- Si - respondió ella altivamente.
- Te viene de maravilla, te ves tan elegante, fina y delicada.
- Muchas gracias, me halagas - dijo ella con un tono pretencioso y una sonrisita en los labios; sin ni siquiera inmutarse, un poco, al recordar que para obtener ese vestido, que era el último que quedaba en rebaja, tuvo que jalarse por los pelos y caerse a golpes con otra mujer.
Fin.
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