1387 - El Aprendiz del Mago.

Un día, cuando el mago se miro al espejo y descubrió que todo su cabello se había tornado blanco, decidió buscarse un aprendiz a quien enseñarle todos sus trucos y dejarle todo su legado. Segundos después de tomar esta resolución, un pequeño huérfano tocó a la puerta del mago para pedirle un poco de pan. 

Sorprendido por lo poderosa que era su magia, el Mago aprovechó la oportunidad e invitó al pequeño huérfano a vivir con él y convertirse en su aprendiz, quien aceptó de inmediato. Y de esta manera empezó su educación. 

Durante años y años el mago le enseñó a su aprendiz todo lo que sabía sin limitaciones, así que lo instruyó  sobre magia, biología, astrología, astronomía, economía, filosofía, cartomancia, quiromancia, psicología, medicina y, más importante aún le enseñó sobre la vida. 

De tal forma, ese pequeño pasó de ser un huérfano, al joven aprendiz de mago, y este se sentía tan agradecido por todo lo que había recibido, que consideraba que el mago era todo y lo único preciado que tenia en su vida, a pesar de los cientos de regalos y riquezas que este le había dado.

Sin embargo, un día, el mago conoció a una malvada bruja, de la cual se enamoró perdidamente y terminó casándose con ella, pero la bruja en verdad no amaba al mago y solo le seguía la corriente por diversión. Pero el joven aprendiz, al ser tan apuesto y culto, llamó la atención de la bruja, quien trató de seducirlo, incluso bajo la nariz del mago. Pero el joven siempre se resistió a sus encantos. 

Hasta que la malvada bruja se cansó de los continuos rechazos del aprendiz, y sin más preámbulos lo amenazó diciéndole:

- Si no te entregas a mi, haré que el mago té eche y te quite todo lo que te ha dado. 
- Prefiero perderlo todo que irrespetar al maestro -sentenció el joven aprendiz. 
- Muy bien, prepárate, porque no descansaré hasta verte pagar por tu desprecio.

Al día siguiente la bruja cumplió su amenaza, y el mago echó a su aprendiz y le quitó todos los bienes materiales que le había regalado, sin embargo no pudo quitarle su gratitud ni su conocimiento. Así que el joven, en vez de entristecerse, solo se sintió decepcionado al ver que su maestro era dominado por la malvada bruja. 

Lamentablemente, la bruja no se detuvo allí e, incluso después de echarlo, siguió intentando seducir al joven, quien a pesar de perderlo todo siguió siendo leal a su maestro. Desafortunadamente, las tiernas y gratas palabras que el joven utilizaba para referirse al mago lo delataron, y al comprenderlo todo, la bruja lo amenazo una última vez:

- Si no te entregas a mi, destruiré todo lo que te queda. 
- Yo soy un huérfano, el mago me ha quitado todo lo que tenía, así que tus palabras no me asustan, porque no tengo nada que puedas destruir. 
- ¿Estás seguro?
- Sí, yo siempre voy a ser leal a mi gran Maestro. 
- Esta bien, cómo tú quieras, prepárate a perderlo todo. 

Esa misma noche, la bruja envenenó al mago y le cortó la cabeza, la cual hechizó y metió en una caja que envió al joven aprendiz. 

Al recibir el paquete, el joven pegó un grito de dolor al ver la cabeza de su maestro y comenzó a llorar desconsoladamente, abrazando y besando la cabeza de su antiguo maestro. De pronto, entre sus sollozos, la cabeza tomó vida y le preguntó:

- ¿Ahora si lo has perdido todo? 
- ¡Sí, maestro! -gritó, desconsolado el joven- ¡Todo!
- ¿Qué piensas hacer ahora? -le preguntó la cabeza.
- Llorarlo, maestro, llorarlo hasta que se me sequen los ojos -respondió honestamente.
- ¿Y después?
- Recordarlo, maestro, recordarlo todos los días de mi vida con gratitud por su bondad y grandeza. 
- ¿Y no piensas vengarte de quien me hizo esto? 
- ¡No! -sentenció el joven. 
- ¿Por qué? Yo te enseñé todo lo que sabía, así que tu tienes el conocimiento y poder para vengar mi muerte. 
- No, jamás lo vengaría, porque aunque el dolor sea inmenso, usted me enseñó que la venganza es solo una pérdida de tiempo que nunca trae nada bueno. 
- Pero...  -empezó a refutar la cabeza sin poder terminar, porque se quedó sin voz y un pequeño hilo de humo verde salió de su boca.

Sorprendido por lo que vio, el joven aprendiz descubrió el hechizo de la bruja y, a pesar de su dolor, se sintió orgulloso de no haber caído en su última tentación, y al parecer lo mismo sintió el mago, porque cuando el joven volvió a ver la cabeza de su maestro, esta reposaba con una gran sonrisa de satisfacción en su frío y pálido rostro.

Fin.

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