1363 - El Viajero Romántico.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 22, 2019 |
Cuando el viajero llegó a la cima de la montaña, dejó caer su pesada mochila y se sentó sobre una piedra.

- ¡Bueno! -se dijo a sí mismo con una gran sonrisa-. Aquí tampoco está el amor de mí vida, pero hay una vista hermosa.

Fin.

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1362 - El Amor Perdido.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 15, 2019 |
Mientras esperaba su próximo vuelo, el joven adulto estaba absorto viendo las hojas de su pasaporte. Había viajado tanto y visitado tantos países buscando el amor, que estaba empezando a perder la esperanza de alguna vez encontrarlo.

- ¡Tanto buscar para nada! -se quejó, frustrado.
- ¿Disculpa? -le preguntó, consternada, la anciana que estaba sentada a su lado.
- ¡Oh! ¡Lo siento, abuela! Estaba hablando conmigo mismo -se excusó, apenado.
- No te preocupes, querido, ¿todo bien?
- Sí, la verdad sí, solo que estoy un poco decepcionado.
- ¿Y eso por qué? -inquirió la anciana, con una sonrisa-. Si se puede saber, claro... -añadió, al ver que el joven se quedó callado por un momento.
- Sí, es solo que siento que nunca voy a encontrar al amor de mi vida -confesó, ruborizándose.
- Ah, no te desanimes, muchacho, pero déjame decirte algo que me han enseñado los años, el amor nunca se encuentra, porque es algo que no se te ha perdido. Al contrario, el amor te encuentra a ti.
- ¿Entonces debo dejar de buscar? -preguntó el joven, confundido.
- No, no, no, nunca te rindas, ni dejes de buscar -aclaró la anciana, con una gran sonrisa-. Porque a pesar de que tú no puedes encontrar el amor, tampoco sabes en donde ni en que momento es que el amor te encontrará a ti. Así que continúa tu búsqueda con paciencia, que el que busca encuentra, o en este caso, el que busca tiene más oportunidad de ser encontrado que el que no busca. Aunque cuando el amor se empeña en encontrarte, lo hará así te escondas.
- Muchas gracias abuela, muy sabias sus palabras, seguiré mi búsqueda entonces -se despidió el joven, al escuchar que estaban llamando su vuelo para abordar.
- De nada, querido, feliz viaje, paciencia y disfruta la búsqueda.
- Así lo haré, abuela, así lo haré.

Sin decir más nada, ambos se despidieron con una sonrisa y una pequeña reverencia con la cabeza. Y a pesar de que el joven no supo el nombre de la anciana ni volvió a verla en su vida, nunca olvidó su encuentro ni sus sabias palabras.
Fin.

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1361 - El Unicornio de Verdad.

Sir Helder Amos | sábado, diciembre 07, 2019 |
Cuando el humo de la cápsula se disipó, la científica ahogó un grito de alegría al ver que el pequeño unicornio blanco estaba respirando y moviendo muy lentamente sus patitas.

En ese momento, la vida de la científica pasó por sus ojos y recordó las palabras que su padre le dijo cuando era tan solo una niña:

- Si te esfuerzas todos tus sueños se pueden hacer realidad -la alentó su padre, mientras la cubría con una cobija antes de dormir.
- ¿Hasta los sueños imposibles, papi? -recordó haberle preguntado cuando era niña.
- Sí querida, hasta los sueños imposibles, porque cuando te esfuerzas todo es posible.
- ¡¡¡Sííí!!! ¡Algún día voy a tener un unicornio!

Luego su mente dio un salto a su adolescencia y recordó todos los problemas y discusiones que había tenido con sus padres por preferir ir a la universidad en vez de trabajar en el negocio familiar.

De nuevo, sus recuerdos dieron un salto a sus años de estudios universitarios y recordó todas las horas qué pasó llorando y estudiando las difíciles materias de biología animal y estructura molecular.

Finalmente, el último recuerdo que invadió su mente fue cuando empezó a trabajar en el laboratorio y recordó el momento en que todos sus nuevos compañeros de trabajo se burlaron de ella y la llamaron loca por querer crear un unicornio mezclando el ADN de diferentes tipos de animales.

Pero un ruido la trajo de vuelta al presente. El pequeño unicornio había abierto los ojos y estaba intentando pararse, pero le costaba mantener el equilibrio. Se veía tan adorable que, en vez de ayudarlo, no pudo evitar quedárselo viendo y sonreír con su corazón a brote.

Fin.

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1360 - De las Uvas: El Vino y las Pasas.

Sir Helder Amos | domingo, noviembre 10, 2019 |
Mientras la mujer veía a su esposo mirarse en el espejo arreglarse la corbata antes de la fiesta, lo abrazó por la espalda y le dijo con un tono melancólico:

- Ustedes los hombres tienen tanta suerte, para nosotras la vida es tan injusta.
- ¿Por qué dices eso, querida?
- ¡Porque hoy estás tan guapo! Te ves aún más interesante y atractivo que cuando éramos jóvenes, -le explicó-. Ustedes son como el vino, con el pasar de los años se ponen mejor. En cambio nosotras... -se calló, soltando un suspiro.
- ¿Qué pasa con ustedes? -le preguntó el hombre, poniéndola frente al espejo.
- Nosotras somos como las uvas, con el pasar de tiempo, nos arrugamos y nos volvemos unas horribles pasas -respondió la mujer, mirando su reflejo y estirando las arrugas de su cara con sus dedos.

El hombre se quedó viéndola un rato, con una gran sonrisa y una peculiar brillo en sus ojos. Luego, empezó a tantear los bolsillos de su traje con las manos..

- Afortunadamente, querida, -le dijo, finalmente, sacando una cajita de pasas del bolsillo interior de su traje-. A mí me encantan las pasas- añadió, llevándose una pasa a la boca y luego se dedicó a darle un beso en cada una de sus arrugas.
Fin.

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1359 - Dulces Trucos.

Sir Helder Amos | viernes, noviembre 01, 2019 |
Al día siguiente de Halloween, mientras escuchaba a sus amigos contar la gran cantidad de dulces que habían recolectado la noche anterior, pidiendo dulce o truco en las casas de sus vecindarios. Sonrió muy plácidamente.

A diferencia de ellos, cuando regresó a casa la noche anterior, descubrió que la calabaza de plástico que había llevado para guardar sus dulces estaba vacía. Porque todas las casas que visitó no le dieron dulces, si no que todas le mostraron un truco.

