El domingo siguiente, mientras el Padre profesaba la palabra del Señor, un joven encapuchado y armado entró en el templo gritando: "¡ESTO ES UN ATRACO!" y el Padre sin sorprenderse ni alarmarse por la situación dijo muy calmadamente:
- Hermanos míos, por favor no entren en pánico y colaboren con este Joven que se ha desviado del camino del Señor y recuerden que nuestras vidas son más importantes que cualquier bien material, que Dios siempre sabe por qué hace las cosas y que quizás, en el futuro, repondrá y multiplicará todo lo que hayan perdido hoy.
FIN.
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