En la última reunión familiar, todos nos quedamos sorprendidos cuando, inesperadamente, mi papá se levantó de la mesa y anunció:
- Voy a empezar a fumar.
- ¡¿Qué?! -gritó mi hermana menor-. ¡¿Estás loco, papá?!
- ¡Papá, déjate de tonterías, tú tienes 71 años! -dijo mi hermana mayor, no tan alterada-. ¿No te parece que estás muy viejo para la gracia?
- Por eso, -le respondió mi papá, colorándose-. ¡He pasado 71 años siendo un buen ejemplo, actuando al margen a la ley, comiendo sanamente y haciendo ejercicio todos los días, y ya me cansé de todo eso! ¡Voy a empezar a fumar!
- ¡No te quedes callado! -me dijo mi hermana menor.
- ¡Dile algo! -me dijo la mayor.
- Este... -titubeé por un segundo pero, después de ver la expresión de represión y frustración que tenía mi viejo en su rostro, me di cuenta que mi padre tenía razón y que yo no era nadie para impedirle nada- ¡Toma! -le dije a mi padre, sacándome una cajetilla de cigarros del pantalón y lanzándosela al otro extremo de la mesa.
- ¡¿Lo vas a apoyar?! -gritaron mis hermanas al unísono.
- Si. No soy nadie para impedírselo, si quiere fumar, que fume. Hay que entenderlo, ya está en la recta final y quiere vivir todo lo que se ha perdido en esos 71 años de vida correcta.
- Muchas gracias por entenderme, hijo -dijo mi papá, lanzándome de vuelta la cajetilla de cigarrillos-. Pero no me refería a cigarrillos.
-¿Ah? -preguntamos los tres hijos confundidos.
- Cuando dije que voy a empezar a fumar, me refería a marihuana, 420, cómo le dicen los jóvenes.
- ¿En serio? -preguntamos los tres de nuevo.
- Sí. Quiero sentir nuevas experiencias, ver todo desde otro punto de vista, saber lo que se siente.
- Bueno. ¡Toma! -le dije a mi padre, lanzándole de nuevo la cajetilla de cigarros-. Allí dentro hay dos joints que tenía preparado para más tarde.
Al escuchar y ver esto, mis hermanas me miraron boquiabiertas y, después de lanzarme una mirada asesina, sin decir nada más, se pararon, ofendidas, de la mesa, dejándonos a mi papá y a mi solos, lo que aprovechamos para fumar un rato y tener el mejor momento padre-hijo que he tenido en la vida.
Fin.