1169 - Hasta Después de la Muerte.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 29, 2017 |
Durante la última noche de exequías, cuando ya no quedaba nadie en la sala velatoria, él se acerco a su difunta mujer y, a pesar de que no estaba llorando, posó la mano dulcemente sobre el vidrio que lo separaba del pálido rostro de su amada y le murmuró: "No dejaré que esto nos separe".

Al día siguiente, cuando los hombres más fuertes del pueblo se cargaron el ataúd sobre sus hombros para llevarlo en procesión hasta el cementerio, uno de ellos se quejó:

- ¡Rayos! ¡Nunca me imaginé que esta mujer tan flaca fuera tan pesada!
- ¡Ni yo! Este ataúd pesa como doscientos kilos! -se quejó otro, el más musculoso de todos.
- ¿Y el marido dónde está para que nos ayude? -preguntó un tercero, limpiándose el sudor de la frente.
- No sé, no lo he visto -dijo el primer hombre en hablar.
- Nadie lo ha visto desde anoche -explicó una viejita que se había acercado a poner una rosa sobre el ataúd.
- ¡Qué raro! ¿Será que algo le pasó? -se preguntó el hombre musculoso-. Si él amaba su mujer, se veía tan afligido por su perdida.
- ¡Bah! Ya ese debe andar con la otra -les contó la viejita por lo bajo, para que solo los hombres la escucharan.
- ¡Qué canalla!


Fin.

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1168 - Las Vacaciones de los Noel.

Sir Helder Amos | lunes, diciembre 25, 2017 |
- ¡Ay! Estoy tan cansado que necesito un año de vacaciones -se quejó Papá Noel, dejándose caer sobre su gran sillón, mientras se desabotonaba el chaleco rojo y se quitaba las botas-. ¡Mamá Noel! ¿Podrías traerme unas galletitas con leche?
- ¡Voy, querido! -gritó Mamá Noel desde la cocina, donde estaba disfrutando de una gran taza de café caliente durante el único día de vacaciones que tenía en el año.

Fin.

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1167 - El Cleptómano.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 22, 2017 |
Antes de salir de casa, se peinó su cabellera negra con cera, se puso su chaqueta de cuero preferida y se echó su mejor perfume. Al regresar, se sorprendió al encontrar que tenía todos los bolsillos de su chaqueta llenos con los corazones que había robado sin darse cuenta.

Fin.

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1166 - Los Perros y El Mendigo.

Sir Helder Amos | martes, diciembre 19, 2017 |
Antes de cerrar, después de que el último cliente salió de la carnicería, un mendigo desaliñado y maloliente se coló ágilmente por la puerta y le rogó al carnicero por un pedazo de carne, grasa, pellejo, hueso o lo que fuera para comer. Sin embargo, el carnicero, obstinado, tomó su gran cuchillo y lo espantó de su tienda, amenazándolo para que nunca volviera.

Minutos más tarde, el carnicero, quien vivía solo en la parte trasera de la tienda, salió cargando un gran saco al patio y, sonando una campanilla, llamó a sus preciadas mascotas para alimentarlas.

Al escuchar el sonido, alrededor de una docena de gigantescos perros negros corrieron a donde estaba su amo y, entre ladridos y gruñidos, comenzaron a pelearse por devorar, salvajemente, las sobras de la carnicería que su amo sacaba sonriente del saco y que había guardado especialmente para sus estimadas mascotas que hacían sus días y su vida un poco más feliz.

Pero, mientras que el carnicero alimentaba a sus queridos perros, el mendigo que había corrido de la tienda hace tan solo unos minutos pasó caminando cabizbajamente por la reja del patio y lo vio lanzando trozos de carne, huesos y pellejos a los animales.

Boquiabierto, el mendigo se quedó pasmado sin poder creer lo que veía; sin embargo, a pesar del hambre que tenía y la tormenta de emociones que sintió, solo se limitó a bajar la cabeza y seguir su camino humildemente.

- ¡Oye! –lo llamó el carnicero, antes de que se marchara, sintiendo lástima por primera vez en su vida-. La verja está abierta –masculló, señalándola-. Si quieres algo, pelea por ello –anunció, terminando de vaciar el saco lleno de sobras entre los perros y regresando a la tienda antes de poder ver la reacción o la decisión del mendigo.

Fin.

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1165 - El Crimen del Nuevo Rey.

Sir Helder Amos | sábado, diciembre 16, 2017 |
Tan pronto fue coronado como el nuevo rey, tras la muerte de su hermano mayor, ordenó la decapitación inmediata de su hermano menor.

Fin.

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1164 - La Barba de Merlín.

Sir Helder Amos | miércoles, diciembre 13, 2017 |
Muy ingenuamente, a mitad de la noche, el aprendiz de mago se coló en la recámara de su maestro mientras que este dormía y, alzando un afilado cuchillo en el aire, le cortó la barba, blanca y larga, de la cual siempre sacaba grandes inventos y objetos mágicos.

Durante el resto de la noche, el aprendiz pasó todo su tiempo pegándose en su lampiña cara la barba que había robado y, para cuando salió el sol, se encontró tan barbudo como su maestro, así que, muy emocionado, intentó hacer todos los trucos que había visto hacer a su maestro con su larga barba.

Pero, a pesar de todos sus intentos y de pronunciar todas las palabras mágicas que sabía y que había escuchado decir a su maestro, el aprendiz no pudo hacer ni un solo truco de magia con la barba.

Sintiéndose decepcionado, el aprendiz se arrepintió de lo que había hecho y, cuando fue a despertar a su maestro para pedirle disculpas, se encontró con que este, tan barbudo como siempre, lo había estado observando toda la noche y, aunque no estaba enojado, lo castigó convirtiéndolo en un bebé para que, con todo lo que había aprendido durante sus años de estudio como aprendiz de mago, pudiera hacer cosas que ningún otro bebe pudiera hacer.

Fin.

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1163 - La Poción de Amor.

Sir Helder Amos | domingo, diciembre 10, 2017 |
A mitad de la cena romántica que la bruja había preparado para enamorar al príncipe, cuando este regresó de la cocina tras buscar la segunda botella de vino de la noche, se puso inesperadamente de rodillas ante ella y, tomando una de sus manos, le confesó que la amaba y le propuso matrimonio.

Aceptando instantáneamente, la bruja abrazó y besó a su prometido; pero, mientras lo hacía, se percató de que su amado había dejado la puerta del refrigerador entreabierta y, muy perspicazmente, le pregunto:

- Querido, ¿por casualidad no probaste el pastel de fresas que estaba en la nevera? ¿O sí?
- ¿Cuál pastel?
- El suculento pastel que preparé de postre para esta noche, ¿no lo viste cuando sacaste la botella de vino?
- No, no, querida, ni me fijé –respondió el príncipe, honestamente.

Sin embargo, la bruja, incrédula, lo soltó y se dirigió a la cocina, donde abrió el refrigerador y, sacando el pastel, lo reviso muy minuciosamente para cerciorarse de que ni una sola fresa le faltase.

¡Ay! –chilló la bruja, aún más emocionada que antes, dejando caer el pastel al piso al comprobar que el príncipe no le había mentido-. ¡De verdad me ama!

Fin.

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1162 - El Asesino Malcriado.

Sir Helder Amos | jueves, diciembre 07, 2017 |
- ¡¿Por qué?! -chilló la víctima, mientras se limpiaba su rostro bañado de sangre-. ¡¿Por qué haces esto?!
- Pues... Porque cuando era pequeño, mis padres me dijeron que si me esforzaba, podía hacer lo que que quisiera cuando fuera grande -respondió, con una sonrisa malvada y una mirada infantil en su rostro.


Fin.

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1161 - El Reflejo.

Sir Helder Amos | lunes, diciembre 04, 2017 |
- ¡Oye! ¿Por qué lloras?... ¡No, no, no!... ¡Te ves bien!... ¡En serio!... ¡Estás de maravilla!... ¿Qué?... ¡No!... ¡Espera! ¿Qué haces?... ¡Suelta eso!... ¡Detente! ¡No! ¡Detente! –gritó el reflejo, golpeando el espejo desde el otro lado, al mismo tiempo que trataba, desesperadamente, de salirse del marco para poder salvarse.

Fin.

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1160 - El Viaje Más Largo.

Sir Helder Amos | viernes, diciembre 01, 2017 |
Cuando la monja se subió al bus, se encontró con que el único asiento que quedaba disponible era al lado de una horripilante bruja de piel verde y nariz puntiaguda que miraba ensimismada a través de la ventanilla.

Persignándose y tomando nerviosamente su lugar, la monja examinó mejor a la bruja y su peculiar atuendo, porque llevaba puesta una túnica negra y un gran sombrero puntiagudo y, convencida de que esta era una prueba divina, sacó su rosario y comenzó a rezar para sí misma entre susurros.

Pero al escuchar los rezos de su vecina, la bruja salió de su ensimismamiento, la miró con el rabillo del ojo y, sintiéndose muy incómoda, comenzó a recitar cantitos satánicos para tranquilizarse.

Y de esta forma transcurrió el viaje, entre oraciones y sortilegios, hasta que finalmente, gracias a Dios o Satanás, no lo sé, ambas mujeres llegaron sanas y salvas a su destino pensando que, a pesar de que el trayecto solo había durado un par de horas, el viaje había sido eterno.

Fin.

⚠ EXTRA ⚠
⚠ AUDIO-MICRO ⚠


Gracias a los amigos de @ImaLeerEscucha por crear el audiolibro o audiomicro (cómo prefiero llamarlo) de este Microcuento.

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1159 - El Encuentro.

Sir Helder Amos | sábado, noviembre 25, 2017 |
Esa noche, lo encontré sentado junto a la ventana, mirando la lluvia caer con una sonrisa triste en su rostro y, a pesar de que no lo conocía y de que sabía que lo molestaría porque se le notaba que quería estar solo, me acerqué y le dije: “Hola”.

Fin.

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1158 - El Cazador de Ballenas.

Sir Helder Amos | miércoles, noviembre 22, 2017 |
A pesar de que hubiera preferido ir al zoológico, cuando el pequeño entró en el acuario y empezó a ver los tanques repletos de extraños y coloridos peces, pensó que no estaba tan mal después todo y que, de hecho, le gustaría visitarlo más seguido.

A medida que el día avanzaba, el niño aprendió mucho sobre el mundo acuático y se sintió tan fascinado que soñó, por un momento, que cuando fuera grande se convertiría en un defensor de los mares para proteger a los peces y a todas las especies marinas en peligro de extinción.

De tal forma, cuando el pequeño fue elegido por el entrenador de orcas para que alimentara a una de ellas en el show especial del acuario, el niño se acercó brincando de felicidad y emoción al escenario que había sobre la gran piscina, sin poder creer en su suerte.

Pero, después de recibir las instrucciones del entrenador, cuando se acercó al agua y estiró su mano para lanzar el pez que le habían dado para alimentar a la orca, esta saltó inesperadamente de debajo del agua y, de un mordisco, se comió el pez y la mano del niño.

El pequeño, empapado y tan pálido como un fantasma, pegó un grito de horror y, agarrando su brazo mutilado con la otra mano, lo acercó a su cara para verlo mejor; pero tan pronto lo tuvo frente a sus ojos, un gran chorro de sangre tibia empezó a salir de la herida, bañándolo y tiñendo toda su ropa y el agua de la piscina de rojo.

Al ver todo esto, el entrenador de la orca, a pesar de su sorpresa, agarró al niño y lo bajó rápidamente del escenario para llevarlo al hospital; pero ya no se podía hacer nada, el niño había perdido su brazo y su sueño había cambiado.

Fin.

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1157 - El Unicornio Nocturno.

Sir Helder Amos | domingo, noviembre 19, 2017 |
Tan pronto caía la noche, el precioso unicornio perlado salía galopando libremente por la pradera bajo los brillantes rayos de luz de luna que hacían relucir todo su pelaje y larga cola con cada paso que daba.

Hasta que, a mitad de la noche, el mítico animal llegaba a un pequeño riachuelo donde saciaba su sed y lavaba su preciado cuerno de marfil, antes de seguir su camino en busca de aventuras llenas de acción, princesas y dragones, que transformaban su mística vida en maravillosos cuentos de hadas casi imposibles de creer.

Sin embargo, a lo que el sol se asomaba por el horizonte, las fantásticas aventuras de este bellísimo ser legendario concluían con el cantar de los gallos del establo, que despertaban al pobre, viejo, feo y amargado burro de su plácido sueño.

Fin.

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1156 - Tiempo Perdido.

Sir Helder Amos | lunes, noviembre 13, 2017 |
Mientras se quejaba por todo el papeleo que tenía pendiente, se dejó caer sobre el escritorio y, al hacerlo, tropezó el delicado reloj de arena que usaba como pisapapeles, el cual se cayó dando tumbos en el aire y se partió estruendosamente en mil pedazos al estrellarse contra el piso, esparciendo sus finos y dorados granos de arena por todo el estudio. 

Fin.

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1155 - El Arte de Leer los Labios.

Sir Helder Amos | viernes, noviembre 10, 2017 |
“Yo también” –me aseveró, a pesar de que, segundos antes, mis tensos y temblorosos labios no habían podido decirle: “Te Amo”.

Fin.

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1154 - Turbulencia.

Sir Helder Amos | martes, noviembre 07, 2017 |
Tan pronto abordaron, un viejo muy arrugadito de la primera fila se puso cómodo y se quedó tan profundamente dormido que sus ronquidos se escuchaban por todo el avión.

Después de la primera hora en el aire de ese viaje trasatlántico, muchos de los pasajeros empezaron a quejarse por los ronquidos del viejito pero, cada vez que alguien se acercaba para despertarlo, regresaba a su asiento con el corazón arrugado al verlo dormir tan plácidamente.

De esta forma el viaje continuó sin ningún otro percance hasta que, de pronto, el avión empezó a vibrar, todas las luces de emergencias se encendieron y, mientras las azafatas corrían de un lado a otro, el capitán anunció que debido a una falla en los motores estaban perdiendo altura drásticamente y que posiblemente se estrellarían en el océano.

Entrando en pánico, todos los pasajeros empezaron a gritar, a llorar y a rezar; e inesperadamente un hombre regordete de las últimas filas se levantó y preguntó:

- ¿Nadie va a despertar al viejo?
- ¡¿Para qué?! –bramaron algunos, confundidos.
- Para decirle lo que está pasando –respondió el gordo, muy lógicamente-. Quizás…

Pero antes de que pudiera aclarar su punto de vista, el resto de los pasajeros empezaron a abuchearlo y a insultarlo por su cruel sugerencia; sin embargo, todo este alboroto despertó al viejito.

- ¿Qué está pasando? –preguntó, consternado.

Al verlo despierto, todo el mundo calló súbitamente.

- ¿Qué está pasando? –repitió el viejito, alarmándose.
- Disculpe, señor, no está pasando nada, –le respondió una valiente azafata con una gran sonrisa-. Solo estamos atravesando un poco de turbulencia, así que le agradecería que se abroche el cinturón y que siga durmiendo.

Fin.

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1153 - La Cana de la Oveja Negra.

Sir Helder Amos | sábado, noviembre 04, 2017 |
Esa noche, mientras cepillaba su lana, la oveja negra se encontró con una brillante cana que relucía entre su oscuro pelaje y, recordando cómo esa mañana había obedecido las órdenes del pastor al no alejarse mucho del rebaño, pensó que ya estaba muy vieja para seguir siendo la rebelde de la familia.

Fin.

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1152 - El Sabbat Rosado.

Sir Helder Amos | miércoles, noviembre 01, 2017 |
Cuando Satanás se materializó sobre el pentagrama de sal que había en el piso, se sorprendió al ver que la habitación en la que había sido evocado estaba pintada de un rosa pálido muy cariñoso y que estaba amueblada con una cama cubierta con sábanas de color rosa brillante, que contrastaba con el tono de rosa más oscuro de las cortinas y un par de estantes de madera, también pintados de rosado, donde reposaban decenas de esponjosos ositos de peluche de todas las tonalidades de rosado que existen.

