- Puedes checarme el trasero, siento que estoy machada.
Su amigo le echó un ojo y negó ligeramente con la cabeza, al no poder hablar por tener la boca llena.
Minutos más tarde, ella se acerca de nuevo y le susurra:
- ¿Me manché?
- Nop -negó de nuevo su amigo, tras mirarle rápidamente el trasero.
- ¿A qué hora nos vamos? -le preguntó ella, fastidiada-. Por esto no quería acompañarte, vestirme de blanco me pone muy ansiosa cuando estoy menstruando.
- En un ratito nos vamos, -le dijo él-. Gracias por acompañarme, no quería venir solo ni perderme esta fiesta, la comida esta deliciosa.
- ¿Cómo haces para comer y beber tanto? -inquirió, realmente sorprendida-. No has parado de comer de todo desde que llegamos, ¿no te cae mal en el estómago?
- Ja, ja, ja, no, mi estomago es de acero.
Sin embargo, un par de minutos más tarde, él se le acerca a su amiga y le susurra.
- ¿Puedes ver si me manché?
- Ja, ja, ja, muy gracioso -empezó a replicarle ella con sarcasmo, pero al ver el rostro pálido de su amigo se detuvo de inmediato.
- Es en serio -sentenció él.
- ¿No me digas... ? -le empezó a preguntar, incrédula, mientras le echaba un ojo-. ¡Te manchaste!
- ¡VÁMONOS!
Fin.
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