Recordó como en una casa un hombre hizo magia con las cartas; en otra, una mujer hizo malabares; en otra, un chica jugó con fuego frente a sus ojos; en otra, un joven contorsionista dobló su cuerpo de forma sorprendente; en otra, una anciana le leyó las cartas del Tarot... y así le sucedió en todas las casas que visitó. Ninguna le dio dulces.

Así que mientras escuchaba hablar a sus amigos de los diferentes dulces que habían recogido, él sintió un peculiar sabor dulce en su boca que, estaba seguro, sus amigos nunca saborearían ni aunque se comieran todos dulces que habían comido juntos.

Fin.

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1358 - El Libro de la Bestia.

Sir Helder Amos | lunes, octubre 14, 2019 |
Mientras la joven recogía sus cosas en el ático para terminar de organizar la mudanza, misteriosamente se cayó de una de las cajas que pertenecía a su madre un pesado libro negro, que llamó su atención.

Como hipnotizada, se dirigió con pasos lentos al libro y lo tomó en sus manos, le sacudió el polvo y sintió la suave portada rozar sus dedos, sin sospechar que estaba forrada de piel humana. Con sus dedos recorrió las letras doradas que decía: Bestia Librium, y luego, lo abrió lentamente,

Las páginas del libro estaban llenas de firmas de una tinta marrón oscura. Rápidamente lo hojeo y en la última página un par de firmas llamaron su atención, la antepenúltima firma era la de su abuela, y la última la de su madre.

Sientiéndose atraída por el libro, un misterioso impulso de firmarlo se apoderó de ella y, tras rebuscar en la caja de donde se había caído encontró una pluma. Sin entender cómo ni porqué, sentía que sabía lo que tenía que hacer, así que se punzó el dedo índice con la pluma y observó cómo está se llenaba con su sangre.

Luego, sin salir de su trance, se sentó y puso el libro en el suelo, sosteniendo la pluma que temblaba  en su mano, la dirigió lentamente hasta que tocó la hoja...

- ¡¿Qué estás haciendo?! -le gritó su madre desde el umbral de la escalera.

La joven, instantáneamente volvió en sí.

- No lo sé -respondió sinceramente, sacudiendo ligeramente su cabeza y soltando la pluma.
-  ¿Lo firmaste? - le preguntó su madre con un rugido.
- No, no, no -balbuceó la chica, mirando el libro muy confundida.
- ¡Regresa a tu cuarto inmediatamente! -le ordenó la madre, histérica- ¡Tu estás bautizada! ¡Yo no te bauticé en vano para que me hicieras esto!

La joven dejó el libro en el piso y bajó corriendo a su habitación sin comprender los gritos de su madre.

Una vez sola, la madre tomó el libro y vio que en la página donde estaba abierto, habían aparecido unas palabras debajo de su firma que decían:

Ella, tambien, será mía”.

Fin.

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1357 - El Consejo de Papá Pirómano.

Sir Helder Amos | lunes, octubre 07, 2019 |
Cuando su hijo se acercó para decirle que estaba siendo molestado en la escuela, sintió hervir su sangre y, sin pensarlo, buscó su encendedor de la buena suerte y se lo dio a su pequeño diciendo:

- La próxima vez que alguien te moleste, hijo, abrásalo.
- ¿Qué lo abrace, papá?
- Sí, que no te de miedo, dirígete directamente a quien te esté molestando y abrásalo.
- E-e-está bien, papá -titubeó el pequeño.
- Toma, este es mi encendedor de la suerte, llévatelo mañana a la escuela y resuelve este problema de una vez por todas.
- Gracias, papá -dijo el niño, guardándolo en su bolsillo.

Al día siguiente, el padre, arrepentido del consejo que le había dado a su pequeño, espero nervioso una llamada de la escuela o ver una noticia en la televisión en la que informaran que su hijo se había convertido en un criminal.

Sin embargo, cuando el niño llegó de la escuela, corrió hasta donde estaba su padre y lo abrazó fuertemente.

- ¡Gracias por el consejo, papá, funcionó!
- ¿Sí? -inquirió el padre, confundido.
- Sí, papá, hice tal como lo dijiste, cuando el otro niño de la escuela empezó a molestarme, agarré el encendedor que me diste en mi mano para que me diera suerte y, sin sentir miedo, abrí los brazos y le di un abrazo...
- ¿Un abrazo? -lo interrumpió el padre, perplejo.
- Sí, papá, como me aconsejaste, -continuó el niño, muy emocionado-, le dí un gran abrazo y no lo solté hasta que me jurara que seríamos amigos, y ahora somos amigos, papá, ¡Muchas gracias!
- De nada, hijo, de nada -balbuceó el padre, dándole unas pequeñas palmaditas en la cabeza y sintiendo un gran alivio.

Fin.

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1356 - Las Palabras Perfectas.

Sir Helder Amos | martes, octubre 01, 2019 |
Pasó días, semanas y meses buscando y pensando las palabras perfectas para proponerle matrimonio.

Sin embargo, cuando sintió que finalmente las había encontrado y se arrodilló ante su pareja para hacerle la gran pregunta, sus ojos y su almas se conectaron y, tras un segundo de silencio, sin que ninguno de los dos pronunciara ni una sola palabra, todo quedó sobrentendido y se sintieron la pareja más feliz del universo.

Fin.

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1355 - Los Colmillos del Tiburón.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 25, 2019 |
Un día, en la selva tropical de América Latina, los animales decidieron hacer un gran torneo para ver quien era el más fuerte de todos, y un representante de cada animal fue a participar en el torneo.

Días antes de que comenzara el torneo, un tiburón que nadaba por la costa, escuchó a una gaviota hablar sobre el tema. Y al sentirse el más fuerte de todos los animales, el tiburón decidió participar en el torneo.

Cuando el resto de los animales se enteraron de la participación del tiburón, se burlaron de él, porque  pensaron que no tendría oportunides de ganar, al asumir que solo podría derrotar a sus oponentes en el agua.

Pero cuando el torneo comenzó y el tiburón demostró su gran fortaleza, saltando desde el mar y atacando a sus oponentes en la tierra. El resto de los animales sintieron miedo y se aliaron para intentar sacar al tiburón.

Con cada oportunidad que se presentaba, el resto de los animales atacaban al tiburón, y este perdía un colmillo. Pero, a pesar de debilitarlo, el tiburón no se rendía y seguía creyendo en sí mismo y dando lo mejor de sí. Así que sin perder su fe, el tiburón recibió ataque, tras ataque y fue perdiendo sus colmillos uno a uno.

Sin embargo, la perseverancia del tiburón dio frutos porque, a pesar de todos los ataques que recibía, logró mantenerse en el juego y llegar a la final, en el que se enfrentaría contra el temible jaguar, que era el único otro animal que había logrado mantenerse en el torneo, gracias a su agilidad y cabeza fría.

Para entonces, al tiburón no le quedaba ningún colmillo en su boca por todos los ataques que había recibido, mientras que el jaguar estaba en su mejor condición para ganar, porque estaba confiado que al ser un felino, ganarle al tiburón sin dientes sería como cazar a un pez dorado en una pecera.

De tal forma, cuando la última batalla comenzó, el jaguar usó sus garras y velocidad para atacar al tiburón y sacarle la delantera, pero a pesar de todo, y de que el jaguar le estaba dando una paliza, el tiburón no se rindió y siguió luchando sin perder su fe.

De pronto, cuando el jaguar se preparaba para dar el golpe final, todos los colmillos del tiburón crecieron de nuevo en su boca, más filosos y cortantes que nunca, y de un mordisco el tiburón, que nunca se había rendido y siempre creyó en sí mismo, terminó la batalla. Convirtiéndose en el ganador y en el animal más fuerte de toda la selva trópical de America Latina.

Fin.

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1354 - El Ladrón Sonámbulo.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 23, 2019 |
- ¡Oh! No recordaba haber dejado este dinero ahí -se decía, contando los billetes y monedas que se encontraba casi todas las mañanas en el bolsillo de su pantalón.

Fin.

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1353 - La Mejor Cita.

Sir Helder Amos | viernes, septiembre 20, 2019 |
Pasaron la fría noche sentados en el techo de la casa, viendo las estrellas, estudiando las constelaciones y hablando de sus vidas: su pasado, presente y lo que esperaban que sería el futuro. Hasta que el sol comenzó a salir, y el cielo se empezó a teñir de rojo y naranja con el amanecer.

- Discúlpame, sé que no es la mejor cita, pero...
- Shhh, no digas más, es la primera vez que veo el amanecer y lo siento tan cálido.

Fin.

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1352 - Recuerdos del Viernes 13.

Sir Helder Amos | viernes, septiembre 13, 2019 |
Sentado junto a su ventana, miró al cielo y se percató de la brillante luna llena, luego miró el calendario y, al ver que era viernes 13, sonrió con nostalgia.

Si mal no recordaba, habían pasado 13 años desde la ultima vez que había visto una luna llena en un viernes 13.

Recordó como la mañana de ese viernes su mamá le había sugerido que usara un amuleto de la buena suerte antes de salir de casa, pero él le había rechazado la lagartija disecada que ella le quería meter en el bolsillo de su camisa, porque en aquel entonces no creía en nada de eso.

También recordó, como todos sus amigos rechazaron su invitación para salir a cenar esa noche, porque todos preferían querdarse en casa ese viernes 13 de luna llena.

Sonrió, al recordar lo testarudo y escéptico que era hace 13 años, porque solía pensar que todos los creyentes eran tontos. Pero ese mismo viernes 13, todo cambio para él.

Haciendo caso omiso de todas las advertencias que le dijeron sobre ese día, él decidió dar un paseo nocturno por el parque y de pronto, cuando se detuvo sobre el puentecito del lago a contemplar la luna llena brillar en su punto más alto, sintió un fuerte dolor en su pierna, como si se la desgarraran.

Al bajar la ojos, pegó un grito de horror, un lobo se había acercado sigilosamente a donde él estaba y le tenia los colmillos clavados en la pierna. Tras darle un patada con él otro pie, el lobo se alejó aullando  y él cayó semi desmayado al puente, porque el dolor de la pierna ahora se extendía por todo su cuerpo.

Luego, recordó lo dolorosa que había sido su primera transformación y lo brutal que había sido esa noche, su primera noche como hombre lobo.

Por muchos años recordó esta serie de eventos que sucedieron en aquel viernes 13 con amargura, pero ahora, no puede evitar pensar que ese viernes 13 fue el mejor día de su vida.

Fin.

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1351 - El Error Médico

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 11, 2019 |
Me acerqué al ataúd de mi mejor amigo y las lágrimas empezaron a caer por mis mejilla.

- Era tan joven -dijo, entre suspiros, su hermana.
- Sí, no lo puedo creer -respondí, sonándome la nariz.
- ¡Y todo por un error médico! -se quejó la hermana.
- ¿Qué? -le pregunté, confundido-. Yo pensaba que su novia lo...
- No, fue por culpa del médico -me interrumpió, amargamente-. ¿Sabias que se estaba quedando calvo?
- Sí, lo sabía, él estaba muy preocupado por eso, -le respondí-, pero ¿qué tiene que ver con su muerte?
- Todo, por culpa del médico fue que murió -me aseguró.
- No entiendo, si en las noticias salió que su novia...
- Hace dos semanas empezó el tratamiento contra la alopecia -continuó, sin prestarme mucha atención-. Y como tenía miedo de ir solo y su novia no podía acompañarlo, se llevó a Claudia,  la otra, a consulta.
- Sí, él me dijo que lo acompañara, pero ese día yo no podía.
- Entonces tú eres tan culpable como el médico -me acusó.
- ¿Qué tiene que ver el médico con todo eso? -le pregunté, porque no entendía su acusación.
- Todo, mi hermano murió por su culpa -insistió ella.

Esta vez me quedé callado, y esperé a que continuara:

- Hace dos días volvió a la clínica para la segunda fase de su tratamiento, pero esta vez Cristina, su novia, insistió en acompañarlo, y fueron juntos, pero el estupido del médico cometió el error de no diferenciarlas y llamó Claudia a Cristina y le dijo que le alegraba verla de nuevo en la segunda fase del tratamiento porque el apoyo de las parejas ayudaba mucho. Así que Cristina descubrió todo y cuando regresaron a caso, en un haz de pasión mató a mi pobre hermano ¡y todo por culpa de ese médico! -gritó, dándole un un puñetazo al ataúd-.  ¡Un maldito error médico!

Fin.

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1350 - Las Pecas Vs. las Estrellas.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 09, 2019 |
Le gustaba comparar sus pecas con las estrellas y repetir, con su dedo o con su boca, las constelaciones en su piel como si fuera el cielo nocturno. Y a pesar de que las estrellas brillan y son infinitas, prefería sus pecas porque, a diferencia de las estrellas, las tenía cerca.

Fin.

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1349 - Las Lagartijas.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 04, 2019 |
- ¡100 lagartijas! -le ordenó el Teniente.
- ¿Qué es eso? -preguntó el cadete, confundido.
- ¡Flexiones de pecho, cadete! ¡Hágame 100 flexiones de pecho!
- 98, 99 y... 100 -gritó un rato después, terminando de contarlas y, exhausto, con los brazos ardiendo, se dejó caer sobre su pecho, con los brazos estirados y la lengua afuera por el cansancio.
- ¡Cadete! -lo regañó el Teniente al verlo-. ¿Qué hace tirado como una lagartija en el suelo?

