1347 - La Peor Tormenta

Sir Helder Amos | jueves, agosto 29, 2019 |
Despertó exaltado y sudoroso, el estruendo de la tormenta había interrumpido su sueño, pero cuando se asomó por la ventana vio que el sol brillaba y que hacía un día hermoso. Sin embargo, cuando cerró los ojos, volvió a escuchar el silbido del viento y los truenos retumbar en su cabeza.

- ¡Oh, no! -balbuceó, soltando un triste suspiro, porque estaba seguro que aquella tormenta, la peor de todas, se acercaba.

Fin.

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1346 - El Matador de Moscas

Sir Helder Amos | martes, agosto 27, 2019 |
En medio del bosque, en un claro muy difícil de acceder, había una pequeña aldea llena de hombres y mujeres trabajadores que vivían feliz venerando a los diferentes dioses y espíritus del bosque. Pero un día, mientras todos los aldeanos estaban en misa, vieron como el Sacerdote mató siete moscas de un solo ataque con su libro de oraciones.

Instantáneamente, el cielo se oscureció y de él descendió una gigantesca y grotesca mosca que, al ver a sus siete súbditos muertos, maldijo a la aldea con una plaga de moscas que nunca los dejaría comer, dormir ni vivir en paz. Y luego, ascendió a los cielos y desapareció tan rápido como había llegado.

Los aldeanos se sintieron aterrados, muchos gritaban de horror mientras otros se desmayaban; pero entre ellos había un joven que amaba matar moscas y, como odiaba su trabajo pastoreando las ovejas, se paró en frente de todos y les dijo:

- Aldeanos, no temáis, yo os propongo que de ahora en adelante, dejar mi trabajo de pastor y, en cambio, convertirme en matador de moscas, para librarnos de tan terrible maldicion.

Los aldeanos aceptaron la propuesta del joven y fue librado de su trabajo de pastor. Y desde ese mismo momento, en el cual cientos y miles de moscas empezaron a llegar, zumbando, por la aldea, tomó su mata moscas para comenzar la matanza.

Al día siguiente, todos los aldeanos se reunieron a lo que salió el sol y el joven anunció.

- El día de ayer maté más de dos mil moscas.

Y los aldeanos los aplaudieron y lo felicitaron. Pero esas dos mil no fueron suficiente, porque así como las mataba, más moscas llegaban zumbando a la aldea.

El segundo día, el joven mató más de 7 mil moscas y el tercero más de 13 mil, ante tales números los aldeanos lo aplaudían y felicitaban por su trabajo.

Pero a medida que pasaban las semanas y las moscas no se acababan, los aldeanos empezaron a quejarse del joven porque, al verlo divertirse y disfrutando tanto matar moscas todo el día, alegaron que no hacía más que jugar con las moscas sin hacer nada productivo par la aldea. De tal forma, acordaron que como su trabajo de matador de moscas no era suficiente contra la maldicion de la mosca gigante, el joven debería regresar a su antiguo trabajo de pastor o de lo contrario debería dejar la aldea, porque ellos no podían albergar a alguien sin trabajar.

Al escuchar la decisión de los aldeanos, el joven se sintió ofendido, porque a pesar de que era cierto que él se divertía haciendo su trabajo de matador de moscas, no era una labor fácil matar más de 16 mil moscas al día. Así que decidió dejar la aldea y no volver nunca más.

Los aldeanos expulsaron al joven de la aldea y luego celebraron su partida, porque según ellos se habían librado de un “aprovechado”. Pero a medida que las horas pasaban, lo empezaron a echar de menos, porque las moscas seguían llegando a la aldea y, sin nadie que las matara, sumaban y sumaban más a cada momento.

Al día siguiente, los aldeanos se arrepintieron de su decisión en contra del joven al verse inundados de moscas, y algunos fueron a buscarlo al bosque para pedirle que regresara, pero sin importar cuanto lo buscaran o llamaran, no lo encontraron y ninguno de los otros aldeanos era tan bueno matando moscas como lo era el joven que se había ido.

Eventualmente, fueron tantas las moscas que llegaron a la aldea que poco a poco todos fueron muriendo por accidentes por que las moscas no los dejaban ver, enfermedades que las moscas traían, y hasta asfixia, porque eran tantas las moscas que habían llegado a la aldea que se le metían en la boca y la nariz a la gente y no los dejaban respirar.

