Una vez al mes se despertaba fuera de su cama, en algún bosque cercano con sus ropas rasgadas y llenas de sangre, con trozos de carne entre sus dientes, con la voz ronca y con sus músculos adoloridos...
Le había pasado otra vez, y le seguirá pasando hasta el día que la luna desaparezca.
Le había pasado otra vez, y le seguirá pasando hasta el día que la luna desaparezca.
FIN.
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