- ¡NO!
- ¡Dejame ir! - le repetí trantando de apartarme de él.
- ¡NO! - me volvió a reponder - Yo te prometí que nunca más te volvería a dejar ir - me dijo, apretando más su cuerpo, que empezaba a arder en llamas, contra el mio.
Fin.
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