Así que de la aldea no quedó nada, porque las moscas se devoraron todo. Y respecto al joven matador de moscas, nadie sabe qué pasó con él luego de que dejó la aldea.

Fin.

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1345 - El Apocalipsis Alienígena

Sir Helder Amos | viernes, agosto 23, 2019 |
En solo cuestión de segundos, las nubes se disiparon y 7 gigantescas naves espaciales 🛸 aterrizaron alrededor de la tierra en Canadá, Francia, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.

Lo cual causó gran conmoción a la población, todos estaban aterrados, esperaban lo peor. Durante los primeros días, representantes de cada país intentaron comunicarse con las naves y sus posibles tripulantes alienígenas, pero sin importar los medios de comunicación que usaran, ni los diferentes lenguajes o códigos conocidos por los humanos, no pudieron establecer un contacto.

A medida que pasaban los días y las semanas, la población sintió más y más miedo y ansiedad, porque temían que en cualquier momento las naves podrían empezar un ataque tan fugaz como su aparición y acabar con la tierra, o peor aún, con la humanidad en un abrir y cerrar de ojos. Por esto, millones de personas empezaron a protestar por todo el mundo, para que los gobiernos y la milicia tomaran cartas en el asunto para expulsar las naves alienígenas del planeta.

Guiados por el miedo y la presión social, los gobiernos de los paises decidieron atacar las naves alienígenas, primero intentaron dispararle balas. Pero el material con el que estaban hechas, era un metal muy extraño y fuerte, que hizo que las balas rebotaran y, en cambio, hirieran a quienes habían disparado.

Al ver lo sucedido, los gobernantes se tomaron este suceso personal y consideraron que los alienígenas los estaban retando, a pesar de que no se había detectado ningún movimiento o contraataque de parte de las naves. Así que organizaron un segundo ataque, esta vez con misiles y explosivos, pero al igual que el primer ataque, todo lo que dispararon y lanzaron a las naves alienígenas rebotó y cayó sobre los tanques y bases militares desde donde las habían atacado.

Enojados, por lo que había pasado, los gobernantes sentían que los alienígenas se estaban burlando de ellos, de tal forma, para tratar de reír de último, organizaron un gran ataque nuclear, con el que estaban seguros que destruirían las naves invasoras y salvarían el planeta.

Sin embargo, igual que como había pasado con los misiles y los disparos, cuando lanzaron las bombas y misiles nucleares contra las naves alienígenas, estas rebotaron y cayeron sobre la tierra, destruyendo todo y acabando hasta con el más mínimo rastro de la humanidad.

Fin.

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1344 - La Persona Tóxica.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 21, 2019 |
De pronto, mientras hablábamos, cambió de tema bruscamente y me dijo:

- A mi no me gustan las personas tóxicas, yo a las personas tóxicas las elimino de mi vida.

Yo no entendí a que se refería con el término de “personas tóxicas”, pero me sorprendió mucho al ver que cada vez que lo utilizaba, de su boca salía un viscoso líquido de color verde brillante.

- Las personas tóxicas lo único que hacen es criticar y no traen nada más que chismes y cosas negativas a tu vida, por eso a las personas tóxicas yo ni les hablo.

Continuó diciendo, esta vez, además de por su boca, por sus ojos empezó a brotar el mismo líquido viscoso cada vez que decía “personas tóxicas”.

- Porque las personas tóxicas te enferman, te contaminan tu ambiente sentimental, y te contagian con su toxicidad. Por eso a las personas tóxicas hay que cortarlas.

Añadió, mientras el líquido verde empezaba a salir también pos su nariz y oídos.

- Cada vez que yo veo a una persona tóxica, me alejo... Disculpame un momento.

Afortunadamente, le repicó el teléfono y yo aproveché la oportunidad para escabullirme y escaparme. Todavía sin entender nada de eso de las “Personas Tóxicas”. Aunque mientras me alejaba, voltié la mirada y lo comprendí todo, porque para entonces ya todo su cuerpo estaba cubierto por aquel viscoso líquido verde brillante.

Fin.

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1343 - El Payaso de los Negocios.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 19, 2019 |
Cuando el payaso entró con sus gigantescos zapatos y nariz roja a la conferencia para los dueños de negocios en quiebra, todos los ejecutivos empezaron a reír al verlo.

De tal forma, cuando el payaso empezó a hablar y los hombres de traje descubrieron que ese sería el ponente, no pudieron aguantar las carcajadas.

El payaso habló de manera formal, sin chistes y, utilizando muchos tecnicismos, dio una clase magistral exponiendo que el éxito de los negocios se aseguraba al aprovechar las oportunidades del mercado. Sin embargo, mientras explicaba esto, todos los presentes se reían y se aflojaban la corbata para reírse aún más de todo lo que el payaso decía, sin prestarle mucha atención.

Antes de finalizar la conferencia, al ver la poca atención que los presentes le prestaban, el payaso decidió mostrarles su cuenta bancaria, y cuando los hombres de negocio vieron la gran cantidad de dinero que tenía el payaso, finalmente se lo tomaron en serio, y le preguntaron ¿cómo había obtenido tanto dinero?

- Aprovechando las oportunidades del mercado -les explicó el payaso, aunque ya les había mencionado eso decenas de veces durante la conferencia.
- Pero, ¿cómo? ¡Si eres solo un payaso! -refutó uno de los hombres, ajustándose su caro reloj en la muñeca.
- Desde que entré a la sala ustedes se han estado riendo mío, ¿no es cierto? -dijo el payaso-. Bueno, desde que era pequeño la gente siempre ha tenido la costumbre por reírse de mí y no tomarme en serio, ¿y yo que hice? En vez de luchar contra la gente y tratar de cambiar su perspectiva de mí, o peor aún, cambiar mi forma de ser para ser tomado en serio, vi en eso una gran oportunidad y me volví payaso. Porque un payaso hace reír a la gente, y si la gente se reía de mí, ¿que mejor y mas fácil forma de hacer dinero que cobrarles por lo que ya hacían? De esa forma, al volverme payaso, me volví muy famoso por hacer reír a la gente, tanto, que las entradas a mis shows se encuentran agotadas hasta el próximo año.

Los ejecutivos se quedaron perplejos, mirándose unos a otros ante el ingenio del payaso.
- ¿Y cómo podríamos identificar las oportunidades de nuestro negocios para ser tan ricos como usted? -preguntó uno.
- Eso ya lo expliqué hace media hora,  mientras ustedes se reían de mi, ahora... -añadió el payaso, sacando un reloj de oro con incrustaciones de diamantes de debajo de su manga-. Si me disculpan, la conferencia se acabó, debo prepararme para mi show que empieza en media hora.

Fin.

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1342 - El Alcohólico NO Anónimo.

Sir Helder Amos | jueves, agosto 15, 2019 |
- ¡¡¡QUIERO BEBER!!! ¡¡¡NECESITO ALCOHOL!!! -gritó, en frente de todos, sin importar lo que pensaran ni lo que dijeran.

Fin.

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1341 - La Silla del Jefe

Sir Helder Amos | lunes, agosto 12, 2019 |
La oficina estaba sola y bajo un haz de luz que entraba por la ventana estaba la silla del jefe, que parecía brillar con todo su esplendor. Todos los hombres que se han sentado en ella han liderado la oficina con inteligencia. Por eso sale a brote la pregunta: ¿la silla hace al jefe o el jefe a la silla?

Si bien es cierto, la silla del jefe es solo un objeto, así que probablemente solo sea un instrumento afortunado en el cual solo los hombres más sabios se han sentado. Aunque, también es posible que esta silla posea inteligencia y que use a los hombres que se sientan en ella para transmitir sus conocimientos y tomar buenas decisiones. Quizás es por eso que sea tan deseada en la oficina y muchos sueñen con sentarse en ella. Porque, a pesar de que todas las sillas de la oficina son iguales: misma marca y mismo modelo, la silla del jefe tiene un no sé qué que la hace diferente.

Fin.

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1340 - El Paso del Hombre.

Sir Helder Amos | viernes, agosto 09, 2019 |
Un día cualquiera un hombre salió a pasear, en su camino se encontró con un hermoso rosal lleno de brillantes rosas rojas y enamorado de su aroma, las cortó, hizo un bouquet y siguió su camino.

Más adelante se encontró con un vid, del cual guindaban varios racimos de suculentas uvas. Al verlas sintió hambre, así que se detuvo y comió y comió, hasta que no dejó ninguna.

Luego, el hombre siguió andando, hasta que tropezó con una gallina que estaba empollando tres huevos y, pensando en el desayuno del día siguiente, los agarró y los guardó cuidadosamente entre las rosas. Sin embargo, antes de seguir su camino, el hombre se quedó pensando un momento y, tras asentir, también agarró la gallina y se la metió abajo del brazo.

