Recitaba sus versos a todo pulmón en el gran y agitado centro, con una calavera en la mano y derramando una o dos lagrimas de vez en cuando debido a los recuerdos que sus letras le traían, su plan era cambiar el mundo con sus poemas, tocando uno a uno de los corazones de los transeúntes que por allí pasaban; pero lamentablemente, nadie lo escuchaba.
Fin.
Comparte este Post: