Yo que estaba observando todo esperando en la linea para pagar mis productos, corrí hasta donde estaba la mujer adinerada y dándole un pequeño empujóncito me agaché a recoger las monedas que ella había tirado, ese par de centavos eran justo lo que necesitaba para poder comprarme una leche achocolatada que había dejado en el carrito de compras porque antes no me alcanzaba.
Fin.
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