El hombre siguió marchando, recolectando todo lo que podía a su paso, hasta que se cansó y cuando volteó la cabeza para mirar el camino de regreso, descubrió que se había convertido en un desierto.

Ese es el paso del hombre por la tierra.

Fin.

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1339 - La Carriola Azul.

Sir Helder Amos | miércoles, agosto 07, 2019 |
Cuando la mujer vio a llegar a su esposo con una hermosa y extravagante carriola azul, se enojó y le preguntó enfurecida:

- ¿Por qué la compraste azul? ¡Si te dije que va a ser niña! ¡NI-ÑA! ¡Tenias que haberla comprado rosada, o ¿acaso no me escuchaste cuando te dije que sería niña?
- Shh, shh, cálmate querida, yo te escuché cuando me dijiste que nuestra bebé será niña.
- ¡¿Entonces por qué compraste la carriola azul?!
- Mi Amor, porque yo soy el que la va a sacar a pasear en la carriola y yo soy hombre, ¡no voy a andar por el parque con una carriola rosada!

Fin.

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1338 - La Vida Extra.

Sir Helder Amos | lunes, agosto 05, 2019 |
De pronto, mientras madre e hijo esperaban que la luz del semáforo cambiara, el niño empezó a gritar y patalear en la parte trasera del vehículo.

- ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás bien?! -Lo cuestionó su madre, preocupada, mirándolo por el espejo retrovisor.
- ¡Se me acabaron las vidas! -chilló el pequeño-. ¡Necesito una vida extra!
- ¡¿Una vida extra?! -le preguntó su madre irónicamente-. ¡Lo que necesitas es UNA VIDA! -sentenció-. ¡A ver, dame esa tablet! ¡No jugarás más con ella por una semana!
- ¡Pero mamá! ¿Por qué? -protestó el pequeño-. ¡No es justo! ¿Y ahora con qué voy a jugar?
- Si quieres jugar, tendrás que hacerlo con los niños de la cuadra. A ver si así consigues la vida extra que tanto necesitas.

Fin.

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1337 - La Fuente de la Felicidad.

Sir Helder Amos | viernes, agosto 02, 2019 |
Había una vez un viajero que, en una de sus tantas travesías, encontró a un viejo moribundo en un camino desolado. Él viajero trató de ayudarlo, pero el viejo ya había aceptado que era su hora de morir. Sin embargo, ante la insistencia del viajero de brindarle ayuda, el viejo le dio un mapa y le reveló su más grande secreto.

- ¡Anda! ¡Ve y disfruta! Ya yo voy de salida en este mundo, pero tú eres un buen hombre, así que espero que tengas una vida muy feliz; pero no le reveles mi secreto a nadie, porque de lo contrario serás muy infeliz -le advirtió el viejo antes de morir.

El viajero esperó a que el viejo muriera y lo enterró al lado del camino. Luego, sacó el mapa y se dirigió al lugar marcado para ver si era verdad lo que le había dicho el viejo. Tras tres días de viaje, el viajero se encontró en un desierto, y tal como lo marcaba el mapa, allí, en el medio de la nada, había una pequeña fuente dorada ⛲️.

El viajero tomó del agua de la fuente e instantáneamente se sintió muy feliz. Así, que regresó a su pueblo natal y, olvidando la advertencia del viejo, le contó a todo el mundo que había encontrado la fuente de la felicidad.

Al principio nadie le creía, pero tras tanto insistir, un par de curiosos decidieron visitar la fuente y cuando regresaron al pueblo, confirmaron el descubrimiento del viajero. Por lo que toda la gente del pueblo viajó a la fuente y se corrió la voz de la existencia de aquella agua que brindaba felicidad.

Sin embargo, no habían bebido del agua de la fuente ni setenta personas cuando la fuente dejó de funcionar. El agua se había acabado. Y todos los pueblerinos, enfurecidos, empezaron a maldecir y a insultar al viajero, por haberlos sacado de su pueblo y de sus oficios en vano.

Desde entonces, tal como lo había predecido el viejo moribundo, el viajero fue muy infeliz, y por más de que año tras año visitaba la fuente para ver si volvía a dar agua, esta siempre estaba seca. Aunque tan pronto el viajero le daba la espalda, la fuente se encendía de nuevo y lanzaba sus chorros de agua hasta el cielo.

Fin.

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