Y en ese momento comprendió porqué le decían así a las flexiones de pecho.

Fin.

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1348 - La Carne del Rey

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 02, 2019 |
Cuando los buitres que vivían en los árboles cerca del palacio vieron cómo la población enfurecida lanzaban al Rey por la ventana de la Torre más alta, sonrieron de felicidad y desplegaron sus alas.

Mientras se acercaban volando, en círculos, al cadaver del Rey, sus picos se les hacían agua, porque por años y años habían visto como los demás humanos servían y trataban al Rey con delicadeza y devoción, así que pensaron que su carne debía ser especial: más sabrosa y jugosa que la de los demás.

Sin embargo, cuando finalmente aterrizaron, y empezaron a picotear el cuerpo del Rey, los buitres empezaron a quejarse entre ellos:

- ¡Meh! Esta carne sabe igual que la de los esclavos que matan en la mazmorras -dijeron,  decepcionados.

Fin.

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1347 - La Peor Tormenta

Sir Helder Amos | jueves, agosto 29, 2019 |
Despertó exaltado y sudoroso, el estruendo de la tormenta había interrumpido su sueño, pero cuando se asomó por la ventana vio que el sol brillaba y que hacía un día hermoso. Sin embargo, cuando cerró los ojos, volvió a escuchar el silbido del viento y los truenos retumbar en su cabeza.

- ¡Oh, no! -balbuceó, soltando un triste suspiro, porque estaba seguro que aquella tormenta, la peor de todas, se acercaba.

Fin.

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1346 - El Matador de Moscas

Sir Helder Amos | martes, agosto 27, 2019 |
En medio del bosque, en un claro muy difícil de acceder, había una pequeña aldea llena de hombres y mujeres trabajadores que vivían feliz venerando a los diferentes dioses y espíritus del bosque. Pero un día, mientras todos los aldeanos estaban en misa, vieron como el Sacerdote mató siete moscas de un solo ataque con su libro de oraciones.

Instantáneamente, el cielo se oscureció y de él descendió una gigantesca y grotesca mosca que, al ver a sus siete súbditos muertos, maldijo a la aldea con una plaga de moscas que nunca los dejaría comer, dormir ni vivir en paz. Y luego, ascendió a los cielos y desapareció tan rápido como había llegado.

Los aldeanos se sintieron aterrados, muchos gritaban de horror mientras otros se desmayaban; pero entre ellos había un joven que amaba matar moscas y, como odiaba su trabajo pastoreando las ovejas, se paró en frente de todos y les dijo:

- Aldeanos, no temáis, yo os propongo que de ahora en adelante, dejar mi trabajo de pastor y, en cambio, convertirme en matador de moscas, para librarnos de tan terrible maldicion.

Los aldeanos aceptaron la propuesta del joven y fue librado de su trabajo de pastor. Y desde ese mismo momento, en el cual cientos y miles de moscas empezaron a llegar, zumbando, por la aldea, tomó su mata moscas para comenzar la matanza.

Al día siguiente, todos los aldeanos se reunieron a lo que salió el sol y el joven anunció.

- El día de ayer maté más de dos mil moscas.

Y los aldeanos los aplaudieron y lo felicitaron. Pero esas dos mil no fueron suficiente, porque así como las mataba, más moscas llegaban zumbando a la aldea.

El segundo día, el joven mató más de 7 mil moscas y el tercero más de 13 mil, ante tales números los aldeanos lo aplaudían y felicitaban por su trabajo.

Pero a medida que pasaban las semanas y las moscas no se acababan, los aldeanos empezaron a quejarse del joven porque, al verlo divertirse y disfrutando tanto matar moscas todo el día, alegaron que no hacía más que jugar con las moscas sin hacer nada productivo par la aldea. De tal forma, acordaron que como su trabajo de matador de moscas no era suficiente contra la maldicion de la mosca gigante, el joven debería regresar a su antiguo trabajo de pastor o de lo contrario debería dejar la aldea, porque ellos no podían albergar a alguien sin trabajar.

Al escuchar la decisión de los aldeanos, el joven se sintió ofendido, porque a pesar de que era cierto que él se divertía haciendo su trabajo de matador de moscas, no era una labor fácil matar más de 16 mil moscas al día. Así que decidió dejar la aldea y no volver nunca más.

Los aldeanos expulsaron al joven de la aldea y luego celebraron su partida, porque según ellos se habían librado de un “aprovechado”. Pero a medida que las horas pasaban, lo empezaron a echar de menos, porque las moscas seguían llegando a la aldea y, sin nadie que las matara, sumaban y sumaban más a cada momento.

Al día siguiente, los aldeanos se arrepintieron de su decisión en contra del joven al verse inundados de moscas, y algunos fueron a buscarlo al bosque para pedirle que regresara, pero sin importar cuanto lo buscaran o llamaran, no lo encontraron y ninguno de los otros aldeanos era tan bueno matando moscas como lo era el joven que se había ido.

Eventualmente, fueron tantas las moscas que llegaron a la aldea que poco a poco todos fueron muriendo por accidentes por que las moscas no los dejaban ver, enfermedades que las moscas traían, y hasta asfixia, porque eran tantas las moscas que habían llegado a la aldea que se le metían en la boca y la nariz a la gente y no los dejaban respirar.

Así que de la aldea no quedó nada, porque las moscas se devoraron todo. Y respecto al joven matador de moscas, nadie sabe qué pasó con él luego de que dejó la aldea.

Fin.

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1345 - El Apocalipsis Alienígena

Sir Helder Amos | viernes, agosto 23, 2019 |
En solo cuestión de segundos, las nubes se disiparon y 7 gigantescas naves espaciales 🛸 aterrizaron alrededor de la tierra en Canadá, Francia, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.

Lo cual causó gran conmoción a la población, todos estaban aterrados, esperaban lo peor. Durante los primeros días, representantes de cada país intentaron comunicarse con las naves y sus posibles tripulantes alienígenas, pero sin importar los medios de comunicación que usaran, ni los diferentes lenguajes o códigos conocidos por los humanos, no pudieron establecer un contacto.

A medida que pasaban los días y las semanas, la población sintió más y más miedo y ansiedad, porque temían que en cualquier momento las naves podrían empezar un ataque tan fugaz como su aparición y acabar con la tierra, o peor aún, con la humanidad en un abrir y cerrar de ojos. Por esto, millones de personas empezaron a protestar por todo el mundo, para que los gobiernos y la milicia tomaran cartas en el asunto para expulsar las naves alienígenas del planeta.