Soltando un bufido, Satanás se fijó que en las paredes había fotos de gatitos, chicos guapos y un grupo de amigas muy lindas, delicadas y de la alta sociedad; que eran las mismas que estaban formando un círculo tomadas de la mano alrededor de él.

- Muy bien… -gruñó el Diablo, mirando a sus sectarias-. ¡Pinky Promise que no lo dirán a nadie que aquí fue donde volví a la vida! –exclamó, con un tono de voz feminizado, mientras estiraba sus meñiques hacía las chicas para sellar el trato.

Fin.

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⚠ EXTRA ⚠



Corto Animado realizado por un grupo de estudiantes de Animación Digital en Santo Tomás.

Satán tomando el té con su séquito. 
Muchas gracias a @lokesolundr por esta espectacular ilustración que hizo inspirada en el Sabbat Rosado.

1151 - La Puntiaguda Nariz de la Bruja.

Sir Helder Amos | martes, octubre 31, 2017 |
Al igual que le pasó a Sansón con su cabello, cuando la bruja despertó de su rinoplastia, descubrió que había perdido sus poderes.

Fin.

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1150 - La Autopsia de la Bruja.

Sir Helder Amos | domingo, octubre 29, 2017 |
Con el plan de probar que las brujas no existían, cuando cayó la noche, un par de alquimistas se aprovecharon de la oscuridad y se robaron el cuerpo de la mujer que habían ahorcado esa mañana por brujería y que aún guindaba del cadalso.

Su propósito era estudiar el cuerpo sin vida de la supuesta bruja y compararlo con el de una mujer común corriente para demostrar que, al no haber ninguna diferencia biológica entre los dos cadáveres, las brujas no existían.

Sin embargo, tan pronto posaron el cuerpo robado sobre la mesa de estudio y le abrieron una profunda incisión en el estómago, un millar de moscas salieron zumbando del cadáver y formaron una nube negra tan espesa que los alquimistas tuvieron que luchar contra ellas para abrirse camino y poder abrir las puertas y ventanas del pequeño laboratorio.

De esa forma, a medida que las moscas encontraban su camino hacia la libertad, el laboratorio se fue aclarando poco a poco. Y cuando los alquimistas regresaron a la mesa de estudio, se encontraron, sorprendidos, con que el cuerpo de la bruja había desaparecido.

Fin.

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1149 - La Bruja Solterona

Sir Helder Amos | viernes, octubre 27, 2017 |
Desde que vio a través de su bola cristal a aquel apuesto hombre que se dirigía a su tienda, el corazón de la bruja dio un brinco al mismo tiempo que su estómago se llenó de mariposas. “¡Debe ser él!” pensó, emocionada, “¡El amor de mi vida!”.

Así que, cuando la campanilla de la puerta principal sonó al abrirse, la bruja ya se había maquillado, arreglado, y puesto su mejor turbante para recibir a aquel hermoso hombre alto, blanco, musculoso, con ojos color miel y abundante cabello y barba negra azabache.

- Buenas –anunció el hombre su llegada, con una voz gruesa, pero cálida y encantadora.
- Por acá… -lo llamó la bruja con una voz seductora, desde el cuarto trasero de la tienda.
- ¿Bu-buenas? –repitió el hombre, un poco nervioso, tras pasar la cortina de cristales que los separaba y entrando en un pequeño cuarto a media luz, cuyas paredes estaban recubiertas por telas moradas, y que se encontraba nublado por el humo de las decenas de varillas de incienso que habían encendidas por todo el lugar.
- Siéntese –lo invitó la bruja, señalando la silla que estaba al otro lado de la única mesa que había en la pequeña habitación y sobre la cual reposaba una brillante bola de cristal.
- Gra-gracias…
- Deme su mano… -lo incitó la bruja, extendiendo la suya-. Shhh, no diga nada –añadió, tomando la fuerte, venuda y áspera mano del hombre entre las suyas y acariciándola con sus suaves, delicados y finos dedos.

La bruja pasó un largo momento de silencio acariciando la mano del hombre y, a pesar de que no sabía nada de quiromancia, se arriesgó y sugirió:

- Busca el amor, ¿no?

El hombre asintió tímidamente, a pesar de que una chispa se había encendido en sus ojos.

- Muy bien, veamos que le depara el futuro –anunció la bruja, soltándolo y cerrando los ojos antes de empezar a sobar la bola de cristal-. Umnn… Omnn… Veo… Veo…

A este punto, el hombre se encontraba sentado al borde de la silla y tan inclinado hacia delante que casi le pegaba la frente a la bola de cristal para tratar de ver lo mismo que viera la bruja en ella.

