Todos los Caballeros, Campesinos y Criados tomaron sus espadas y armaduras, y empezaron a entrenar y a prepararse para optar para el cargo, entusiasmados por un posible combate que demostraría a los demás quien era el mejor y más fuerte hombre del Pueblo.
El día de la prueba, todos los hombres vestían armaduras relucientes y pulcras, cargando con espadas tan afiladas que podrían cortar el viento, pero tanto entrenamiento, armaduras y espadas de nada les sirvió, porque a lo que la Princesa anunció desde su balcón que la prueba mediría su inteligencia, solo el erudito del pueblo que solo vestía una túnica raída se emocionó.
FIN.
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