166 - A la cuarta taza de café.



Todos los días llegaba el escritor a mi taberna, se sentaba en una mesa junto a la ventana, sacaba su pequeña libreta y me pedía una taza de café, luego otra y otra hasta que le servía la cuarta taza de café, y era allí cuando empezaba a escribir.
- ¿Nunca has pensado publicar tu trabajo? - Le pregunté un día.
- Todavía no estoy listo - Me respondió con una sonrisa - Todos los días vengo aquí a tomar café y a escribir, pero la inspiración no me llega hasta...
-  Hasta la cuarta taza de café - Lo interrumpí.
- ¡Exacto! así que el día que mi inspiración llegue a la primera taza de café...
- Será el día que sabrás que tu trabajo vale la pena de ser publicado - le volví a interrumpir y le serví su primera taza de café.
- Exacto - Repitió.
Me dí la vuelta, volví a la barra y luego me percaté de que el escritor estaba escribiendo fervientemente en su pequeña libreta y antes de que le sirviera su segunda taza de café, se levantó, se fue y más nunca lo volví a ver en mi taberna.

FIN.

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