- ¡Muy fácil! -respondió-. Con la dieta del mimo.
- ¿La dieta del mimo? -preguntaron sus amigas al unísono.
- Si, la dieta del mimo, es muy buena y efectiva, puedes comer de TODO: dulces, chocolates, pasteles, de todo; pero solo que tienes que hacerlo cómo comen los mimos.
- ¿Y cómo comen los mimos? -inquirió una de sus amigas.
- Así...
La mujer, entonces, alzo sus manos y le mostró la dos palmas a sus amigas; luego muy gestualmente tomó con su dedo pulgar e índice un cierre imaginario y se lo pasó por la boca; acto seguido, la mujer se dirigió a la cocina, abrió la alacena, sacó un plato, una cuchara, un tenedor y un cuchillo y lo colocó en la mesa.
Después, abrió el refrigerador y de él sacó muy gestualmente varios recipientes imaginarios, de los cuales llenó, con comida imaginaria, su plato. Tras guardar los recipientes de vuelta, la mujer se sentó de nuevo a la mesa con sus amigas y se comió, muy gestualmente, toda su comida imaginaria con una expresión de gusto y satisfacción en su cara que nadie podría imitar.
Al finalizar la comida, la mujer volvió a alzar sus manos, le mostró las dos palmas a sus amigas e, imitando el gesto anterior, se abrió el cierre imaginario de su boca.
-¡Uff, estoy llenísima, estaba delicioso! -exclamó sobándose la barriga, mientras sus amigas la veían, con ojos muy abiertos, como si estuviera loca.
Fin.
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