1388 - Las Vacaciones con el Abuelo.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 26, 2020 |
Cuando fue a recoger a su hijo adolescente en la estación de tren, estaba preparada para todas las quejas y en especial el gran portazo que este le daría a la puerta del coche al montarse, por haberlo mandado dos meses a la casa de campo con su abuelo, donde no había internet ni muchas cosas que hacer. Sin embargo, nada de esto ocurrió, y el joven se montó al coche muy calmada y calladamente. 

- ¿Y entonces... no me vas a decir como la pasaste? -le preguntó su madre.
- No la pasé mal -respondió secamente el muchacho.
- ¡Vaya! ¡Qué milagro! ¿Viste que no era el fin del mundo? ¿Qué el internet y la ciudad no lo son todo? 
- Ya, mamá, no empieces, no lo arruines. 
- Vale, disculpa, pero puedo preguntarte ¿qué te hizo cambiar de parecer?
- El abuelo... pues, la verdad, el abuelo me hizo sentir mal cuando me escuchó quejándome de que no tenía internet, cuando él a mi edad tuvo que dejar a la abuela embarazada con mi tía para unirse al ejército... esta vez fue muy crudo...  me contó todo lo que vio y vivió en la guerra, luego todo lo que tenía que hacer para poder comer durante la hambruna que hubo en el país, me contó sobre las enfermedades locas que han surgido y todas las crisis que ha vivido a través de los años... el abuelo me contó todo y, pues, a diferencia de ahora, aquellos tiempos sí que eran difíciles...

Al no poder creer lo que había escuchado, la mujer se quedó viendo a su hijo anonadada con una gran sonrisa do orgullo. 

- ¿Qué me ves? -le preguntó su hijo al notar su expresión. 
- Nada... ¡vaya!, las vacaciones con el abuelo sí que te sentaron bien, ¿eh?, creo que voy a mandarte con él más seguido.
- ¡Ay no, mamá! ¡Por favor! ¡Allá no hay internet! 

Fin.

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1387 - El Aprendiz del Mago.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 10, 2020 |
Un día, cuando el mago se miro al espejo y descubrió que todo su cabello se había tornado blanco, decidió buscarse un aprendiz a quien enseñarle todos sus trucos y dejarle todo su legado. Segundos después de tomar esta resolución, un pequeño huérfano tocó a la puerta del mago para pedirle un poco de pan. 

Sorprendido por lo poderosa que era su magia, el Mago aprovechó la oportunidad e invitó al pequeño huérfano a vivir con él y convertirse en su aprendiz, quien aceptó de inmediato. Y de esta manera empezó su educación. 

Durante años y años el mago le enseñó a su aprendiz todo lo que sabía sin limitaciones, así que lo instruyó  sobre magia, biología, astrología, astronomía, economía, filosofía, cartomancia, quiromancia, psicología, medicina y, más importante aún le enseñó sobre la vida. 

De tal forma, ese pequeño pasó de ser un huérfano, al joven aprendiz de mago, y este se sentía tan agradecido por todo lo que había recibido, que consideraba que el mago era todo y lo único preciado que tenia en su vida, a pesar de los cientos de regalos y riquezas que este le había dado.

Sin embargo, un día, el mago conoció a una malvada bruja, de la cual se enamoró perdidamente y terminó casándose con ella, pero la bruja en verdad no amaba al mago y solo le seguía la corriente por diversión. Pero el joven aprendiz, al ser tan apuesto y culto, llamó la atención de la bruja, quien trató de seducirlo, incluso bajo la nariz del mago. Pero el joven siempre se resistió a sus encantos. 

Hasta que la malvada bruja se cansó de los continuos rechazos del aprendiz, y sin más preámbulos lo amenazó diciéndole:

- Si no te entregas a mi, haré que el mago té eche y te quite todo lo que te ha dado. 
- Prefiero perderlo todo que irrespetar al maestro -sentenció el joven aprendiz. 
- Muy bien, prepárate, porque no descansaré hasta verte pagar por tu desprecio.

Al día siguiente la bruja cumplió su amenaza, y el mago echó a su aprendiz y le quitó todos los bienes materiales que le había regalado, sin embargo no pudo quitarle su gratitud ni su conocimiento. Así que el joven, en vez de entristecerse, solo se sintió decepcionado al ver que su maestro era dominado por la malvada bruja. 

Lamentablemente, la bruja no se detuvo allí e, incluso después de echarlo, siguió intentando seducir al joven, quien a pesar de perderlo todo siguió siendo leal a su maestro. Desafortunadamente, las tiernas y gratas palabras que el joven utilizaba para referirse al mago lo delataron, y al comprenderlo todo, la bruja lo amenazo una última vez:

- Si no te entregas a mi, destruiré todo lo que te queda. 
- Yo soy un huérfano, el mago me ha quitado todo lo que tenía, así que tus palabras no me asustan, porque no tengo nada que puedas destruir. 
- ¿Estás seguro?
- Sí, yo siempre voy a ser leal a mi gran Maestro. 
- Esta bien, cómo tú quieras, prepárate a perderlo todo. 

Esa misma noche, la bruja envenenó al mago y le cortó la cabeza, la cual hechizó y metió en una caja que envió al joven aprendiz. 

Al recibir el paquete, el joven pegó un grito de dolor al ver la cabeza de su maestro y comenzó a llorar desconsoladamente, abrazando y besando la cabeza de su antiguo maestro. De pronto, entre sus sollozos, la cabeza tomó vida y le preguntó:

- ¿Ahora si lo has perdido todo? 
- ¡Sí, maestro! -gritó, desconsolado el joven- ¡Todo!
- ¿Qué piensas hacer ahora? -le preguntó la cabeza.
- Llorarlo, maestro, llorarlo hasta que se me sequen los ojos -respondió honestamente.
- ¿Y después?
- Recordarlo, maestro, recordarlo todos los días de mi vida con gratitud por su bondad y grandeza. 
- ¿Y no piensas vengarte de quien me hizo esto? 
- ¡No! -sentenció el joven. 
- ¿Por qué? Yo te enseñé todo lo que sabía, así que tu tienes el conocimiento y poder para vengar mi muerte. 
- No, jamás lo vengaría, porque aunque el dolor sea inmenso, usted me enseñó que la venganza es solo una pérdida de tiempo que nunca trae nada bueno. 
- Pero...  -empezó a refutar la cabeza sin poder terminar, porque se quedó sin voz y un pequeño hilo de humo verde salió de su boca.

Sorprendido por lo que vio, el joven aprendiz descubrió el hechizo de la bruja y, a pesar de su dolor, se sintió orgulloso de no haber caído en su última tentación, y al parecer lo mismo sintió el mago, porque cuando el joven volvió a ver la cabeza de su maestro, esta reposaba con una gran sonrisa de satisfacción en su frío y pálido rostro.

Fin.

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1386 - La Broma Alienígena.

Sir Helder Amos | martes, agosto 04, 2020 |
En aquella noche de luna llena y cielo despejado, dos amigos se encontraron para ver las estrellas:

- ¿Entonces es tu primera vez viendo el espacio? -le preguntó, mientras terminada de armar el telescopio.
- Sí, mi primera vez, ¿tú lo has visto muchas veces?
- Cada vez que puedo, me encanta ver los planetas y las estrellas, ¿Qué te gustaría ver primero? 
- No lo sé... ¿Qué te parece si empezamos con la luna?
- Vale, esto ya está listo, solo déjame cuadrarlo y ajustarlo para que puedas verla claramente.
- Oye... ¿Y alguna vez has visto alguno?
- ¿Algún qué?
- Ehh... tú sabes... un alíen o un platillo volador.
- Ja, ja, ja, ¿en verdad me estás haciendo esa pregunta? 
- Pues...
- No, nunca he visto uno, no creo en los aliens ni en nada de eso, ¿tú si?
- Quizás... Aunque tampoco nunca he visto uno, pero...
- ¡Listo! Allí la tienes, la luna -anunció, interrumpiéndolo y cediéndole el telescopio-. Ven a ver, pero ten cuidado de no mover el telescopio. 
- A ver... ¡¿QUÉ DEMONIOS?! -gritó un segundo después de ver poner el ojo en el visor y dando un salto para atrás tumbó al telescopio y se cayó al suelo. 
- ¡Oye! ¿Qué te pasa? ¡Ten cuidado con el telescopio!
- ¿¿¿VI-VI-VISTE ESO???
- ¿Qué? ¿La luna?
- Sí-sí-sí, digo, no. Los horribles pulpos que estaban parados en ella. 
- ¿De que hablas? En la luna no hay animales, mucho menos pulpos, ¿estás loco?
- No, no, pero entonces ¿qué fue eso que vi?
- Arena y rocas, en la luna no hay nada más que arena y rocas, así que no pudiste ver nada más, quizás tus ojos o tu mente te jugaron una broma, ¿quieres volver a intentar?
- Sí, sí, quizás tiene razón, quizás como estábamos hablando de los aliens los imagine...
- Ven, ya está listo, vuelve a mirar para que compruebes que no hay nada. 
- ¡Vale!... ¡PERO MIRA, ALLÍ ESTÁN! ¡LOS ESTOY VIENDO! 
- ¿Qué cosa? 
- ¡MIRA! ¡LOS PULPOS! ¡ALLÍ ESTÁN! ¡SALUDÁNDONOS CON SUS TENTÁCULOS! ¡MIRA! ¡MIRA! -gritó, cediéndole el telescopio. 
- ¡Déjame ver! ... ¡Ay, ya! Deja de bromear, que ahí no hay nada. 
- ¡¿CÓMO QUE NO HAY NADA?! -preguntó, quitando a su amigo del telescopio para ver de nuevo-. ¡ALLÍ ESTÁN PARADOS!
- A ver... -dijo, algo obstinado, empujando a su amigo a un lado para poner su ojo en el telescopio-. No, nada, y ya para que no es gracioso.
- No, tú para, estoy seguro que puedes verlos y me estás tomando el pelo. 
- ¡Si ahí no hay nada! -gritó exasperado. 
- ¡¿Y los pulpos, que?! -replicó.
- ¡NO HAY PULPOS! -vociferó, empezando a discutir.
- ¡Sí hay...
...
...

Mientras tanto, en el lado oscuro de la luna, los alienígenas se destornillaban de la risa con la broma que le estaban gastando a los humanos.

Fin.

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