- Veo… Omn… Veo que el amor está muy cerca –empezó a predecir la bruja, sin ni siquiera abrir los ojos.
- ¿Está segura? –inquirió el hombre, viendo como una pequeña sombra aparecía dentro de la bola de cristal.
- Sí, el amor está muy cerca… Mucho más de lo que se imagina.
- ¿Y que más ve?
- Veo… Umn… Veo… Una mujer.
- ¿Una mujer? –indagó hombre, mientras la pequeña sombra dentro la bola tomaba la forma de otro hombre.
- Sí, veo una mujer alta, hermosa, de piel blanca y ojos oscuros, -continuó la bruja, describiéndose a sí misma y abriendo un poquito su ojo izquierdo para ver la reacción de su cliente-. Umn… también veo que esta mujer tiene manos suaves y delicadas, y que posee un don muy especial.
- ¿Segura-segura? –repitió el cliente, observando como la pequeña sombra dentro de la bola de cristal se había convertido en un hombre alto, delgado y con aspecto intelectual.
- Oh sí, muy segura –aseveró la bruja, cerrando nuevamente su ojo al ver que su cliente le había quitado la mirada de la bola de cristal y se había quedado viéndola anonadado-. De hecho, veo que esta mujer… Umnn… Veo que esta mujer está muy próxima a usted… Sí… Esta mujer está cerca de usted en este preciso momento…. Umnn… Sí, muy cerca… Omnn… Esto no puede ser posible, pero veo que esa mujer está aquí, en esta misma habitación y que podría decirse que está frente a sus narices –concluyó la bruja, pero antes de que pudiera llevar a cabo su acto final y hacerse la sorprendida, escuchó la campanilla de la puerta principal sonar y, al abrir los ojos, descubrió decepcionada que el amor de su vida se había marchado.

Fin.

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1148 - Las Brujas de la Inquisición.

Sir Helder Amos | miércoles, octubre 25, 2017 |
- ¡Siguiente! –bramó el torturador desde la mazmorra y, acto seguido, dos hombres musculosos y encapuchados entraron arrastrando a una mujer, la cual sentaron y ataron en la única silla que había en el lugar-. ¡Déjenme a solas con ella!
- ¿Qué me va a hacer? –preguntó la mujer, forcejeando contra las ataduras.
- Muy bien, -susurró el torturador, sonriendo, mientras cerraba la puerta tras los guardias y sacaba un alicate de uno de su bolsillo.
- ¿Qué me va a hacer? –repitió la mujer, casi inentendiblemente.
- Le voy a hacer confesar –respondió el torturador, acercándose a ella con una chispa en sus ojos-. ¿Es usted bruja? –le preguntó, agarrándole la uña del dedo índice de la mano izquierda con el alicate.
- No-no –balbuceó la mujer.
- ¡Diga la verdad! –gritó el torturador, jalando fuertemente el alicate y arrancándole la uña-. Le repetiré la pregunta, ¿es usted bruja? –vociferó, agarrándole la uña del dedo medio.
- ¡Aaaahg! ¡No! ¡No lo soy! –gimoteó la mujer, adolorida.

Pero al escuchar la negación, el torturador le arrancó la siguiente uña de otro fuerte jalón e, ignorando los gritos de dolor y sollozos de la mujer, le repitió la pregunta una y otra vez hasta que, después de arrancarle la novena uña, la mujer admitió ser bruja justo antes de perder el conocimiento.

- ¡Siguiente! –bramó el torturador, muy contento, luego de que un par de guardias se llevaran el cuerpo inconsciente de su víctima-. ¡Siguiente! –repitió, al ver que nadie entraba; pero un minuto más tarde, una calmada y hermosa mujer entró en la mazmorra y se sentó muy agraciadamente en la silla-. ¿Es usted la siguiente? –preguntó, un poco confundido.
- Sí.
- Muy bien –murmuró el torturador, encogiéndose de hombros, al mismo tiempo que cerraba la puerta y sacaba de su bolsillo su fiel alicate.
- ¿Puedo preguntarle algo antes de que comencemos? –inquirió inesperadamente la mujer, sonriendo.
- Umn… sí… pues… creo que sí –respondió el hombre, apretando los dientes.
- ¿Ha hecho confesar a muchas brujas?
- ¡Uff! Sí, a decenas, mis tácticas nunca fallan, -respondió el torturador, entusiasmado-. Todas han confesado, ¡Todas!
- ¿Y está seguro de que todas eran brujas?
- ¡Pues claro! –prorrumpió el hombre-. ¡Si ellas mismas lo confesaron!
- Muy bien, continuemos, solo quería saber eso –ordenó calmadamente la mujer.

Confundido por la extraña postura de su nueva víctima, el torturador se acercó a ella mirándola perspicazmente.

- Le haré una pregunta y espero que me diga la verdad –le dijo, acercándole el alicate a la uña del dedo índice de la mano izquierda para comenzar-. ¿Es usted…?

¡BOOM!

Tan pronto el alicate hubo tocado la delicada uña de la mujer, una gran explosión resonó en la mazmorra, destruyendo todo el lugar y dejando al torturador y a todos los guardias muertos; siendo las únicas sobrevivientes las mujeres que habían sido injustamente torturadas y que, milagrosamente, se encontraban completamente sanas y con sus uñas intactas.

Fin.

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1147 - La Inquisición de la Bruja.

Sir Helder Amos | domingo, octubre 22, 2017 |
Mientras la pareja de recién casados limpiaban la casa que habían heredado de uno de sus antepasados, el hombre encontró en el ático una foto muy antigua en la cual se podía observar en primer plano a una mujer ahorcada de un árbol, mientras que al fondo, muy difusamente, se podían distinguir tres figuras: dos masculinas y una femenina, que parecían ser los inquisidores de la escena.

