Siempre llegaba a tiempo para rescatar a la damisela en peligro o a aquellas que fingían estarlo solamente para verlo; todas se preguntaban ¿Quién era ese hombre que se escondía debajo de la capucha? y se lo imaginaban alto, con cabellos dorados y ojos azules, a pesar de que miles de veces se habían cruzado con él en el pueblo y a lo único que se dignaban era a dedicarle una mirada de asco y desprecio.
FIN.
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