Acercándose al hombre, quien estaba sentado, solo, en una mesa para dos, le dijo:
- Hola, soy médium y puedo ver el fantasma de tu difunta esposa a tu lado.
- ¿En serio? -preguntó el hombre sorprendido.
- Sí.
- ¿Y qué dice? -inquirió el hombre, muy seriamente.
- Está muy triste -dijo la médium y, al hacerlo, el fantasma de la mujer dejó de bailar y se quedó viéndola extrañada.
- ¿Por qué? -preguntó el hombre, al borde de las lágrimas.
- Porque no la dejas ir, y ella quisiera que la superaras y siguieras con tu vida -dijo la médium, haciendo que el fantasma de la mujer se quedara boquiabierta.
- ¿En serio?
- Sí.
- ¿Y qué puedo hacer al respecto?
- Pues, podrías empezar conociendo a nuevas personas y a atreverte a enamorarte de nuevo; ¿qué te parece si ordenamos algo y nos conocemos tú y yo un poco más? -dijo la médium, haciendo su movimiento, mientras el fantasma de la mujer empezaba a jalarse los pelos desesperadamente.
- ¿Qué dice ella? ¿Le gustaría que hiciera eso? -inquirió el hombre preocupadamente.
- Totalmente, le encantaría, hasta puedo verla sonreír -dijo la médium, mientras el fantasma de la mujer lloraba lágrimas de sangre y se retorcía en ángulos inhumanos en el aire.
- Bueno, está bien, te invito un café -aceptó el hombre-. Pero vámonos para otro lugar, porque este me trae muchos recuerdos
Fin.
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