1335 - El 26 Negro.

Después de tanto girar, la esfera se detuvo en el número 3, rojo, y la ruleta se detuvo.

- ¡Casí! -gritó, enojado, dándole un golpe a la mesa, había apostado al número de al lado, el 26, negro-. Esta vez sí... -balbuceó, metiéndose la mano en el bolsillo, pero al sacarla y contar los billetes que le quedaban, volvió a golpear la mesa-. ¡Demonios!

Solo le quedaba el dinero de renta. No podía seguir jugando. Sin embargo, intentó sacar cuentas en su mente, pensando que gastos podía reducir para seguir jugando. Pero nada, los números no le daban.

- Apuesta el dinero de la renta -le dijo una vocecita al oído, y al ver sobre su hombro se encontró con que la voz provenía de un pequeño diablito rojo, aquel que siempre le susurraba que siguiera jugando.

Recontó el dinero.

- No, no, no, no puedo -se dijo.
- ¡Vamos apuéstalo! -insistió el diablito.

Se mordió los labios y vio el número 26, negro.

- ¡Apuéstalo todo! -le dijo una vocecita diferente al otro oído, y al girar la cabeza al otro lado vio al pequeño ángel vestido de blanco, que siempre le decía que dejara el juego y al que nunca le hacía caso.
- ¡¿Qué?! -preguntó confundido- ¡¿Tú también?!.

No lo podía creer. Su angelito le estaba diciendo que apostara, ¿sería una trampa? ¿O acaso, algún tipo de psicología inversa? Si perdía, quedaría en la calle.

- ¡Apuesta! -dijo el diablito.
- ¡Todo! -dijo el angelito.
- ¡Apuéstalo todo! -dijeron ambos al unísono

El eco de voces resonaban en sus oídos, mientras miraba fijamente el 26 negro, hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos.

- ¿Va a apostar?  -le preguntó el croupier.

Contó el dinero de nuevo y sacudió la cabeza.

- No, me retiro -dijo, rindiéndose.

El croupier puso la esfera a girar. Mientras él se paraba y se retiraba, cabizbajo, de la mesa de la ruleta. Pero antes de salir de la sala de juego, lo invadió la curiosidad y volteó la cabeza para ver el resultado de la ruleta.

La esfera ya estaba deteniéndose y cayó con fuerza en el 0, verde, pero no se detuvo y rebotó al 3, rojo, antes de aterrizar en el 26, negro.

- Hubiera ganado -se dijo, bajando de nuevo la cabeza y saliendo del casino.

Fin.

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