Cuando la Tara Bruja vio a la mariposa con sus hermosas y coloridas alas quedó fascinada, y aceptó, sin dudarlo por un momento, convertir las alas de la mariposa en oro, a cambio de sus colores.
Así la Mariposa le dio sus colores a la Tara Bruja y ésta convirtió sus alas en oro; pero cuando la Mariposa intentó volar, descubrió que sus nuevas alas de oro eran muy pesadas y que no podía cargar con ellas; pero esto no le importó, porque había obtenido lo que quería, así que la Mariposa pasó el resto de sus días allí, sin moverse, admirando y deslumbrándose con el brillante color dorado de sus nuevas alas de oro.
Fin.
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