- ¿En serio? -le pregunté, anonadada.
- Sí. ¡Mira! ¡Nuestras plegarias fueron escuchadas!
- Wow... -balbucié, sin poder creerlo.
- ¡Vamos! ¡Anímate, amor! Después de que todos esos doctores me dijeran de que yo era estéril. ¡Esto es un milagro!
- Sí. Sí. Un milagro -anuncié, casi sin palabras, tratando de ocultar la decisión que acababa de tomar.
Fin.
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