Su compañero de cuarto lo había estado observando y para tratar de animarlo lo invitó a tomarse un par de cervezas, a lo que él se negó porque no tenía ánimos de salir esa noche; pero su compañero de cuarto alegando que no lo dejaría caer en una terrible depresión o que se volviera una persona amargada con la vida por no encontrarle un significado alguno, lo obligó a salir esa noche y a tomarse un par de cervezas.
Y mientras se tomaba sus cervezas y hablaba con la camarera del bar, su mente todavía estaba en su cuarto, preguntándose cuantas manchas habrían en aquel techo tan sucio.
Fin.
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