1019 - Juegos Macabros: El escondite.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 29, 2016 |
- Noventa y ocho... Noventa y nueve... Y... ¡Cien! -gritó, quitándose la banda de los ojos-. ¡Listos o no, allá voy! -anunció, mientras verificaba y cargaba la pistola-. Y recuerden, al que encuentre, PIERDE.

Fin.

1018 - El murciélago.

Sir Helder Amos | viernes, agosto 26, 2016 |
Cuando el padre escuchó el grito aterrado de su hijo, corrió a su habitación para ver lo que sucedía y, cuando entró en ella, preguntó exaltado:

- ¡¿Qué pasó, tesoro?! ¡¿Estás bien?!
- ¡Hay un murciélago en la habitación! -gritó el niño, quien estaba sentado en su cama, escondido debajo de las sábanas-. ¡Entró por la ventana y está volando por toda la habitación! -explicó el niño, asomando un poco la cabeza por entre la sábanas para ver a su padre.
- ¡Oye, qué susto nos has pegado! -empezó a reprimirlo el padre-. Pensamos que te había sucedido algo, No tienes que ponerte así por un murciélago, esos son animalitos indefensos que son atraídos por la luz de tu habita... ¡AAAAAAHHH!!

Pero mientras decía eso, el murciélago voló y aterrizó justamente en el cuello del padre, quien pegó un grito aterrado y, después de quitarse el animal con un manotazo, corrió a esconderse debajo de las sábanas junto a su pequeño.

Al día siguiente, al amanecer, cuando el murciélago se hubo marchado y la madre fue a la habitación de su hijo para despertarlo para ir a la escuela,  encontró  a sus dos pequeños dormir acurrucados debajo de las sábanas y sonrió cariñosamente.

Fin.

1017 - Sueño de opio.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 22, 2016 |
Al escuchar al gato rasguñar la puerta, la abrió para dejarlo pasar; pero cuando miró de nuevo, su gato se había convertido en un gran león dorado como el sol. Cegado por el gran brillo del animal, salió corriendo a la calle para que la oscura noche aliviara sus ojos pero, en cambio, vio aterrado cómo cientos de ojos lo observaban cómo estrellas desde el cielo, así que empezó a correr bajo la noche y a huir de aquellas atemorizantes miradas, siguiendo el misterioso camino amarillo que se formaba debajo de sus pies con cada paso que daba, esquivando y saltando los fetos, calaveras y animales muertos que aparecían súbitamente en su camino; hasta que, de pronto, el camino se desvaneció y, a pesar de haber pegado un gran salto, cayó.

Cayó y pegó un brinco en el sofá en el que se había quedado dormido; despertando sudoroso y ajetreado, tomó la pipa de la que había estado fumando y botó su contenido, prometiéndose no fumar opio más nunca en su vida.

Fin.

1016 - El mal capitán.

Sir Helder Amos | martes, agosto 16, 2016 |
Cuando los sobrevivientes del naufragio vieron al capitán del barco acercarse nadando a la isla donde se refugiaban, lo miraron con desprecio y pensaron: "Si hubiera sido un buen capitán se hubiera hundido con el barco."

Fin.

1015 - La pepita

Sir Helder Amos | domingo, agosto 14, 2016 |
Incapaz de creer lo que veían sus ojos, el hombre tomó la pepita entre sus manos y le gritó a su compañero que estaba a unos cuantos metros río arriba:

- ¡Hey Jim! ¡Encontré una!
- ¡Yo también! -gritó su amigo y los dos hombres compartieron una mirada de emoción y satisfacción, porque ambos habían dedicado toda su vida a buscar oro en aquel frío y sonoro río.

