Él permaneció en su cama, disfrutando del sonido y los destellos que la tormenta provocaba, mientras trataba de quedarse dormido, teniendo las mejores ideas que nunca se le habían ocurrido; pero que por lo cansado que estaba y lo cómoda que estaba su cama no se levantó a escribirlas para no olvidarlas, porque él pensaba que las recordaría en la mañana.
Al otro día cuando salió el sol, todo el rastro de la gran tormenta que azotó la noche desapareció, y cuando él despertó, todas sus ideas, al igual que las gotas de lluvia, se habían evaporado y esfumado con el sol.
Fin
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