932 - Amor condicional.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 31, 2015 |
Cuando el hijo mayor del mercader llegó al palacio para casarse con la princesa, según el acuerdo al que habían llegado sus padres. Su futura esposa lo estaba esperando en el gran hall, lista para mostrarle a su prometido su nuevo hogar.

Después de darle un pequeño beso de bienvenida, la princesa tomó la mano del joven y le dijo:

- Déjame mostrarte el castillo -mientras lo guiaba por una pequeña puerta lateral que estaba escondida detrás de una gran cortina del hall.

Tras bajar decenas de escaleras y pasar por varios pasillos y callejones ocultos, la princesa, finalmente, se detuvo.

- Aquí empieza nuestro recorrido -dijo sonriendo-. Estas son las mazmorras del castillo, horrible lugar, ¿no?

-Si -respondió el joven tímidamente-. ¿Por qué muestras esto de primero?

-  Porque quiero que veas el lugar donde vivirás si algún día me eres infiel o intentas dejarme.

Fin.

931 - La banda de tiburones malos.

Sir Helder Amos | martes, diciembre 29, 2015 |
Había una vez, en el fondo del gran océano pacifico, un delfín que, a pesar de su naturaleza tierna y adorable, siempre sintió que era malo y malévolo, razón por la cual se la mantenía jugando bromas pesadas a sus compañeros delfines y admirando a lo lejos, la banda de tiburones malos a la que todos en el océano temían.

Un día, a pesar de todas las advertencias que le hicieron, el delfín se acercó a la banda de tiburones malos para preguntarles si podía unirse a ellos; sin embargo, para su sorpresa y decepción, cuando les habló, los tiburones lo recibieron con una calurosa bienvenida y grandes (aterradoras) sonrisas (debido a la gran cantidad de dientes que tenían).

A medida que los fue conociendo, el delfín descubrió que los tiburones eran muy amigables y cordiales entre ellos y que todo el mundo los juzgaba mal porque eran maquinas asesinas, sin pensar que ellos solo mataban para poder subsistir.  

Pronto, para probar el nivel de maldad de sus nuevos amigos, el delfín les jugó una broma pesada, y los tiburones se sintieron tan indignados por la falta de respeto y de cordialidad del delfín que le demostraron toda su maldad matándolo y devorándoselo en un par de segundos.

Fin.

930 - El regalo de navidad. (Navidad)

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 25, 2015 |
La mañana de navidad, se despertó por culpa de un pestilente hedor proveniente de la sala de estar, y cuando salió de su habitación, para ver qué lo causaba, se encontró que debajo de su árbol de navidad había un gran paquete envuelto en papel de regalo con decenas de moscas volando a su alrededor.

Asqueada y aterrada, se acercó al paquete, rompió el papel y se encontró, horrorizada, el cadáver del hombre más bello que hubiera visto en su vida.

Soltando un grito y llevándose las manos a la boca, se alejó del paquete y, tras pasar un par de minutos en shock, se percató de la carta que estaba encima del cadáver. 

Tomándola con manos temblorosas, rasgó el sobre y leyó espantada:

Querida Claudia,
Cómo este año te portaste muy bien y nunca dejaste de creer en mí, a pesar de que eres adulta, te traje el novio "bello"que tanto me pediste.
Abrazos.
Santa Claus.

PD: Disculpa si está un poco frío, pero lo compré en la rebaja de corazones rotos del 15 de febrero y lo guarde en el Polo Norte desde entonces.

Fin.

929 - El mochilero.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 24, 2015 |
"Todo es tan diferente" pensó cuando regresó de su viaje, a pesar de que nada hubiera cambiado durante el año y medio que estuvo recorriendo el mundo.

Fin.  

928 - El bosque de navidad.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 23, 2015 |
Un par de semanas antes de que llegara la navidad, un leñador y su hijo fueron a un bosquecillo de pinos a escoger uno para convertirlo en su árbol de navidad; pero, luego de encontrar el más bonito, justo antes de que el leñador diera el primer hachazo para cortarlo:

 - ¡No, papá! ¡Detente! -gritó el niño, pensando que si cortaban el árbol, para colocarlo y adornarlo en su casa, en un par de meses pasaría a ser el pino más bonito del bosque a ser el más feo, porque se marchitaría y perdería su bello color y tan delicioso olor.

En cambio, al niño se le ocurrió una grandiosa idea: adornar el pino justo donde estaba, para que todos los años pudiera disfrutar de su belleza. De tal manera, en vez de cortarlo, el leñador recogió las ramitas de otros árboles que habían en el suelo, construyó una pequeña cerca a su alrededor y le puso un aviso para que los demás leñadores no cortaran ese pino.

Ese mismo día, el leñador y su hijo volvieron rápidamente a casa, recogieron todos los adornos de navidad y regresaron al bosque a adornar el pino.

A partir de ese día, el niño pasaba todos los días por el bosquecillo y fue descubriendo, muy emocionado, como, poco a poco, las otras familias dejaron de talar los pinos y, en cambio, empezaron a adornarlos al igual que lo habían hecho él y su papá, hasta que todos los pinos estuvieron adornados y el bosquecillo se convirtió en un bello bosque de navidad donde todos los niños se reunían para apreciar la belleza de los árboles adornados y jugar a las escondidas entre ellos.

 Fin.

927 - El amanecer.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 20, 2015 |
- Y... ¿Lo viste?
- No. 
- ¿Por qué? Yo pensé que...
- Me quedé dormido, mañana lo veré. 

El día siguiente también se quedó dormido, y el siguiente, y el siguiente, hasta que el sol, misteriosamente, se apagó y dejó a la galaxia en una oscuridad eterna.

Fin.

926 - La viuda rencorosa.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 18, 2015 |
Todos en la iglesía se quedaron boquiabiertos, cuando la viuda del difunto que velaban se levantó repentinamente e interrumpió las preciosas palabras que el cura estaba dedicándole al muerto para gritar enojada: 

- ¡NO, PADRE! ¡NO! OJALÁ QUÉ MI DIFUNTO ESPOSO SE QUEME EN EL INFIERNO Y PAGUE POR TODOS LOS PECADOS QUE COMETIÓ, TODO EL MALTRATO, TODAS LAS HUMILLACIONES, TODAS LAS INFIDELIDADES Y TODO LO QUE ME HIZO SUFRIR EL DESGRACIADO ESE, ¡QUÉ SE QUEME EN EL INFIERNO! ¡QUÉ SE QUEME! 

Luego, al darse cuenta de toda la atención que había llamado con la explosión que había tenido, la viuda se arreglo su velo negro con manos temblorosas, se disculpó y salió caminando muy rápidamente por el pasillo central de la iglesia. 

Fin. 

925 - La ex asesina.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 16, 2015 |
- ¿Qué son todos esos jarrones que tienes encima de la chimenea? -le preguntó una amiga a la otra mientras tomaban el té-. No sabía que te gustaba coleccionarlos.

- Esos no son jarrones -le explicó, mientras tomaba un sorbo de té-. Son urnas. Las urnas de mis ex novios. 

- ¡¿Todos han muerto?!

- Figurativamente. Siguen vivos, sin embargo, están muertos para mí. Después de terminar una relación, tengo la costumbre de quemar todos los regalos y cosas que me recuerden a mis ex novios y guardar sus cenizas en esas urnas.

- Interesante -dijo la amiga, llevándose la taza de té caliente a la boca, y deteniéndose a tan solo unos centímetros de sus labios para preguntarle: - Pero... ¿cómo haces cuando te los encuentras en persona?

- Me asusto -respondió sinceramente-, grito como si hubiera visto a un fantasma y salgo corriendo del lugar.

Fin.

