- Sí, tranquila, hija, solo fue un vaso que se cayó.
- ¿Y papá? ¿Está bien? ¿No le pasó nada?
- No, tu papá está arriba.
- ¡¿Y a quién se le cayó el vaso?!
- A nadie, querida, no te preocupes, estaba sobre la mesa y se cayó.
- Pero, ¿Cómo, mamá?
- Se cayó solo, querida, tú sabes la condición en la que heredamos esta casa.
- Ay, mamá, ¿Y por qué no la venden? ¿Por qué no se vienen a vivir conmigo? ¿Por qué no hablas con papá y tratas de convencerlo? ¿No les da miedo?
- Sí, mucho, no sabes cuánto quisiera yo mudarme, querida, pero tú conoces a tu padre, él nunca abandonará esta casa mientras que tu abuela siga aquí.
Fin.
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