Al entrar a su casa, la Señora Walden sintió que el mundo se le derrumbaba a sus píes, su limpia y perfecta casa estaba hecha un desastre; muy asustada la Señora Walden empezó a llamar a su hijo Toby mientras examinaba la casa.
- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras examinaba la cocina y caminaba sobre los restos de los platos rotos que se encontraban esparcidos por el suelo.
- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras examinaba la sala de estar y veía todos sus muebles desgarrados, las sillas del comedor rotas y la mesita que estaba llena de fotos familiares partida por la mitad.
- ¡¡¿Toby?!! - Lo llamó, mientras subía las escaleras, apoyándose en la pared, porque además de que le faltaban algunos escalones, la barandilla estaba hecha pedazos.
- ¡¿Toby?! ¿Estás aquí? - Lo volvió a llamar cuando alcanzó la habitación de su pequeño y cuando puso su mano en la perilla...
- No entres allí mami...
- ¡TOBY! - Gritó la Señora Walden de emoción al darse la vuelta y encontrar a su pequeño parado en medio del corredor, señalando su habitación, todo sucio y despeinado.
- No entres allí mami - Seguía repitiendo Toby mientras su mamá lo abrazaba y lo besaba - No entres allí mami...
- ¿Estas bien hijo? ¿Qué pasó aquí? - Le preguntaba la Señora Walden a su hijo, tratando de obtener una explicación de lo que le había sucedido a la casa.
- No entres allí mami...
- Pero ¿por qué hijo? ¿Qué hay allí dentro?
- No entres allí mami...
La Señora Walden, si ni siquiera tomarse un segundo para indagar lo que había en la habitación de su pequeño, tomó a su hijo, lo montó en el carro y se fueron lo más lejos que pudieron de ese lugar, y todavía hoy, quince años después, la Señora Walden escucha a su hijo decir “No entres allí mami...” cada vez que éste está teniendo una pesadilla.
Fin.
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