- ¿Qué te parece si además del dinero apostamos un beso? -le propuso, pensando que si la suerte no estaba de su lado en el juego, quizás el amor le sonreiría-. Si yo gano te doy un beso, y si tú ganas me das un beso.
La hermosa mujer asintió levemente con la cabeza.
El repartidor dio la señal. Ambos mostraron sus manos.
- ¡Empate! -anunció el repartidor, al ver que, por muy improbable que era, los dos tenían las mismas cartas: un Jack y un 2.
Ambos se quedaron con las ganas.
Fin.
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