- ¿Qué pasó, querida? -preguntó, entrando rápidamente a la habitación de su pequeña-. ¿Por qué gritas?
-¡¡¡La muñeca que me trajo Santa está poseída!!! -chilló la niña, llorando.
- ¡Jajaja! ¿Por qué lo dices, tesoro?
- ¡Mira! -gritó la niña, señalando la muñeca-. ¡Abre los ojos, habla, se para, camina y hasta dice mi nombre!
- Querida, esa muñeca no está poseída, sino que es la nueva muñeca, último modelo, capaz de hacer todo eso mucho y más. ¡Mira! Si presionas este botón, también baila y canta. ¿No es divertida?
- No, mamá, me da miedo -se quejó la niña, limpiándose las lágrimas con sus manitas.
- No seas tonta, querida, sigue jugando y diviértete con tu nueva muñequita, ¿si?
- Está bien, mamá.
Pero cuando la niña y su nuevo juguete se quedaron nuevamente solas en la habitación, la muñeca giró la cabeza para verla fijamente a los ojos y le dijo, con una lúgubre voz electrónica:
- ¡Te quiero, abrázame!
Fin.
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