1038 - El Príncipe de Fuego y la Montaña de Hielo.

Hace mucho tiempo, en medio del Océano Pacífico, había dos pequeñas islas cercanas, cada una con una gran montaña que alcanzaba los cielos, pero a pesar de su similitud eran muy diferentes, porque eran conocidas como la Isla de Hielo y la Isla de Fuego.

La Isla de Hielo era una isla desierta que fue llamada así porque la gran montaña que había en su centro estaba cubierta por una bella capa de nieve; mientras que la Isla de Fuego era conocida por su montaña rocosa y porque, a diferencia de su vecina, estaba habitada por la gente de fuego, que eran seres muy calientes que emanaban fuego de sus cuerpos.

La Isla de Fuego y su gente eran gobernadas por el Rey de Fuego, quien tenía un único hijo, el Príncipe, que estaba obsesionado con la belleza y blancura de la Montaña de Hielo de la isla vecina. Pero tan pronto el Rey notó el interés de su hijo, le prohibió hablar, mirar y pensar en la Montaña de Hielo, para que no cometiera el mismo error que él había incurrido hace un par de décadas atrás y, en cambio, lo motivó a que siguiera sus pasos y continuara el reinado que había establecido con tanto trabajo y esfuerzo en la Isla de Fuego.

Sin embargo, tan pronto el Príncipe de Fuego cumplió la mayoría de edad, abandonó el castillo y se fue a vivir a la Montaña de Hielo para disfrutar de su soledad y su blanca belleza, a pesar del daño que el clima frío le hacía a su caliente cuerpo.

Con el pasar de los años, el Príncipe de Fuego estableció su propio reinado sobre unas ruinas que descubrió en la Isla de Hielo, donde recibía a todos aquellos que decidían dejar la Isla de Fuego; pero a pesar de su esfuerzos, su reinado no consiguió muchos habitantes porque, eventualmente, todos regresaban a la Isla de Fuego por el gélido clima de la montaña, dejando al Príncipe solo de nuevo.

Hasta que un día, con la muerte del Rey de Fuego, todos los habitantes de su isla, confundidos, sin tener a un monarca que los guiara, recogieron todas sus cosas y se mudaron a la Montaña de Hielo, donde el Príncipe de Fuego los recibió en su reinado con los brazos abiertos, muy contento de tener compañía después de todos aquellos años de solitud.

Pero con el pasar del tiempo, el calor que emanaba la gente de fuego fue derritiendo el hielo de la montaña y dejando al desnudo su rocosa contextura, mientras que la desolada montaña de la Isla de Fuego fue cubriéndose poco a poco de una bella capa nieve hasta quedar completamente helada, la cual despertó el interés del único hijo que el Príncipe, ahora, Rey de Fuego había tenido con la bella damisela que había desposado.

Fin.

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