- ¡Amor, mira esta foto! ¡Qué curiosa está! ¿No te parece?
- ¡Ah! Sí, esa es mi tátara-tátara-tátara abuela –explicó la esposa, tras echarle un vistazo rápido a la imagen-. Ella era bruja y, según lo que me contaba mi madre, era una de las mejores del condado.
- Oh, lo siento mucho –susurró el hombre, abrazándola fuertemente.
- ¿Por qué? –masculló su esposa, confundida, casi sin poder respirar.
- Bueno… tu ancestro, a ella… bueno… a ella… la colgaron… por bruja, ¿no? –balbuceó el hombre, soltándola.
- Jajaja, no, ¿de qué hablas? –preguntó la esposa, con una carcajada.
- Pues… de la foto… la mujer colgada… es tu antepasado, ¿no?
- Jajaja, no, tontito, mi tátara abuela es la mujer que está parada en el fondo, esa, la inquisidora –explicó la esposa, señalándola con el dedo-. ¿O de verdad crees que las brujas se dejaban colgar y quemar así de fácil?

Fin.

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1146 - Cosas de Brujas.

Sir Helder Amos | jueves, octubre 19, 2017 |
Cuando la jovencita regresó del bosque, después de haber escuchado la trágica noticia sobre su abuela. Su madre, preocupada al verla tan calmada, la examinó minuciosamente y le preguntó:

- Querida, ¿qué hiciste con el hermoso crucifijo que te dio mamá y que siempre llevabas colgado sobre tu pecho?
- Lo quemé, -masculló la joven, apretando los dientes.
- ¡¿Por qué hiciste tal cosa?!
- ¿No has escuchado, mamá?... Ellos quemaron viva a la abuela en la hoguera.
- Ay, querida, -gimió la madre, abrazándola fuertemente-. No dejes que eso destruya los bonitos recuerdos que tienes de tu abuela, tú sabes que ella te amaba.
- No te preocupes, mamá, siempre admiré mucho a mi abuela y lo seguiré haciendo. Sin importar lo que me pase o lo que digan en el pueblo, todavía quiero ser como ella cuando sea grande –declaró la joven, decididamente-. Es por eso que a partir de ahora, madre, quiero encargarme de la limpieza, -sentenció, señalando la escoba de paja que reposaba en un rincón-, la comida –continuó, señalando esta vez el caldero negro que hervía fervientemente sobre la chimenea-, y el establo –finalizó, señalando a través de la ventana a la única y bellísima cabra blanca que la familia poseía.
- Está bien, querida, -consintió la madre, sonriendo ligeramente con lágrimas en sus ojos-. Pero solo bajo una condición, -añadió, quitándose el crucifijo que guindaba sobre su pecho y colgándoselo alrededor del cuello de su hija-, que uses este crucifijo todo el tiempo sobre tu pecho.
- ¡Pero, mamá! ¡¿No entiendes?! Yo no…
- Shhh, shhh, shhh, sí entiendo, querida, pero no quiero que levantes sospechas, no quisiera perderte a ti también.

Fin.

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1145 - La Bruja Greca.

Sir Helder Amos | lunes, octubre 16, 2017 |
Cuando la bruja se fue de vacaciones a Grecia, quedó fascinada con su cultura, gente y arquitectura; sin embargo, no podía evitar sentirse incómoda a donde quiera que iba porque todos la veían muy curiosamente y cuchicheaban sobre ella debido a que llevaba puesto su habitual camisón negro manga larga y su sombrero puntiagudo.

De tal forma, cansada de ser el centro de atención y la causa de miradas furtivas, la bruja siguió el consejo que le habían dado cuando visitó Roma y se zafó de su vestuario, poniéndose, en cambio, una ligera stola blanca acompañada de una pequeña tiara de laureles sobre su cabeza.

Al verse en el espejo, la bruja no podía creer lo greca que se veía y, cuando salió a la calle, notó inmediatamente el cambio de las personas que la rodeaban, al ser más aceptada y querida a donde quiera que iba, lo que hizo que sus vacaciones fueran aún más placenteras.

Pero, a tan solo un par de días de regresar a casa, la bruja descubrió que en Grecia las mujeres con dotes especiales como los suyos eran amadas y veneradas por todos, en especial por el Emperador, quien las protegía y les daba riquezas a cambio de sus predicciones. Así que, comparando todo esto con su pueblo natal, donde tenía que vivir escondida para no ser quemada en la hoguera, la bruja decidió quedarse a vivir en Grecia, dónde le cambiaron su apodo y empezaron a llamarla Oráculo.


Fin.

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Cuentos de Brujas y de Halloween

1144 - El Gato de la Bruja.

Sir Helder Amos | viernes, octubre 13, 2017 |
Cuando la bruja montó su tienda de cartomancia y quiromancia en el plaza central pueblo, todos los pueblerinos corrieron a la iglesia para alertar al arzobispo de lo que había pasado. Este, sin más opción que seguir a sus seguidores, se dirigió con ellos al lugar para comprobar lo que decían con sus propios ojos.

Efectivamente, cuando llegaron a la plaza central, el arzobispo corroboró las palabras de sus discípulos, quienes habían preparados sus armas y encendido sus antorchas para quemar y expulsar a la malvada bruja de su preciado hogar. Pero afortunadamente, mientras el arzobispo trataba de apaciguar a la multitud y de encontrar una solución pacífica a todo este embrollo, se percató de que en frente de la tienda de la bruja estaba posado un bellísimo gato blanco con brillantes ojos azules.