De regreso a casa, los dos hombres solo hablaron de lo suertudos que habían sido al encontrar esas pepitas de oro y que de ahora en adelante sus vidas cambiarían drásticamente. Sin embargo, cuando sus caminos se separaron, Jim guardó su pepita en el bolsillo de su camisa y al llegar a casa, antes de poder darle la gran noticia  su familia, sus dos hijos saltaron sobre él para que jugara con ellos y, cuando finalmente logró acostarlos a dormir, terminó de pasar la velada escuchando las anécdotas que le tenía esposa, quien lo esperaba con la cena calientita sobre la mesa.

Al día siguiente, Jim regresó al río y al escuchar a los demás compañeros hablar de que su amigo había vendido su pepita por una gran suma de dinero, que había abandonado el pueblo y que se había mudado a una gran ciudad, recordó la pepita que él también había encontrado y que tenía guardada en su bolsillo.

Saliéndose del río y sentándose a sus orillas, Jim tomó la pepita entre sus manos y, luego de quedarse con la vista fija en ella por unos segundos, la lanzó de regreso al agua.

Fin.

1014 - El gemelo.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 11, 2016 |
Mientras la dama limpiaba sus joyas plácidamente, su amiga irrumpió en su habitación, agitada, y le dijo:

- Amiga, siento mucho ser la que te diga esto, pero tienes que saberlo, tu esposo te es infiel.
- ¿De qué hablas? -preguntó la dama, tomando de su cofre de joyas su más reciente collar de perlas y empezando a pulirlo concentrada y delicadamente.
- ¡Mira! -anunció la amiga, mostrándole una foto en su teléfono.
- Ese no es él -dijo la dama, echándole un vistazo rápido al teléfono-. Mi esposo es fiel.
- ¿Segura? ¡Míralo bien! ¿Ese no es tu esposo besando a esa otra mujer?
- No, ese es su hermano.
- ¡Pero son idénticos!
- Sí, son gemelos -respondió la dama con una gran sonrisa, porque sabía que era muy probable que esa noche su esposo regresaría a casa con un par de aretes que hicieran juegos con su collar de perlas-. Mi esposo sería incapaz de hacerme una cosa cómo esa.

Fin.

1013 - El ajuste de cuentas.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 08, 2016 |
- ¿Y si no paga, jefe?
- Hacemos que pague -respondió el prestamista fríamente, antes de aspirar de su tabaco.
- ¿Cómo? ¿Lo golpeamos? ¿Lo torturamos? ¿Lo matamos?
- No, a él no, ni con el pétalo de una rosa -respondió el prestamista, exhalando el humo de su tabaco-. Hay que hacerlo sufrir y arrepentirse por haberse metido conmigo, pero golpearlo y matarlo directamente sería muy compasivo. Así que, en cambio, lo tomaremos con su familia: sus padres, su esposa, sus hijos. Vamos a ir eliminándolos uno a uno, poco a poco, para que sufra con cada pérdida hasta que no pueda más y él mismo acabe con su vida.

Fin.

1012 - La solución.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 04, 2016 |
Cuando Cindy recibió el mensaje de su amiga que decía: "Tráeme una botella, terminé con mi novio". Salió corriendo cómo alma que lleva el diablo a visitar a su amiga.

- ¡Amiga! ¡Llegué!
- ¡Cindy! -exclamó su amiga al abrir la puerta- ¡¿Y la botella?!  -le preguntó extrañada, al ver que había llegado con las manos vacías.
- No la compré, te traje esto, en cambio.
- ¿Un libro? -inquirió la chica, abriendo el paquete-. "Cómo superar a tu ex"... ¡Ay! Gracias amiga, pero sabes que no me gusta leer, además -añadió, lanzando el libro a un lado-, ahorita lo único que quiero es beber, emborracharme para ahogar mi dolor con alcohol.
- Por eso mismo te traje el libro en vez de una botella -explicó Cindy, recogiendo el libro-. Porque cuando acabes la botella seguirás sufriendo de tu mal de amores, en cambio, para cuando acabes de leer el libro, al menos conocerás algunas herramientas para poder superarlo.

Fin.