1237 - Las Mariposas del Amor.

Sir Helder Amos | domingo, julio 29, 2018 |
Cuando lo vio acercarse, tan bello y gallardo, su corazón se aceleró, sus ojos brillaron y empezó a sentir mariposas en el estómago.

Con una gran sonrisa, él se paró frente a ella y la saludo con la mano. Pero cuando ella abrió la boca para decirle hola:

Hip

Soltó un gran hipido y de su boca salió una hermosa mariposa monarca. Apenada por lo que había sucedido, se puso tan roja como un tomate y bajó la mirada. Sin embargo, cuando el chico vio lo que había pasado, soltó una pequeña carcajada y, alzándole la barbilla con su áspera mano para que lo viera, él se dio unos golpecitos en el pecho con la otra mano.

- Brrrrrrrrrrp

Al eructar, de la boca del chico salieron tres mariposas. Y la chica, al ver esto, olvidó su pena y, con una gran sonrisa, saltó a los brazos del chico. Muy contenta porque él también sentía lo mismo que ella.

Fin.

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1236 - El Fantasma del Hospital.

Sir Helder Amos | miércoles, julio 25, 2018 |
Un poco después de las 3 a.m., mientras la cándida enfermera hacía la ronda nocturna por los pasillos del hospital, se sobresaltó al escuchar el sonido de unos pasos lentos y arrastrados que provenían del final del corredor del Ala B, al mismo tiempo que una tormenta se desató y la luz parpadeó.

Entre la luz parpadeante y el fulgor de los rayos de la tormenta que se colaban por las ventanas, la enfermera vio que un hombre muy anciano con una bata blanca, en pantuflas y arrastrando un porta-suero del cual guindaban dos bolsitas: una con solución y la otra con sangre, se acercaba a ella.

- Señorita... agua... deme agua...  -pidió el viejo, con una apagada y carrasposa voz.

A pesar del miedo que tenía, su sentido de responsabilidad fue más fuerte y la enfermera corrió hacía al anciano para ayudarlo a sostenerse.

- Señor, ¿qué hace despierto a estas horas? ¡Puede caerse! Regrese a su cuarto
- Sed... Tengo sed -dijo el anciano, al cual le faltaban casi todos los dientes de la boca.
-Yo le daré  agua, señor, pero primero regresemos a su cuarto que usted debería estar reposando en cama -dijo la enfermera-. ¿En que cuarto está?
- En el C-06 -respondió el viejo.

Sin embargo, la enfermera soltó al anciano y se le quedó mirando perpleja.

- ¿Y cómo es su nombre? -le preguntó.
- Williams, y ¿usted?
- Dulce -respondió la enfermera, revisando rápidamente su tabla, porque ella nunca había escuchado de esa habitación y, efectivamente, en su lista de pacientes no figuraba el nombre de anciano-.  Vamos regresemos a su habitación -añadió, ayudando al anciano  y dejándose guiar por él para que este la condujera al cuarto C-06.

Con pasos lentos el anciano y la enfermera  llegaron al final del corredor del Ala B e, inesperadamente, el anciano giró a la izquierda, done se abría otro largo corredor señalado como el Ala C del hospital. Al ver esto, la enfermera se sorprendió mucho, porque ella no sabía de la existencia de esa ala ni mucho menos había estado en ella.

Al llegar a la habitación C-06, la enfermera notó que en la placa de la puerta estaba el nombre del anciano y, entrando en la oscura pieza, lo llevó a la cama, asegurándole que volvería pronto con una jarra de agua.

Minutos más tarde, después de que la enfermera recorriera con curiosidad toda el Ala C del hospital, volvió a la habitación del anciano con el agua y, despidiéndose de él, terminó su turno con mucha inquietud porque sentía que todo era un sueño.

Al día siguiente, cuando el Señor Williams despertó, llamó a su médico y le pidió muy gentilmente que le asignaran a Dulce como su enfermera de cabecera, porque le había gustado mucho el trato que esta le había dado la noche anterior. Sin embargo, el médico palideció y toda su piel se le puso de gallina cuando escuchó las aventuras nocturnas del viejo paciente, porque la enfermera de la cual le habló había fallecido mucho antes, incluso, de que el Ala C del hospital fuera construida.

Fin.

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1235 - Esputos Multicromáticos.

Sir Helder Amos | lunes, julio 23, 2018 |
Después de su ataque de tos, descubrió horrorizado que el pañuelo donde había tosido estaba lleno de sangre, así que, asustado por su salud, fue lo más rápido que pudo al hospital más cercano.

- ¡Estoy tosiendo sangre! -gritó, tan pronto vio al médico, por lo que este lo envió a hacerse todo tipo de exámenes.

Un par de horas después, cuando todos los resultados estuvieron listos, el médico trató de calmar al angustiado paciente diciéndole:

- No es nada grave, solo tiene un poco de flema en los pulmones, no hay nada de que preocuparse.

Pero en ese momento, otro ataque de tos lo ahogó:

- Pero, doctor, ¡sangre! mire estoy tosiendo sangre -gritó, mostrándole el pañuelo.

Sin embargo, el médico lo miró confundido y trató de aclarar la situación.

- Eso no es sangre, eso es flema o moco verde, como le dirían comúnmente.
- Y entonces, ¿por qué está rojo? -preguntó el paciente, nervioso.
- ¿Rojo? -repitió el médico, mirando de cerca el pañuelo. Luego tomó oftalmoscopio y le revisó los ojos-. Creo que ya sé lo que usted tiene...

Fin.

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1234 - Mensajes de Amor Nocturnos.

Sir Helder Amos | lunes, julio 16, 2018 |
A: ¡Hola!
B: Hola, mi amor, ¿cómo estás esta noche?
A: No muy bien, te extraño mucho...
B: Yo también, mi amor, ¿que haces?
A: Jugando, y ¿tú?
B: Aquí... acostadita. ¿Qué estás jugando?
A: La Ouija
B: ¡Amor! ¿Qué te he dicho de ese juego? Eso es demoníaco, no me gusta que juegues con eso.
A: Discúlpame, querida, pero no puedo evitarlo.
B: Por favor, prométeme que no volverás a jugar con eso.
A: Lo siento, no puedo prometerte eso, te amo, te extraño y la vida sin ti es muy dura.

Fin.

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1233 - El Cavernícola Moderno.

Sir Helder Amos | domingo, julio 15, 2018 |
- Menos mal que llegaste -bramó la mujer al ver entrar a su esposo-. Ahí tienes a tu hijo, encerrado en ese cuarto como si fuera una cueva, parece un cavernícola, no se baña ni quiere ir a cortarse esos pelos por andar jugando todo el día en la computadora. Hoy casi se me prende fuego la comida y él fue incapaz de apagar la hornilla a pesar de que estaba parado al lado de la cocina. ¡Pero es que si tuviera un garrote le destruiría la computadora para que se le acabe esa obsesión que tiene!
- No te preocupes, querida, voy a hablar con él.

Pero a lo que el papá entró en el cuarto del joven, corrió a la computadora donde este estaba  y, mirando fijamente el monitor,  le preguntó:

- ¿Lo lograste? ¿Mataste al dragón blanco de siete cabezas?
- No, papá, ¡casi! Cuando solo le quedaba 1 de HP, me entró un lag terrible y me mató.
- No te preocupes, encargue un nuevo módem para que el internet sea más rápido y no vuelva a pasar -lo consoló, dándole un apretón en los hombros-.  Ah, por cierto, tu mamá quiere que te bañes y te cortes el pelo.

Fin.

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1232 - Influencia Literaria.

