-Necesito bolsas... negras... grandes -solicitó el hombre, con una voz áspera, fría y entrecortada.
- Las bolsas negras se encuentran en el pasillo 7.
- ¿Grandes?
- Sí, como del tamaño de un cadáver -respondió el empleado del mes, bromeando, con una gran sonrisa.
- Excelente... justo lo que necesitaba.
- ¿Algo más?
- Sí... Necesito un quitamanchas, potente, que quite hasta manchas de sangre -gruñó el hombre, guiñándole un ojo.
- Detergentes en el pasillo 9 -le informó el empleado, sin inmutarse-. ¿Algo más?
- Ya que lo preguntas... un hacha o una motosierra, algo con lo que pueda cortar carne y huesos con facilidad -pidió el hombre, pelando sus amarillos y gigantescos dientes.
- Al fondo, en el área de carpintería -le indicó, sin dejar de sonreír ni un momento.
Sin ni siquiera dar las gracias, el escalofriante y misterioso hombre se perdió de vista entre los pasillos del almacén; justo antes de que las puertas automáticas le dieran paso a un par de policías.
- Buenas noches, oficiales, bienvenidos, ¿puedo ayudarles en algo? -les preguntó, sonriendo, el empleado del mes.
- Sí, estamos tras la pista del asesino serial que ha estado asechando la ciudad, ¿no ha visto o escuchado nada inusual últimamente? ¿Algún cliente peculiar que haya llamado su atención? Cualquier pista podría ayudarnos.
- No, oficial, todo en orden por acá -les respondió, sinceramente, el empleado del mes, con su gran sonrisa en los labios-. Sin embargo, tenemos unas deliciosas donas glaseadas, recién hechas, en la sección de panadería.
Fin.
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