481 - Víctima de la vida y del amor.

Sir Helder Amos | lunes, abril 30, 2012 |
Cuando finalmente había recogido y pegado todas las piezas de su corazón y empezaba a disfrutar de nuevo la vida y a sentirse a gusto con su soltería, llegó aquel hombre alto y moreno a arrebatarle su remendado corazón de sus delicadas manos.

Cuando empezó amar y a disfrutar cada momento que pasaba con este hombre, él rompió su corazón  de nuevo y la dejó sola con la ardua tarea de recoger y pegar  las miles de piezas en la que había partido su corazón  para que el próximo hombre en la cola viniera a romperlo de nuevo.

Fin.

480 - El misterio de la habitación de Toby.

Sir Helder Amos | domingo, abril 29, 2012 |
Cuando la Señora Walden se detuvo encima de la alfombra que decía “Bienvenido” para abrir la puerta de su casa, se dio cuenta de que la cerradura había sido forzada y que la puerta estaba entreabierta.

Al entrar a su casa, la Señora Walden sintió que el mundo se le derrumbaba a sus píes, su limpia y perfecta casa estaba hecha un desastre; muy asustada la Señora Walden empezó a llamar a su hijo Toby mientras examinaba la casa.

- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras examinaba la cocina y caminaba sobre los restos de los platos rotos que se encontraban esparcidos por el suelo.

- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras examinaba la sala de estar y veía todos sus muebles desgarrados, las sillas del comedor rotas y la mesita que estaba llena de fotos familiares partida por la mitad.

- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras subía las escaleras, apoyándose en la pared, porque además de que le faltaban algunos escalones, la barandilla estaba hecha pedazos.

- ¡¿Toby?! ¿Estás aquí? - Lo volvió a llamar cuando alcanzó la habitación de su pequeño y cuando puso su mano en la perilla...

- No entres allí mami...

- ¡TOBY! - Gritó la Señora Walden de emoción al darse la vuelta y encontrar a su pequeño parado en medio del corredor, señalando su habitación, todo sucio y despeinado.

- No entres allí mami - Seguía repitiendo Toby mientras su mamá lo abrazaba y lo besaba - No entres allí mami...

- ¿Estas bien hijo? ¿Qué pasó aquí? - Le preguntaba la Señora Walden a su hijo, tratando de obtener una explicación de lo que le había sucedido a la casa.

- No entres allí mami...

- Pero ¿por qué hijo? ¿Qué hay allí dentro?

- No entres allí mami...

La Señora Walden, si ni siquiera tomarse un segundo para indagar lo que había en la habitación de su pequeño, tomó a su hijo, lo montó en el carro y se fueron lo más lejos que pudieron de ese lugar, y todavía hoy, quince años después, la Señora Walden escucha a su hijo decir “No entres allí mami...” cada vez que éste está teniendo una pesadilla.

Fin.



479 - El Centavo de la Suerte.

Sir Helder Amos | viernes, abril 27, 2012 |
Un joven que caminaba por la calle, se encontró un centavo boca abajo tirado en el suelo, y muy emocionado, le dio la vuelta, dejándolo donde estaba para que la persona que viniera detrás de él lo encontrara y tuviera un poco de suerte extra.

Miles de personas pasaron ese día por la misma calle, de las cuales solo unos cientos de ellas vieron el centavo boca arriba tirado en el suelo; pero ninguna de ellas tuvo la molestia de detenerse a recogerlo por falta de tiempo, pereza o solo porque hoy en día un centavo no vale nada.

El día siguiente, el joven al caminar por la misma calle, se encontró un centavo boca arriba tirado en el suelo y muy emocionado, lo recogió y se lo guardó en el bolsillo sin poder creer lo afortunado que era por haberse encontrado un centavo de la suerte en los tiempos tan difíciles en los que estamos viviendo.

Fin.

478 - Muerta en vida.

Sir Helder Amos | jueves, abril 26, 2012 |
Cuando estaba a su lado, su corazón dejaba de latir y sentía que ascendía al cielo, donde solo él y ella existían.

Fin.

477 - En la sala de espera.

Sir Helder Amos | jueves, abril 26, 2012 |
Compartían miradas tímidas y una que otra sonrisa desde el otro lado de la Sala de Espera, quizás estaban hechos el uno para el otro, o quizás se hubieran convertido en enemigos de por vida; pero eso nunca lo supieron, porque ninguno de los dos tuvo el coraje necesario para levantarse y decir un simple 'Hola'.

