- Buenos días, Señorita, ¿en que la pueda ayudar? - le preguntó el detective al verla, con una voz gentil y mirándola fijamente a los ojos.
- Yo, éste... - titubeó, perdida en los ojos marrones de aquel hombre tan majestuoso - yo había venido a contratar sus servicios para que me ayudara a encontrar el amor de mi vida; pero...
- ¿Pero? - inquirió el detective.
- Pero creo que ya lo he encontrado - le respondió ella sonrojándose.
Fin.
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