924 - El príncipe de la vida real.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 11, 2015 |
Después de que le lanzó la puerta en la cara a la andrajosa y pobre viejecita, quien solamente había tocado para pedir un pedacito de pan y un poco de agua. El príncipe se quedó recostado sobre la puerta y se miró las manos, sonriendo y pensando: "Menos mal que la magia y los cuentos de hadas no son reales."

Fin.

923 - El invierno eterno.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 10, 2015 |
Justo cuando empezó a pensar que el invierno nunca acabaría, se percató de que, entre la gruesa capa de nieve que cubría su jardín de rosas, un pequeñísimo pimpollo comenzaba a abrirse camino.

Fin.

922 - Rey por un mínuto.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 06, 2015 |
Mientras limpiaba la sala real, el mayordomo, al ver que estaba solo, se sentó en el trono y se puso la corona para ver que sentía ser rey.

Al principio, sintió que la corona se veía bien sobre su cabeza y que el trono era muy confortable y cómodo; sin embargo, unos segundos más tardes, al recordar todas las responsabilidades y deberes que sobrecaían sobre los hombros del rey, empezó a sentir cómo el asiento del trono se endurecía, tornándose muy incómodo, y que la corona pesaba tanto que le estaba provocando dolor de cuello.

Un minuto más tarde, el mayordomo se paró, rápidamente, del trono, se quitó la corona, la puso en su lugar y siguió limpiando la sala real, dejándola más reluciente que nunca.

Fin.

921 - Nunca es muy tarde.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 03, 2015 |
En la última reunión familiar, todos nos quedamos sorprendidos cuando, inesperadamente, mi papá se levantó de la mesa y anunció:

- Voy a empezar a fumar.
- ¡¿Qué?! -gritó mi hermana menor-. ¡¿Estás loco, papá?!
- ¡Papá, déjate de tonterías, tú tienes 71 años! -dijo mi hermana mayor, no tan alterada-. ¿No te parece que estás muy viejo para la gracia?
- Por eso, -le respondió mi papá, colorándose-. ¡He pasado 71 años siendo un buen ejemplo, actuando al margen a la ley, comiendo sanamente y haciendo ejercicio todos los días, y ya me cansé de todo eso! ¡Voy a empezar a fumar!
- ¡No te quedes callado! -me dijo mi hermana menor.
- ¡Dile algo! -me dijo la mayor.
- Este... -titubeé por un segundo pero, después de ver la expresión de represión y frustración que tenía mi viejo en su rostro, me di cuenta que mi padre tenía razón y que yo no era nadie para impedirle nada- ¡Toma! -le dije a mi padre, sacándome una cajetilla de cigarros del pantalón y lanzándosela al otro extremo de la mesa.
- ¡¿Lo vas a apoyar?! -gritaron mis hermanas al unísono.
- Si. No soy nadie para impedírselo, si quiere fumar, que fume. Hay que entenderlo, ya está en la recta final y quiere vivir todo lo que se ha perdido en esos 71 años de vida correcta.
- Muchas gracias por entenderme, hijo -dijo mi papá, lanzándome de vuelta la cajetilla de cigarrillos-. Pero no me refería a cigarrillos.
-¿Ah? -preguntamos los tres hijos confundidos.
- Cuando dije que voy a empezar a fumar, me refería a marihuana, 420, cómo le dicen los jóvenes.
- ¿En serio? -preguntamos los tres de nuevo.
- Sí. Quiero sentir nuevas experiencias, ver todo desde otro punto de vista, saber lo que se siente.
- Bueno. ¡Toma! -le dije a mi padre, lanzándole de nuevo la cajetilla de cigarros-. Allí dentro hay dos joints que tenía preparado para más tarde.

Al escuchar y ver esto, mis hermanas me miraron boquiabiertas y, después de lanzarme una mirada asesina, sin decir nada más, se pararon, ofendidas, de la mesa, dejándonos a mi papá y a mi solos, lo que aprovechamos para fumar un rato y tener el mejor momento padre-hijo que he tenido en la vida.

Fin.