Guiados por el miedo y la presión social, los gobiernos de los paises decidieron atacar las naves alienígenas, primero intentaron dispararle balas. Pero el material con el que estaban hechas, era un metal muy extraño y fuerte, que hizo que las balas rebotaran y, en cambio, hirieran a quienes habían disparado.

Al ver lo sucedido, los gobernantes se tomaron este suceso personal y consideraron que los alienígenas los estaban retando, a pesar de que no se había detectado ningún movimiento o contraataque de parte de las naves. Así que organizaron un segundo ataque, esta vez con misiles y explosivos, pero al igual que el primer ataque, todo lo que dispararon y lanzaron a las naves alienígenas rebotó y cayó sobre los tanques y bases militares desde donde las habían atacado.

Enojados, por lo que había pasado, los gobernantes sentían que los alienígenas se estaban burlando de ellos, de tal forma, para tratar de reír de último, organizaron un gran ataque nuclear, con el que estaban seguros que destruirían las naves invasoras y salvarían el planeta.

Sin embargo, igual que como había pasado con los misiles y los disparos, cuando lanzaron las bombas y misiles nucleares contra las naves alienígenas, estas rebotaron y cayeron sobre la tierra, destruyendo todo y acabando hasta con el más mínimo rastro de la humanidad.

Fin.

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1344 - La Persona Tóxica.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 21, 2019 |
De pronto, mientras hablábamos, cambió de tema bruscamente y me dijo:

- A mi no me gustan las personas tóxicas, yo a las personas tóxicas las elimino de mi vida.

Yo no entendí a que se refería con el término de “personas tóxicas”, pero me sorprendió mucho al ver que cada vez que lo utilizaba, de su boca salía un viscoso líquido de color verde brillante.

- Las personas tóxicas lo único que hacen es criticar y no traen nada más que chismes y cosas negativas a tu vida, por eso a las personas tóxicas yo ni les hablo.

Continuó diciendo, esta vez, además de por su boca, por sus ojos empezó a brotar el mismo líquido viscoso cada vez que decía “personas tóxicas”.

- Porque las personas tóxicas te enferman, te contaminan tu ambiente sentimental, y te contagian con su toxicidad. Por eso a las personas tóxicas hay que cortarlas.

Añadió, mientras el líquido verde empezaba a salir también pos su nariz y oídos.

- Cada vez que yo veo a una persona tóxica, me alejo... Disculpame un momento.

Afortunadamente, le repicó el teléfono y yo aproveché la oportunidad para escabullirme y escaparme. Todavía sin entender nada de eso de las “Personas Tóxicas”. Aunque mientras me alejaba, voltié la mirada y lo comprendí todo, porque para entonces ya todo su cuerpo estaba cubierto por aquel viscoso líquido verde brillante.

Fin.

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1343 - El Payaso de los Negocios.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 19, 2019 |
Cuando el payaso entró con sus gigantescos zapatos y nariz roja a la conferencia para los dueños de negocios en quiebra, todos los ejecutivos empezaron a reír al verlo.

De tal forma, cuando el payaso empezó a hablar y los hombres de traje descubrieron que ese sería el ponente, no pudieron aguantar las carcajadas.

El payaso habló de manera formal, sin chistes y, utilizando muchos tecnicismos, dio una clase magistral exponiendo que el éxito de los negocios se aseguraba al aprovechar las oportunidades del mercado. Sin embargo, mientras explicaba esto, todos los presentes se reían y se aflojaban la corbata para reírse aún más de todo lo que el payaso decía, sin prestarle mucha atención.

Antes de finalizar la conferencia, al ver la poca atención que los presentes le prestaban, el payaso decidió mostrarles su cuenta bancaria, y cuando los hombres de negocio vieron la gran cantidad de dinero que tenía el payaso, finalmente se lo tomaron en serio, y le preguntaron ¿cómo había obtenido tanto dinero?

- Aprovechando las oportunidades del mercado -les explicó el payaso, aunque ya les había mencionado eso decenas de veces durante la conferencia.
- Pero, ¿cómo? ¡Si eres solo un payaso! -refutó uno de los hombres, ajustándose su caro reloj en la muñeca.
- Desde que entré a la sala ustedes se han estado riendo mío, ¿no es cierto? -dijo el payaso-. Bueno, desde que era pequeño la gente siempre ha tenido la costumbre por reírse de mí y no tomarme en serio, ¿y yo que hice? En vez de luchar contra la gente y tratar de cambiar su perspectiva de mí, o peor aún, cambiar mi forma de ser para ser tomado en serio, vi en eso una gran oportunidad y me volví payaso. Porque un payaso hace reír a la gente, y si la gente se reía de mí, ¿que mejor y mas fácil forma de hacer dinero que cobrarles por lo que ya hacían? De esa forma, al volverme payaso, me volví muy famoso por hacer reír a la gente, tanto, que las entradas a mis shows se encuentran agotadas hasta el próximo año.

Los ejecutivos se quedaron perplejos, mirándose unos a otros ante el ingenio del payaso.
- ¿Y cómo podríamos identificar las oportunidades de nuestro negocios para ser tan ricos como usted? -preguntó uno.
- Eso ya lo expliqué hace media hora,  mientras ustedes se reían de mi, ahora... -añadió el payaso, sacando un reloj de oro con incrustaciones de diamantes de debajo de su manga-. Si me disculpan, la conferencia se acabó, debo prepararme para mi show que empieza en media hora.

Fin.

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1342 - El Alcohólico NO Anónimo.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 15, 2019 |
- ¡¡¡QUIERO BEBER!!! ¡¡¡NECESITO ALCOHOL!!! -gritó, en frente de todos, sin importar lo que pensaran ni lo que dijeran.

Fin.

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1341 - La Silla del Jefe

Sir Helder Amos | lunes, agosto 12, 2019 |
La oficina estaba sola y bajo un haz de luz que entraba por la ventana estaba la silla del jefe, que parecía brillar con todo su esplendor. Todos los hombres que se han sentado en ella han liderado la oficina con inteligencia. Por eso sale a brote la pregunta: ¿la silla hace al jefe o el jefe a la silla?

Si bien es cierto, la silla del jefe es solo un objeto, así que probablemente solo sea un instrumento afortunado en el cual solo los hombres más sabios se han sentado. Aunque, también es posible que esta silla posea inteligencia y que use a los hombres que se sientan en ella para transmitir sus conocimientos y tomar buenas decisiones. Quizás es por eso que sea tan deseada en la oficina y muchos sueñen con sentarse en ella. Porque, a pesar de que todas las sillas de la oficina son iguales: misma marca y mismo modelo, la silla del jefe tiene un no sé qué que la hace diferente.

