Sin embargo, incluso después de muerto, era tan grande su sueño y sus ganas de convertirse en un gran músico que tampoco se rindió y, a medida que su cuerpo se descomponía, empezó a usar su esqueleto como si fuera un xilófono, y su insistencia lo maravilló, porque descubrió que el sonido de sus huesos creaban las más hermosas y peculiares melodías.
Desde entonces, pasó la eternidad siendo el esqueleto más feliz del inframundo, creando música con su cuerpo y viviendo el sueño que no pudo vivir en vida.
Fin.
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