- ¡No se preocupen amigos, no hay nada que temer! ¡Miren! –anunció el arzobispo, acercándose al animal y acariciándolo gentilmente-. Esta bruja es de las buenas.

Fin.

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1143 - Las Amigas de la Bruja.

Sir Helder Amos | martes, octubre 10, 2017 |
En una calurosa tarde de verano, cuatro amigas estaban sentadas en una veranda, tomándose un refrescante trago y poniéndose al día con sus vidas después de haber pasado mucho tiempo sin verse.

- Disculpen, chicas, pero tengo que irme –dijo la más hermosa de ellas, poniéndose de píe-. Tengo una cita con un chico guapo.
- ¡¿Otra cita?! –preguntaron el resto de sus amigas al unísono-. ¡¿Con quién?!
- Con uno de mis clientes.
- ¿Con el mismo de la otra vez o con uno nuevo? –preguntaron.
- No, con uno nuevo, no sé qué está pasando, pero últimamente mis clientes están tomando muy enserio mis predicciones de que, quizás, tienen al amor de su vida frente a sus ojos y me invitan a cenar –explicó la mujer, terminando de recoger sus cosas-. ¡Miren la hora! Ya me tengo que ir, se me va hacer tarde, hasta luego, ¡las quiero! ¡Muack!

Las tres amigas que quedaron en la mesa, viendo a la otra marcharse y, cuando hubo desaparecido de su vista, la más despistada de ellas preguntó:

- ¿Cómo hará para conseguir tantas citas?
- Pues, con brujería, ¿con qué más?
- ¡Ay, no bromees! –aludió la despistada, riendo.
- No bromeo, ella es una bruja.
- ¿En serio? –inquirió la despistada.
- Sí. ¿No lo sabias? Ella lleva un par de meses trabajando de clarividente: leyendo cartas, runas, las hojas de té y todas esas cosas de brujería.
- ¡No me digas! –se sorprendió la despistada.
- Sí, lo más seguro es que esté dándole pociones de amor a sus clientes para que la inviten a salir –sugirió una.
- O que les esté haciendo algún tipo de vudú –apuntó la otra-, porque ella no es tan bonita.
- Así es, algo macabro tiene que estar haciendo para conseguir tantas citas, porque con ese pelo dudo que cualquier hombre se fije en ella.
- ¿Y vieron el vestido que cargaba?
- ¡De espanto!
- A mí me parece que estaba bonita –señaló la despistada, sin dejarse envolver por la brujería de sus amigas.

Fin.

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1142 - La Bruja Mentirosa.

Sir Helder Amos | sábado, octubre 07, 2017 |
Cuando su esposa irrumpió estruendosamente en su humilde casita, su corazón dio un brinco de emoción y corrió a abrazarla.

- ¡Sigues viva! –bramó el hombre, abalanzándose sobre ella y besándola desesperadamente-. Pero, ¿cómo?, pensé que te quemarían en la hoguera.
- Recoge tus cosas, ¡rápido! –ordenó la mujer, casi sin aliento-. Tenemos que irnos cuanto antes de este pueblo.
- ¿Por qué? ¿Qué paso? ¿Cómo hiciste para que te perdonaran?
- No me perdonaron, tenemos que irnos –sentenció la mujer, caminando de un lado a otro de la casa mientras recogía sus pertenencias más importantes; pero al ver el rostro de perplejidad de su marido, añadió:- Justo antes de que encendieran la hoguera se me ocurrió amenazarlos.
- ¿Amenazarlos?
- Sí, les dije que si me quemaban me vengaría desde el infierno y haría que una lluvia de fuego cayera sobre el pueblo para que todos murieran de la misma forma que querían matarme: consumidos por las llamas.
- ¡¿Y te creyeron?! –le preguntó el hombre, boquiabierto.
- Sí, afortunadamente, -respondió la mujer, sonriendo pícaramente-. Claro, después de eso empecé a recitar las pocas palabras que sé de latín como si fueran una maldición hasta que, asustados, me pidieron que parara y que me fuera del pueblo sin hacerles daño.
- Bueno, no sé por qué me sorprende –concluyó el hombre, aliviado-. Si creyeron eso de que eras una bruja solo porque estornudas cada vez que mencionan a Dios.
- ¡Achú! ¡No lo menciones! –chilló la mujer-. Y no te quedes ahí parado, muévete, tenemos que irnos antes de que cambien de parecer y me convierta en otra mujer inocente quemada en la hoguera.

Fin.

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1041 - La Bruja Más Poderosa.

Sir Helder Amos | miércoles, octubre 04, 2017 |
Cuando agregó el último ingrediente al burbujeante caldero, ocurrió una explosión y una espesa nube rosada inundó toda la mazmorra.

- ¡Al fin! –gritó la horripilante bruja, sacando una cucharada de la potente poción de amor que acababa de crear y, vertiéndola en un vial, vociferó entusiasmada:- ¡Seré la bruja más poderosa!

Fin.

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1040 - La Primera Bruja.

Sir Helder Amos | domingo, octubre 01, 2017 |
Cuando las puertas de la catedral se abrieron inesperada y estruendosamente, todos en la plaza central voltearon la mirada para averiguar lo que pasaba.

- ¡Ayuda! ¡Alguien ayúdenme! –gritó una hermosa mujer de piel morena y abundante cabello negro, al bajar corriendo las escaleras de la catedral, mientras intentaba cubrir su delicado cuerpo con su vestido blanco que había sido violentamente rasgado-. ¡El arzobispo! –gimió-. ¡El arzobispo intentó abusar de mí!

Al escuchar tal acusación, todos los hombres presentes se sintieron indignados y, tronándose los nudillos y agarrando sus armas, se dirigieron a la catedral.

- ¡Mentirosa! –bramó el arzobispo, un hombre alto, delgado y con una brillante cabellera gris, parándose firmemente en la entrada de la catedral, al mismo tiempo que arreglaba su desaliñado aspecto con sus manos y trataba de enderezarse la sotana-. ¡No mientas, mujer, eso es pecado!
- ¡Entonces, usted es el pecador! –replicó la mujer, con lágrimas en los ojos.

Al ver esta escena, los hombres empezaron a crear un semicírculo alrededor del arzobispo, acorralándolo y exigiéndole una explicación.

- ¡No le crean! –gritó el arzobispo, manteniendo la compostura, a pesar de que unas brillantes gotas de sudor habían aparecido en su frente-. ¡Esa mujer es una mentirosa! ¡Intentó seducirme, pero al negarme y mantenerme fiel a Dios, armó todo este alboroto!
- ¡Mentiroso! -gimió la mujer, desesperadamente-. Eso es mentira, pasó todo lo contrario, él intento abusar de mí…
- ¡Cállate, Bruja! –vociferó el arzobispo, perdiendo el control.
- ¿Bruja?... ¿Bruja?... ¿Qué es eso? –murmuraron muchos de los pueblerinos al ser la primera vez que escuchaban esa curiosa palabra.
- Sí… Sí, esta mujer es una bruja –clamó el arzobispo, aprovechándose de la confusión.
- ¿Qué es una bruja? –preguntaron, preocupados, muchos de la multitud.
- Una bruja… Una bruja es una hija del demonio, -explicó el arzobispo, arrugando la frente-. Una mujer que le rinde culto a Beelzebub y a todo lo pagano.
- No, no, no, eso es mentira –gimió la mujer, angustiada, al sentir como todos empezaban a verla con temor.
- Una mujer que se comerá a sus hijos, copulará con sus esposos y llevara este pueblo a la perdición si se deja libre –continúo el arzobispo, mirando como palidecían las mujeres de la audiencia.
- ¡No, no, eso es mentira! Todo eso es mentira, no le crean –suplicó la mujer-. Bruja es mi nombre, ¡me llamo Bruja!
- ¡Y ella misma lo admite! –gritó el arzobispo, señalándola con su largo y huesudo dedo índice.
- ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo nos libramos de la bruja? –preguntaron las mujeres del gentío, muy alarmadas.
- Hay que quemarla viva –sentenció el arzobispo, sonriendo victoriosamente-. Para que deje esta vida terrenal y regrese con su padre a arder en el infierno.
- ¡Hay que quemarla! ¡Hay que quemarla! –rugió la muchedumbre, agarrando a la quebrantada mujer por la fuerza y, tras atarla a una pila de leños, le prendieron fuego hasta que solo quedaron sus cenizas.

Fin.

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1039 - Las Flores Más Bellas.

Sir Helder Amos | martes, septiembre 26, 2017 |
A finales de la primavera, mientras fumaba su respectivo cigarro de las 4 de la tarde bajo el inmenso árbol de cerezos del parque que estaba junto a su edificio; se percató de que en la copa de este todavía quedaban un par de capullos sin brotar.

Sonriendo, pensó que debía de tener paciencia, porque las flores más bellas siempre son las últimas en florecer y, tras apagar su cigarro, regresó a su pequeño estudio, donde se vio en el espejo y encontró una brillante hebra de cabello blanco que sobresalía de su oscura cabellera.

 - Pero también son aquellas que disfrutan menos de la primavera –le dijo a su reflejo, pensando en las flores y tratando de ocultar su primera cana.

Fin.

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1138 - El Último Asistente.

Sir Helder Amos | sábado, septiembre 16, 2017 |
- ¿Y qué pasó con el último asistente? –preguntó el nuevo, tomando su lugar.
 - Falleció.
- Lo siento mucho, ¿qué le pasó?
- Lo asesinaron.
- ¡¿Lo mataron?!
- Sí, justo allí.
- ¿Dónde?
- Donde estás sentado; el asesino lo apuñalo 47 veces en esa misma silla que estás ocupando. Fue terrible, había sangre por todas partes.
 - ¿Y qué pasó con el asesino? ¿Lo atraparon? –inquirió el nuevo, muy interesado.
 - No, sigue suelto, la policía ni siquiera tiene rastro de él. Así que muchacho, si en verdad quieres ser mi asistente, ten en mente que, literalmente, hay gente que ha muerto en el lugar en el que estás. De tal forma, entendería perfectamente si desearas marcharte, ahora que sabes la verdad.
- ¿Cómo se le ocurre, jefe? Si no se imagina todo lo que he hecho por conseguir este puesto –expresó el asistente, sonriendo malévolamente.

Fin.

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1137 - La Punta del Iceberg.

Sir Helder Amos | jueves, septiembre 14, 2017 |
Después de tanta palabrería, hizo su movimiento y me dio un beso; pero, cuando presionó sus labios tan fríos como un tempano de hielo contra los míos, sentí que había mucho más de él de lo que decía.

Fin.

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