- Yo soy inocente, yo intenté protegerla; pero mi mano, mi mano fue más fuerte que yo.
El asesino intentaba defenderse implicando que su mano tenía vida propia y que era ella la que había matado a todas esas personas.
El juez y el jurado estaban confundidos, el hombre sonaba tan inocente; pero las pruebas indicaban que él era el asesino, así que lo mandaron a la guillotina para que pagara por el crimen que había cometido.
El hombre aceptó su condena; pero pidió que antes de que le cortaran su cabeza, le cortaran primero su mano derecha; y el juez apiadándose de su locura aceptó la petición del asesino.
El día de la ejecución, tal cual como se lo habían prometido, le iban a cortar la mano derecha antes de cortarle la cabeza; así que puso su brazo donde debería ir su cuello en la guillotina, y cuando la hojilla calló sobre su muñeca profirió un grito de dolor; pero luego...
- ¡JA! Se los dije, se los dije, no era yo, era mi mano, ¿Ahora si me creen? ¿Ahora si me creen? - gritó emocionado a lo que su mano dio un brinco desde la cesta donde había caído al ser separada de su cuerpo y había empezado a matar a todos los presentes.
Fin.
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