Yéndose a la cama tras pedir su deseo, se quedó dormida muy rápidamente hasta que, un par de horas después, se despertó al sentir un ruido debajo de su cama y, dejándose llevar por su curiosidad, la cual es muy mala consejera cuando estamos medio dormidos, Raquel se metió debajo de la cama y descendió por la trampilla que conducía al sótano de la casa.
Allí, se encontró con un gran león, un unicornio, una sirena usando casco-pecera sobre la cabeza, y una linda hada que le gritaron: "¡Sorpresa!" al verla entrar.
Asombrada, Raquel dejó que le pusieran un gran sombrero de cumpleaños y corrió a la mesa de billar de su padre, que estaba decorada con encajes rosados y brillantes estrellas doradas, donde encontró un gran pastel y todas sus golosinas favoritas.
Minutos más tarde, un Centauro, un dinosaurio rosado, un fantasma amigable y hasta una horrible bruja de piel verde llegaron también a la fiesta y, juntos, le cantaron el cumpleaños a Raquel, y comieron golosinas y pastel, mientras charlaban y contaban historias fantásticas, hasta que la festejada se quedó profundamente dormida sobre la alfombra del sótano.
Al día siguiente, Raquel se despertó adolorida en el mismo lugar dónde se había quedado dormido; pero, al mirar a su alrededor y no encontrar ningún rastro de la gran fiesta de la noche anterior, sonrió plácidamente y pensó que había tenido el mejor sueño de su vida, a pesar de que todo había sido real.
Fin.
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