Fin.

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1340 - El Paso del Hombre.

Sir Helder Amos | viernes, agosto 09, 2019 |
Un día cualquiera un hombre salió a pasear, en su camino se encontró con un hermoso rosal lleno de brillantes rosas rojas y enamorado de su aroma, las cortó, hizo un bouquet y siguió su camino.

Más adelante se encontró con un vid, del cual guindaban varios racimos de suculentas uvas. Al verlas sintió hambre, así que se detuvo y comió y comió, hasta que no dejó ninguna.

Luego, el hombre siguió andando, hasta que tropezó con una gallina que estaba empollando tres huevos y, pensando en el desayuno del día siguiente, los agarró y los guardó cuidadosamente entre las rosas. Sin embargo, antes de seguir su camino, el hombre se quedó pensando un momento y, tras asentir, también agarró la gallina y se la metió abajo del brazo.

El hombre siguió marchando, recolectando todo lo que podía a su paso, hasta que se cansó y cuando volteó la cabeza para mirar el camino de regreso, descubrió que se había convertido en un desierto.

Ese es el paso del hombre por la tierra.

Fin.

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1339 - La Carriola Azul.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 07, 2019 |
Cuando la mujer vio a llegar a su esposo con una hermosa y extravagante carriola azul, se enojó y le preguntó enfurecida:

- ¿Por qué la compraste azul? ¡Si te dije que va a ser niña! ¡NI-ÑA! ¡Tenias que haberla comprado rosada, o ¿acaso no me escuchaste cuando te dije que sería niña?
- Shh, shh, cálmate querida, yo te escuché cuando me dijiste que nuestra bebé será niña.
- ¡¿Entonces por qué compraste la carriola azul?!
- Mi Amor, porque yo soy el que la va a sacar a pasear en la carriola y yo soy hombre, ¡no voy a andar por el parque con una carriola rosada!

Fin.

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1338 - La Vida Extra.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 05, 2019 |
De pronto, mientras madre e hijo esperaban que la luz del semáforo cambiara, el niño empezó a gritar y patalear en la parte trasera del vehículo.

- ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás bien?! -Lo cuestionó su madre, preocupada, mirándolo por el espejo retrovisor.
- ¡Se me acabaron las vidas! -chilló el pequeño-. ¡Necesito una vida extra!
- ¡¿Una vida extra?! -le preguntó su madre irónicamente-. ¡Lo que necesitas es UNA VIDA! -sentenció-. ¡A ver, dame esa tablet! ¡No jugarás más con ella por una semana!
- ¡Pero mamá! ¿Por qué? -protestó el pequeño-. ¡No es justo! ¿Y ahora con qué voy a jugar?
- Si quieres jugar, tendrás que hacerlo con los niños de la cuadra. A ver si así consigues la vida extra que tanto necesitas.

Fin.

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1337 - La Fuente de la Felicidad.

Sir Helder Amos | viernes, agosto 02, 2019 |
Había una vez un viajero que, en una de sus tantas travesías, encontró a un viejo moribundo en un camino desolado. Él viajero trató de ayudarlo, pero el viejo ya había aceptado que era su hora de morir. Sin embargo, ante la insistencia del viajero de brindarle ayuda, el viejo le dio un mapa y le reveló su más grande secreto.

- ¡Anda! ¡Ve y disfruta! Ya yo voy de salida en este mundo, pero tú eres un buen hombre, así que espero que tengas una vida muy feliz; pero no le reveles mi secreto a nadie, porque de lo contrario serás muy infeliz -le advirtió el viejo antes de morir.

El viajero esperó a que el viejo muriera y lo enterró al lado del camino. Luego, sacó el mapa y se dirigió al lugar marcado para ver si era verdad lo que le había dicho el viejo. Tras tres días de viaje, el viajero se encontró en un desierto, y tal como lo marcaba el mapa, allí, en el medio de la nada, había una pequeña fuente dorada ⛲️.

El viajero tomó del agua de la fuente e instantáneamente se sintió muy feliz. Así, que regresó a su pueblo natal y, olvidando la advertencia del viejo, le contó a todo el mundo que había encontrado la fuente de la felicidad.

Al principio nadie le creía, pero tras tanto insistir, un par de curiosos decidieron visitar la fuente y cuando regresaron al pueblo, confirmaron el descubrimiento del viajero. Por lo que toda la gente del pueblo viajó a la fuente y se corrió la voz de la existencia de aquella agua que brindaba felicidad.

Sin embargo, no habían bebido del agua de la fuente ni setenta personas cuando la fuente dejó de funcionar. El agua se había acabado. Y todos los pueblerinos, enfurecidos, empezaron a maldecir y a insultar al viajero, por haberlos sacado de su pueblo y de sus oficios en vano.

Desde entonces, tal como lo había predecido el viejo moribundo, el viajero fue muy infeliz, y por más de que año tras año visitaba la fuente para ver si volvía a dar agua, esta siempre estaba seca. Aunque tan pronto el viajero le daba la espalda, la fuente se encendía de nuevo y lanzaba sus chorros de agua hasta el cielo.

Fin.

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1336 - El Antropófago.

Sir Helder Amos | martes, julio 30, 2019 |
Todos mis amigos me llamaron loco cuando acepté la invitación al nuevo y misterioso restaurante de la ciudad, por parte de su excéntrico dueño. Pero no podía perder esa oportunidad, porque una reseña a ese lugar haría que mi sitio web tuviera miles o quizás, millones de visitas.

Para llegar al restaurante te recibían en un fabuloso Hotel ⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️, donde te vendaban los ojos y te montaban en un vehículo por aproximadamente 30 minutos. Nadie conocía la locación exacta del restaurante, porque todos los clientes llegaban con los ojos vendados.

El mismo dueño del restaurante, me quitó la venda cuando llegue al lugar y quedé un poco decepcionado. El lugar no era más grande que mi pequeño apartamento tipo estudio. Pero eso sí, todo el mobiliario era majestuoso: candelabros de oro guindaban del techo, manteles de la más fina y delicada seda, vajilla de plata y, cada butaca parecía un trono digno de la Reina de Inglaterra.

- Por aquí -me indicó el dueño, guiándome a una mesa para dos-. La verdad estoy muy emocionado por su visita, espero que su reseña pueda atraer más clientes.
- Todo dependerá del servicio y del sabor de la comida -le dije, examinando mi alrededor, habían pocas mesas y solo un par de ellas ocupadas, pero me pareció ver que en ellas estaba el Alcalde de la ciudad con su esposa y en otra el Arzobispo de la iglesia con un par de monaguillos.
- Espero todo sea de su agrado.

Tan pronto nos sentamos a la mesa, un mesonero, vestido como un mayordomo, se nos acercó y me dio la carta.

- Los precios son caros -me dijo el dueño, antes de que leyera el menú-. Si me permites, déjame invitarte el Especial de la Casa.
- Esta bien, -asentí, tras haber medio abierto el menú y verificar que todos los platos costaban más de 3 cifras-. ¿Usted me va a acompañar?
- Por los momentos no. No tengo hambre -respondió el dueño con una sonrisa y le ordenó al mesonero el especial de la casa por mí.

El plato llegó rápidamente y me dispuse a comerlo. La verdad era exquisito, el sabor era único, delicioso, y la carne era tan suave que se deshacía en mi boca, nunca había probado nada similar, era lo mejor que había comido en mi vida.

- ¡Esto está delicioso! ¿Qué es?
- Es la receta secreta de la casa -dijo el dueño, sonriendo.
- No es res, ni cerdo, ni conejo, -deduje, saboreando la suculenta carne-. Tampoco pollo, iguana, caballo, alce, ni llama.
- Nunca lo adivinará -dijo el dueño.
- ¿El especial es su plato favorito del menú? -le pregunté, rindiéndome ante el delicioso sabor, quería saber si habían otros platos tan sabrosos como el que me estaba comiendo.
- ¡Oh no! A pesar de haber fundado este restaurante, nunca he probado ninguno de los platillos que aquí servimos. Pero la mayoría de mis clientes dicen que el especial es el mejor.
- ¡Qué curioso que no coma la comida de su restaurante! -exclamé, con la boca llena-. ¿Es usted vegano? ¿Vegetariano?
- Ja, ja, no, no. Nada de eso. A mí me encanta la carne.
- ¿Y entonces? ¡Está es la mejor carne que he comida en mi vida!
- La cuestión es que yo no soy antropófago -dijo, expandiendo su sonrisa al maximo.
- Yo tampoco -respondí instantáneamente.
- ¿Estás seguro? -inquirió el dueño, intercambiando su pícara mirada entre mi plato y mi boca.

La idea me hizo sentir nauseas y corrí al baño, donde me forcé el vomito una y otra vez hasta que perdí el conocimiento.

Horas después desperté en uno de los muebles del hotel donde me habían recogido y regresé a casa confundido asqueado y, más que todo, avergonzado. Me sentía tan mal por lo que había comido que no pude escribir la reseña del lugar en mi sitio web.

Y lo peor de todo, es que a pesar de que esto sucedió hace un par de semanas, todavía no me he podido quitar el sabor de la carne de mi boca, porque muy interna y secretamente deseo volver a ese restaurante para repetir ese exquisito platillo.

Fin.

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1335 - El 26 Negro.

Sir Helder Amos | viernes, julio 26, 2019 |
Después de tanto girar, la esfera se detuvo en el número 3, rojo, y la ruleta se detuvo.

- ¡Casí! -gritó, enojado, dándole un golpe a la mesa, había apostado al número de al lado, el 26, negro-. Esta vez sí... -balbuceó, metiéndose la mano en el bolsillo, pero al sacarla y contar los billetes que le quedaban, volvió a golpear la mesa-. ¡Demonios!

Solo le quedaba el dinero de renta. No podía seguir jugando. Sin embargo, intentó sacar cuentas en su mente, pensando que gastos podía reducir para seguir jugando. Pero nada, los números no le daban.

- Apuesta el dinero de la renta -le dijo una vocecita al oído, y al ver sobre su hombro se encontró con que la voz provenía de un pequeño diablito rojo, aquel que siempre le susurraba que siguiera jugando.

Recontó el dinero.

- No, no, no, no puedo -se dijo.
- ¡Vamos apuéstalo! -insistió el diablito.

Se mordió los labios y vio el número 26, negro.

- ¡Apuéstalo todo! -le dijo una vocecita diferente al otro oído, y al girar la cabeza al otro lado vio al pequeño ángel vestido de blanco, que siempre le decía que dejara el juego y al que nunca le hacía caso.
- ¡¿Qué?! -preguntó confundido- ¡¿Tú también?!.

No lo podía creer. Su angelito le estaba diciendo que apostara, ¿sería una trampa? ¿O acaso, algún tipo de psicología inversa? Si perdía, quedaría en la calle.

- ¡Apuesta! -dijo el diablito.
- ¡Todo! -dijo el angelito.
- ¡Apuéstalo todo! -dijeron ambos al unísono

El eco de voces resonaban en sus oídos, mientras miraba fijamente el 26 negro, hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos.

- ¿Va a apostar?  -le preguntó el croupier.

Contó el dinero de nuevo y sacudió la cabeza.

- No, me retiro -dijo, rindiéndose.

El croupier puso la esfera a girar. Mientras él se paraba y se retiraba, cabizbajo, de la mesa de la ruleta. Pero antes de salir de la sala de juego, lo invadió la curiosidad y volteó la cabeza para ver el resultado de la ruleta.

La esfera ya estaba deteniéndose y cayó con fuerza en el 0, verde, pero no se detuvo y rebotó al 3, rojo, antes de aterrizar en el 26, negro.

- Hubiera ganado -se dijo, bajando de nuevo la cabeza y saliendo del casino.

Fin.

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1334 - Sin Suerte en el Juego ni en el Amor.

Sir Helder Amos | miércoles, julio 24, 2019 |
Miró las cartas que tenía. Malísimas. Estaba perdido, era imposible que su hermosa contrincante tuviera una mano peor que la suya.

- ¿Qué te parece si además del dinero apostamos un beso? -le propuso, pensando que si la suerte no estaba de su lado en el juego, quizás el amor le sonreiría-. Si yo gano te doy un beso, y si tú ganas me das un beso.

La hermosa mujer asintió levemente con la cabeza.

El repartidor dio la señal. Ambos mostraron sus manos.

- ¡Empate! -anunció el repartidor, al ver que, por muy improbable que era, los dos tenían las mismas cartas: un Jack y un 2.

Ambos se quedaron con las ganas.

Fin.

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1333 - La Leyenda del Jackpot.

Sir Helder Amos | lunes, julio 22, 2019 |
- ¿Ya nos podemos ir? -le pregunté a mi novio, ya estaba fastidiada, el sonido de las tragaperras y los gritos de las personas jugando me tenían con dolor de cabeza.
- Solo un ratito más, querida, estoy seguro que la máquina está a punto de pagarme el Jackpot -respondió, sobándome la pierna.

