Aderezaba todos los platillos que preparaba con lagrimas de tristeza, porque de regreso, en su casa, sus niños pasaban hambre y no tenía ni un rábano que cocinarles.
FIN.
Si te gustó este Microcuento, compártelo en tus redes sociales y suscríbete a mi Lista de Correos para recibir nuevos Microcuentos directamente en tu correo electrónico.
Twitter: @365Microcuentos
Comparte este Post: