La pelota roja era la pelota preferida de mi hijo, siempre jugaba con ella de día y de noche, bajo el sol y bajo la lluvia, en el parque y en la casa; ¡cómo odio esa maldita pelota roja! porque a pesar de todos los momentos de alegría que le brindó a mi querido niño, nunca olvidaré el día que decidió pararse enfrente de ese camión en movimiento para recoger su pelota.
FIN.
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