Fin.

476 - Ejercitando.

Sir Helder Amos | miércoles, abril 25, 2012 |
Con cada movimiento sentía que le prendía fuego a toda la grasa que tenía almacenada en su cuerpo, y disfrutaba viendo como ésta se quemaba lentamente, riéndose de sus gritos que pedían ayuda y compasión.

Fin.

475 - Desahogo.

Sir Helder Amos | martes, abril 24, 2012 |
Un día, una nube blanca se le acercó a una nube gris y le preguntó:

- ¿Por qué estas tan gris?
- Porque... ... ...

Y a medida que la nube gris empezó a hablar de su vida y sus problemas, no se pudo contener y empezó a llover; la nube blanca al ver lo devastada que estaba la nube gris, la abrazo haciendo que su contacto crearan truenos ensordecedores.

La nube gris, a medida que seguía hablando y lloviendo, se daba cuenta de que quizás todo no estaba tan mal como ella pensaba y para cuando terminó de contarle a la nube blanca todos sus problemas, se dio cuenta de que sus gotas se habían acabado y que su color grisáceo se había aclarado.

Y juntas se fueron a observar el arcoiris que las gotas de lluvia habían creado.

Fin.

474 - Pasando el Dolor de Cabeza.

Sir Helder Amos | lunes, abril 23, 2012 |
Imaginé a mi mamá entrar a mi habitación y que me encontraba muerto, sin cabeza y con los restos de mis sesos esparcidos por toda la habitación manchada de sangre; la imaginé gritar y salir corriendo pidiendo ayuda.

Imaginé a los señores de la morgue recoger mis restos y luego tratar de armar nuevamente mi cabeza, como si fuera un rompecabezas, mientras me preparaban para mi velorio.

Me imagine a mis familiares y amigos llorando frente a mi urna, que siempre se mantuvo cerrada debido a lo horrible que había quedado después de que me hubieran cosido y pegado nuevamente mi cabeza, a la cual todavía le faltaban pedazos de piel y carne que no se pudieron recuperar.

Me imaginé el entierro en un día lluvioso, donde todos se salpicaban sus zapatos negros brillante de barro opaco y sucio.

Y cuando imaginé que todo había acabado y que ya estaba tres metros bajo tierra, me di cuenta de que ya no me dolía la cabeza.

Fin.

473 - El Dolor de Cabeza.

Sir Helder Amos | domingo, abril 22, 2012 |
A pesar de haberse tomado un par de pastillas, sentía como si su cabeza fuera a explotar en cualquier momento y que sus ojos y sus sesos saldrían volando por toda la habitación, manchando todas las paredes y ventanas de sangre.

Fin.

472 - Mi hijo el Carpintero.

Sir Helder Amos | sábado, abril 21, 2012 |
Me ponía los pelos de punta verlo trabajar y crear los más bellos ataúdes de madera, porque sabía que si cometía el más ligero error y una estaca o astilla de madera se le clavara en el corazón lo convertiría en polvo en menos de un segundo y lo perdiera para siempre; pero el brillo que emitían sus ojos al trabajar la madera, hacían valer la pena el riesgo.

FIN.

471 - La mujer araña.

Sir Helder Amos | viernes, abril 20, 2012 |
No podía escalar paredes, ni lanzar telaraña por sus brazos, ni mucho menos tenía un sexto sentido arácnido; pero cada vez que salía embarazada mataba al procreador de la criatura, y se lo comía poco a poco para estar bien alimentada durante los 9 meses de gestación.

Fin.

470 - Encuentro cercano.

Sir Helder Amos | jueves, abril 19, 2012 |
Desde el otro lado del bar, la viuda del pueblo, divisó a su próxima víctima: Un hombre de belleza inimaginable, de tez blanca un poco bronceada por el sol, con cabellos cenizos, ojos azules como el mar y una sonrisa que podía cautivar hasta a la misma Virgen María.

La viuda, hambrienta, se acercó a él, y tras varias cervezas y una charla amena, logró llevárselo para su casa.

Al llegar, se fueron directamente a la habitación de la viuda, donde empezaron a besarse y a tocarse apasionadamente, la viuda no podía creer que iba a tener a semejante hombre, aunque fuera solo por una noche.

Después de varios minutos besándose, la viuda sintió como un líquido pastoso bajaba por su garganta y de un empujón alejó al hombre de ella, para ver horrorizada como este estaba vomitando un líquido marrón viscoso, y que por sus fosas nasales, en cambio, le salían chorros y chorros de un liquido naranja claro, mientras que sus ojos emitían una luz muy brillante que aumentaba con cada segundo que pasaba.

La viuda no podía creer lo que estaba presenciando y antes de poder huir, quedó cegada por aquella brillante luz proveniente del hombre en frente de ella, perdiendo el conocimiento.

Al despertar en su cama, la viuda creyó, aliviada, que todo había sido una horrible pesadilla, pero al levantarse, sintió como sus píes pisaban aquella asquerosa sustancia marrón viscosa que había salido de la boca de aquel hombre y antes de volver a desmayarse, vio como en el alféizar de la ventana habían marcas de lo que parecían unas gigantescas garras.

Fin.

469 - Por la puerta trasera.

Sir Helder Amos | miércoles, abril 18, 2012 |
Entró sigilosamente tratando de no hacer ningún ruido para no despertar a su esposa a tan altas horas de la noche; pero su gran esfuerzo falló al tropezar estrepitosamente con las maletas que ella le había dejado preparadas para que se fuera de la casa.


Fin.

468 - Pirañas.

Sir Helder Amos | martes, abril 17, 2012 |
Me asomé por el borde de la canoa y vi a estos pececitos nadando revoltosamente debajo de nosotros, y me voltee hacia a mi guía, que se encontraba parado detrás de mi, guiando la canoa con una larga rama de un árbol, para decirle:

- Me dices, que si me caigo de la canoa, me devorarían en cuestión de segundos, ¿No?
- Sip.

Cuando ya estábamos a pocos metros de llegar a nuestro destino y noté que ya no necesitaría más a mi guía, lo empujé por la borda y vi como las pirañas se lo comían.

Me había mentido, las pirañas tardaron más que un par de segundos para devorárselo, de hecho, se tardaron aproximadamente 5 minutos.

Fin.

467 - Un sueño realista.

Sir Helder Amos | lunes, abril 16, 2012 |
Entré corriendo al baño, ya no aguantaba más, como pude me  bajé el cierre de mis pantalones y cuando empecé a orinar... desperté de un brinco, estaba soñando, todo fue un sueño, estaba soñando pero...

¡Oh no! ¡No otra vez!..

Fin.

466 - La receta de la abuela.

Sir Helder Amos | domingo, abril 15, 2012 |
Mientras me escribía la receta, mi abuela dejó por fuera, intencionalmente, el ingrediente secreto que le daba tanto gusto a sus comidas, para que las futuras generaciones siempre la recordaran diciendo:

“A pesar de que seguí la receta al píe de la letra y me quedó exquisita la comida, todavía no me quedó tan deliciosa como le quedaba a la abuela”

Fin.

465 - Una broma mortal.

Sir Helder Amos | sábado, abril 14, 2012 |
Desprevenido, agarré a mi mejor amigo por la espalda y le susurré al oído: “Esto es un atraco.” y sin dudarlo ni un momento, ni darse cuenta de que era yo, sacó su pistola y me disparó en la cabeza.

Fin.

464 - La canica misteriosa.

Sir Helder Amos | viernes, abril 13, 2012 |
Mientras leía, escuché nuevamente la canica caer y rodar en el piso arriba; y molesto, debido a la constancia con que este evento sucedía, me puse mis pantuflas de cocodrilo y subí a quejarme con la vecina que nunca antes había tenido la oportunidad de conocer.

Después de tocar el timbre varios minutos, salió una viejita en andadera, medio dormida, que se sorprendió al verme a su puerta, y tras explicarle el motivo de mi visita, me hizo saber que ella no era la que dejaba caer la canica y que al igual que yo, ya estaba cansada del ruido que provocaba, así que decidimos ir juntos a quejarnos al piso de arriba; pero el inquilino del piso de arriba tampoco era el causante de tal molesto sonido.

Y poco a poco nos fuimos reuniendo todos los vecinos, subiendo piso tras piso, tratando de encontrar al culpable que dejaba caer la canica y creaba tan molesto sonido, hasta que finalmente, los 26 inquilinos del edificio, deseosos de ponerle un alto al ruido que nos molestaba, llegamos al ultimo piso del edificio, que para nuestra sorpresa se encontraba deshabitado.

Fin.

463 - La pesadilla.

Sir Helder Amos | jueves, abril 12, 2012 |
Se pellizcaba y se pellizcaba a sí mismo para ver si así se despertaba y volvía a encontrarse sano y salvo en la comodidad de su cama.

Fin.

462 - El osito de peluche feo.

Sir Helder Amos | miércoles, abril 11, 2012 |
Desde que fue elaborado, hace un par de años, ha permanecido sentado en el mismo lugar del estante donde es exhibido para su venta, viendo como miles de niños elegían llevarse a casa y darle amor y cariño a los otros ositos de peluche que eran más bonitos que él, generándole un gran deseo tener vida propia para poder quemar a todos los ositos de peluche bonitos y matar a todos aquellos niños y adultos que en algún momento u otro de su estancia en la juguetería lo han despreciado.

Fin.

461 - Un hombre bien dotado.

Sir Helder Amos | martes, abril 10, 2012 |
- Toma...
- ¿Qué es esto?
- La tarjeta del mejor ginecólogo de la ciudad.
- ¿Y para que me das...?
- Porque cuando terminemos, necesitaras una reconstrucción vaginal.

Fin.

460 - Una señal del cielo.

Sir Helder Amos | domingo, abril 08, 2012 |
Mientras caminaba desesperanzado por la calle mirando el cielo, pidiendole al Señor una señal que me diera esperanzas y que me motivara a seguir adelante con mi vida; ví a aquella preciosa paloma blanca volando directamente hacía mi...

¿Era esa mi señal? ¿Acaso el Señor estaba escuchando mis suplicas?..

Y cuando empece a sonreír y a pensar que mi vida estaba por empezar a cambiar, fue cuando sentí caer en mi cabeza el cálido y pastoso mensaje que la hermosa paloma blanca me traía desde el cielo.

Esa era mi señal.

Fin.

459 - Una propuesta peligrosa.

Sir Helder Amos | domingo, abril 08, 2012 |
Y allí estaba ella, ahogándose con el anillo de compromiso que él le había escondido en su copa de champaña.

Fin.

458 - El poeta.

Sir Helder Amos | sábado, abril 07, 2012 |
Recitaba sus versos a todo pulmón en el gran y agitado centro, con una calavera en la mano y derramando una o dos lagrimas de vez en cuando debido a los recuerdos que sus letras le traían, su plan era cambiar el mundo con sus poemas,  tocando uno a uno de los corazones de los transeúntes que por allí pasaban; pero lamentablemente, nadie lo escuchaba.

Fin.

456 - El aventón.

Sir Helder Amos | miércoles, abril 04, 2012 |
- Hola guapo, ¿Te llevo?
- ¿A donde?
- No se, a donde quiera que tu vayas.
- Bueno, de hecho, yo voy camino al infierno...
- Montante entonces, porque para allá es exactamente hacía donde yo me dirijo.

Fin.

455 - Encadenado.

Sir Helder Amos | miércoles, abril 04, 2012 |
Quería salir corriendo y conocer el mundo, pero su teléfono inteligente todavía no estaba completamente cargado.

Fin.

454 - Cumpliendo su palabra.

Sir Helder Amos | lunes, abril 02, 2012 |
- ¡Dejame ir!
- ¡NO!
- ¡Dejame ir! - le repetí trantando de apartarme de él.
- ¡NO! - me volvió a reponder - Yo te prometí que nunca más te volvería a dejar ir - me dijo, apretando más su cuerpo, que empezaba a arder en llamas, contra el mio.

Fin.

453 - Manuela.

Sir Helder Amos | lunes, abril 02, 2012 |
Es el nombre que hoy lleva mi hija en honor a todas aquellas noches de insomnio largas y frias que pasé solo antes de conocer a mi amada esposa.

Fin.

452 - El sacrificio, o, el salvador de la cosecha.

Sir Helder Amos | domingo, abril 01, 2012 |
Inmovíl, después de que le hubieran roto la columna vertebral, no sentia su cuerpo ni dolor alguno; siendo los ultimos latidos de su corazon en las manos del sacerdote elevadas en el aire la ultima cosa que vio antes de ascender directamente al mundo de los Dioses.

Fin.