Sir Helder Amos | viernes, julio 06, 2018 |
Desde que conoció a su esposo escritor, descubrió que su conducta cambiaba según los libros que leía. Sin embargo, cuando llegó a casa esa noche, su comportamiento la confundió más allá de lo común.

- ¡Oh! Mi fermosa doncella, no te imaginas el menester que he sentido todo el día de verte, he extrañado tus dulces ojos como si estos el aire se tratase, porque el brillo dellos me han dado fuerza para combatir a todos mis enemigos sin importar lo malferido que he estado...
- ¿Qué demonios estás leyendo ahora? -lo interrumpió, exaltada.
- Ja, ja, ja, no te pongas así querida, estoy leyendo las aventuras del Ingenioso Hidalgo  Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes.
- No, no, no, es que vas de mal en peor, dame ese libro -le ordenó, extendiendo la mano-. De ahora en adelante yo te diré los libros que vas a leer. Lo último que quiero es verte en medio de la ciudad usando un colador en la cabeza como si fuera un yelmo y una tapa de una olla como escudo.
- Ja, ja, ja, está bien, querida, cómo tu digas -cedió su esposo, jovialmente-. Pero dime, ¿Qué voy a leer durante el día mientras espero que llegas a casa?
- No lo sé, déjame pensar..

Pero después de un minuto, el brillo de los ojos, del cual hablaba su esposo imitando al ingenioso Hidalgo, relució en ellos, mientras esta corría a la biblioteca para buscarle algo que leer a su marido.

- ¡Comienza por esta trilogía! -exclamó, emocionada, poniendo sobre el regazo de su esposo los tres libros de las 50 Sombras.

Fin.

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1231 - El Banquete de la Reina.

Sir Helder Amos | miércoles, julio 04, 2018 |
Cuando la Reina, Cleopatra, salió de su larga e importantísima reunión con los 100 generales más importantes del imperio romano, sus sirvientes le prepararon un gran banquete para que ella comiera y se repusiera.

Sin embargo, a pesar del aire exhausto que tenía, la hermosa Reina de Egipto rechazó la comida y, alegando que se acababa de dar un gran banquete, les dijo:

- Solo quiero un poco de sopa, me duele la mandíbula.

Fin.

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1230 - Juego de Niños.

Sir Helder Amos | lunes, julio 02, 2018 |
Cuando la niña se calmó, después de haber pasado un largo rato llorando y pataleando, y agarró su juguetes preferidos: un unicornio rosado y dos ositos de peluche. Su padre, quien la había estado observando, alertó a su esposa:

- ¡Va a empezar a jugar, rápido, llama al terapeuta!

La mujer dejó todo lo que estaba haciendo y videollamó al terapeuta.

- Disculpe la molestia, pero nuestra hija va a empezar a jugar con sus juguetes.
- Pongan el teléfono en un lugar donde pueda verla y escucharla -ordenó el terapeuta.

De tal manera, el terapeuta vio como jugaba la niña sobre su alfombra de arco-iris.

- ¡Tomen esto osos inmundos! -gritaba la niña, apuñalando a los ositos con el cuerno del unicornio-. Voy a sacarles el corazón para comérmelo y luego vomitarlo sobre sus tumbas, osos asquerosos.

Luego de esta escena, la mamá de la niña recogió el teléfono y le preguntó al terapeuta muy preocupada:

- ¿Si vio? ¿No es preocupante?
-  Bueno, es un poco violento, -admitió el terapeuta-. Pero no es más que un juego de niños.
- ¿Está seguro? Mire...

Volteando de nuevo el teléfono para que el terapeuta viera a la pequeña, su madre le preguntó a la niña:

- Tesoro, ¿a qué juegas con esos juguetes?
-  A la familia, mami -respondió la niña con voz angelical-. Yo soy el unicornio, y tu y papi son los ositos de peluche cuando no me quieren dar galletas antes de la cena.

- ¡Tráiganla inmediatamente a mi consultorio! -se escuchó gritar al terapeuta desde el teléfono.

Fin.

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