- ¡NO, PADRE! ¡NO! OJALÁ QUÉ MI DIFUNTO ESPOSO SE QUEME EN EL INFIERNO Y PAGUE POR TODOS LOS PECADOS QUE COMETIÓ, TODO EL MALTRATO, TODAS LAS HUMILLACIONES, TODAS LAS INFIDELIDADES Y TODO LO QUE ME HIZO SUFRIR EL DESGRACIADO ESE, ¡QUÉ SE QUEME EN EL INFIERNO! ¡QUÉ SE QUEME!
Luego, al darse cuenta de toda la atención que había llamado con la explosión que había tenido, la viuda se arreglo su velo negro con manos temblorosas, se disculpó y salió caminando muy rápidamente por el pasillo central de la iglesia.
Fin.
Comparte este Post: