- ¡Pero maestra! -reprochó el alumno más inteligente de la clase-. ¿Y si nos equivocamos?
- Si se equivocan, tachan, enmiendan o arreglan -respondió firmemente-. Mi deber como maestra, aparte de darles lecciones de historia, es darle lecciones de vida, y la vida es como escribir con bolígrafo, no podemos borrar nuestros errores y reescribirlos, si no que tenemos que tachar, enmendar, arreglar y, en algunos casos más extremos, arrugar la hoja, botarla y empezar desde cero.
Fin.
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