Crucé los brazos y me enfurruñé.

- ¡Vamos! Querida, no te pongas así, recuerda que tú eres mi amuleto, y cuando te pones así no gano.
- ¡Tú nunca ganas! -me quejé-. Nunca te has ganando un Jackpot, es más, nunca en mi vida he visto a alguien ganarse uno. Los Jackpot nunca salen, solo son una leyenda.

Pero mi novio no me estaba prestando atención, estaba dando brinquitos en su asiento, golpeando la pantalla de la máquina tragaperras... dos logos de Jackpot seguidos, tres en línea, cuatro y... se atravesó un nueve.

- ¡Ay! ¡Casi!
- ¡¿Ves?! ¡Te lo dije! Esos Jackpot nunca salen.
- Sí salen, querida.
- Entonces, ¿por qué nunca he visto uno?
- Porque tu nunca juegas -me respondió mi novio a la ligera.

Pero sus palabras, a pesar de que estaba segura de que no las había pensado mucho, me dejaron pensativa.

- Dame unas monedas -le dije, metiéndole la mano en su bote y agarrando algunas.
- ¡Oh! ¡Así es que me gusta, querida! Juega y apuesta alto.

Le metí las monedas a la máquina que tenía más cerca y noté que con el crédito que me había marcado podía jugar una vez todas las líneas en apuesta máxima o una sola línea diez veces la apuesta mínima. Así que, para no gastar todas mis monedas en una sola jugada, preferí jugar una línea diez veces  en apuesta mínima.

Le di al botón, los símbolos de la pantalla comenzó a girar y aparecio un logo de Jackpot, dos, seguidos, tres, cuatro y, por último el quinto logo apareció formando una línea perfecta en la parte superior de la pantalla.

-¡Jackpot! -grité emocionada, no lo podía creer, no eran solo una leyenda, me había ganado un Jackpot, quizás por mi suerte de principiante.
- ¡¿Enserio, querida?! ¡¿Somos ricos?!
- ¡¡¡Sí!!! ¡Ven a ver!

Mi novio miró mi pantalla emocionado, pero al ver de cerca el resultado, me dio unas palmaditas en la espalda y me dijo:

- Casi, somos ricos.
- ¿Por qué? -le pregunté, confundida-. ¿No saqué Jackpot? ¡Ahí están los cinco símbolos!
- Sí, querida, pero en la línea superior, y tú solo jugaste la línea del medio. Si hubieras jugado en apuesta máxima si hubieramos ganado.

Al escuchar las malas noticias, me quedé viendo la pantalla de la máquina, pérdida en mis pensamientos.

- No es solo jugar por jugar, querida, es apostar y arriesgarse para ganar -me dijo mi novio, como si estuviera leyendo mi mente.
- Solo salió el Jackpot porque no estaba apostando en esa línea -le dije-. De lo contrario, no hubiera salido. Los Jackpot son solo una leyenda.

Fin.

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1332 - Calidez Musical.

Sir Helder Amos | jueves, julio 18, 2019 |
La tormenta empeoraba con cada minuto que pasaba, y el pobre músico, muerto frío al no tener ni un pedazo de leña para encender su chimenea, decidió ponerse a tocar su violín para mantenerse caliente.

Entre suspiros, el músico, tocó las más tristes melodías, las cuales, aunadas a la tormenta, creaban un ambiente melancólico.

Mientras tocaba, sentía que no tenía elección entre las piezas que sonaban, porque era como si ellas solas llegaran y se conectaran con él y su violín. Haciendo arder su alma de placer.

De pronto, un toc, toc, toc, en su puerta lo interrumpió.

- Querido vecino, soy del apartamento de arriba -le dijo aquel hombre de traje con zapatos brillantes que estaba parado sobre su tapete que leía bienvenidos-. Quisiera invitarlo a la fiesta que estamos teniendo, porque nos alegraría mucho que nos deleite con su esplendorosa música, mis amigos y yo somos amantes del violín, y nos encantaría que pudiera tocarnos ciertas piezas, un poco más alegres, para animar nuestra velada.
- Eh.. no lo sé... -balbuceó el músico.
- Arriba tenemos un caluroso fuego encendido y bastante comida -añadió el hombre de traje, al echarle un vistazo al deplorable y lúgubre estado en el que estaba el apartamento del músico.
- Muchas gracias por su ofrecimiento, vecino, pero así como estoy me encuentro bien. Quizás en otra ocasión -sentenció el músico, cerrándole la puerta en la cara al hombre de traje.

Sacudiéndose el mal sabor del encuentro acababa de suceder, el músico retomó su violín y continuo tocando sus tristes melodías, sientiendo aquella misteriosa conexión musical de antes, que lo mantuvo cálido durante toda la noche tormentosa.

Fin.

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1331 - La Redención.

Sir Helder Amos | lunes, julio 15, 2019 |
- Para redimirte, por haberlo dejado escapar -expresó calmadamente el jefe, botando el humo de su tabaco mientras hablaba-, tendrás que matar a su hija.
- Muy bien, jefe, así será.
- Usando esto -añadió, lanzándole una escopeta con la mano que tenía libre.
- Sí, jefe, como usted diga.
- Y tendrás que hacer que parezca un suicidio.
- ¿Qué? ¡Jefe, eso es imposible! ¿Cómo una niña de 3 años puede suicidarse con una escopeta?
- No lo sé, pero estoy seguro de que encontrarás la manera... A no ser que quieras fallarme de nuevo.
- No, no, jefe. Jamás. Lo haré. Lo haré, como usted desee.
- Así me gusta, -aprobó el jefe, inhalando de su tabaco-. Y espero que esto te sirva de lección, porque la próxima vez no seré tan condescendiente, y el más mínimo error podría costarte la vida -añadió, sonriendo macabramente.

Esa noche no pudo dormir, pensando un plan para llevar a cabo su redención, pero después de horas y horas de darle vuelta al asunto, entendió que todo era farsa. No tenía oportunidad de redimirse ante el jefe. Así que en un intento desesperado para redimirse, llamó a la policia y les contó todo lo que sabía.

Amaneció muerto, pero con una peculiar sonrisa en su pálido y frío rostro que no había sonreído en años.
Fin.

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1330 - El Pasatiempo o la Vocación.

Sir Helder Amos | viernes, julio 12, 2019 |
No necesitaba nanotecnología para escribir microcuentos, porque llevaba la literatura en su sangre. Sin embargo, su filosofía de solo escribir para sí mismo hizo que, a pesar de sus dotes para ser un gran escritor, terminara dando charlas de neurología barata para subsistir aunque no le gustara. 

Fin.

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