que perdimos en la carrera?

- ¡¿Estás loco, conejo?! - le respondió la tortuga exaltada - ¡eso es robar!

- Si, pero solo serán un par de zanahorias, el dueño de la granja nunca lo notará, así que, ¿qué dices? ¿Lo hacemos?

- ¡No! - respondió instántaneamente la tortuga -  Yo no lo haré, ve tú, conejo, si quieres; pero no me metas en tus fechorías.

- Está bien - dijo el conejo - pero no te traeré una zanahoría, y luego no me vayas a estar pidiendo ni un mordisquito de la mía.

Y así la tortuga vió como el conejo se acercó a la valla, tomó impulso y dando un gran salto con sus dos patas traseras voló por encima de la valla; aterrizó al otro lado dentro de la granja y con mucho sigilo se acercó a donde estaban las zanahorias; pero cuando tomó una zanahoria por las hojas que sobresalían en la superficie para jalarla fuera de la tierra, ¡PUM! la cabeza del conejo voló el mil pedazos.

- ¡TE ATRAPÉ CON LAS MANOS EN LA MASA, CONEJO LADRÓN!  - Escuchó la tortuga gritar al humano que se acercaba corriendo al cuerpo del conejo que yacía inerte sobre la tierra; y al ver esto la tortuga se fue lo más rápido que pudo a su casa y ahora le cuenta la historía del conejo ladrón a todos los animales del bosque para que aprendan que robar es malo y que no deberían hacerlo.

Fin.